Día Mundial de la Educación
por David Auris Villegas; davidauris@gmail.com
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14-4-2021
Hagamos que toda persona acceda a la
educación. La educación es un derecho fundamental, proclamado en el artículo 26
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Abre lumbreras hacia una
vida plena de oportunidades para nuestro desarrollo integral, creando equidad y
convivencia solidaria en un cosmos sostenible y pacífico.
Pero, una desigualdad de
oportunidades ensombrece a un mundo cada vez más digital. Esta sociedad
altamente informada y emprendedora apela a la educación de calidad, para
desafiar los problemas universales alertados en los informes mundiales:
absurdas guerras, desigualdad, pobreza, conflictos religiosos, corrupción,
escasez de alimentos, pobre educación, calentamiento global, inseguridad,
discriminación e injusticia.
Para hacer frente a estos flagelos y
en honor a los 260 millones de niñas y niños que no asistieron a la escuela el
2019 debido a conflictos, según la Organización de las Naciones Unidas,
conmemoremos este 1 de abril, Día Mundial de la Educación pactada entre la ONU
y UNESCO, comprometiéndonos a batallar toda la humanidad por una vida mejor.
Curiosamente esta festividad,
armoniza con Semana Santa, recordando la inmolación del más grande ser humano
que existió en la historia, Cristo, el extraordinario maestro que practicó la
pedagogía del amor como único camino de paz, libertad y solidaridad,
legándonos, este principio pedagógico, “ama a tu prójimo como a ti mismo”.
En esta línea, a pesar de una masiva
escolarización universal, estamos lejos de educar a toda la humanidad. Según el
Banco Mundial, al finalizar la educación primaria, el 50% de estudiantes de
países subdesarrollados, no pueden leer y comprender textos breves,
significando una alarma mundial, empujándonos a transformar nuestro sistema
educativo por uno de calidad global.
Coincidiendo con Amatya Sen y la
Organización para la cooperación y desarrollo económico (OCDE), esta educación
de calidad es la única herramienta, capaz de ponerse en práctica y ser
perfeccionada en el mundo, para reducir la desigualdad y generar integración
global, aprovechando los conocimientos que hoy poseemos.
Una educación de calidad como
postulan los expertos, conociendo la deficiencia de los gobiernos, ha de ser
parte de una política mundial, liderada por la Unesco en estrecha coordinación
con los ministerios o secretarios de educación de cada país y los municipios,
quienes trabajarán directamente con las escuelas, para lograr los objetivos del
desarrollo sostenible al 2030.
Entonces, surgen interrogantes, ¿cómo
financiamos? ¿Acaso los gobernantes y los funcionarios son capaces de manejar
el dinero con transparencia? Penosamente está comprobado que son incompetentes
en países en desarrollo. A pesar de ello, cada país está en la obligación moral
de dedicarle entre 10 a 15% del PBI a la educación.
Esta educación que no está
beneficiando a todos, trabaja con el más grande tesoro de la humanidad, las
niñas y niños del planeta, para quienes la educación de calidad ha de ser
obligatoria, siendo nuestra responsabilidad, transmitir cultura y valores
esenciales para transformar vidas que trasciendan a las generaciones futuras.
Para lograr esta metamorfosis, los
gobiernos de cada país, uniéndose a la Unesco, deben desarrollar políticas
educativas descentralizadas, priorizando la herramienta más hermosa que ha
creado la humanidad, la educación, sembrando más bibliotecas que bares, como lo
hace Finlandia.
En este camino, la familia es pieza
clave para educar, practicando equidad con los deberes del hogar y creando
bibliotecas físicas o digitales, como hacen algunos países nórdicos, educando a
las niñas y niños digitales con corazones solidarios.
Las organizaciones privadas y
públicas, lideradas por las escuelas han de realizar el máximo esfuerzo para
democratizar la cultura de aprender siempre, dotándolos de un elevado
patrimonio moral, capaz de solucionar problemas y ayudar al prójimo como dice
Fethulla Gülen.
Asimismo, poderosos aliados de la
educación, son los medios de comunicación como la televisión y la internet.
Deben jugarse por la educación, siguiendo patrones legales universales del bien
común, para lograr una sociedad con respeto hacia los demás, asegurando nuestra
supervivencia como sociedad más resiliente.
Finalmente, la educación debe
importarnos, porque es el único camino que nos conducirá hacia una vida
solidaria, transformando vidas que el mundo exige para nuestra sobrevivencia
como especie. La educación es tarea de todas y todos y cada 1 de abril
renovemos nuestra fe en la humanidad a través de una educación capaz de ser
perfeccionada.
© David Auris Villegas. Escritor,
poeta, columnista y pedagogo peruano. Teórico de la educación para el
desarrollo sostenible.
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