Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
14-2-2002
El Sodalitium en crisis*
https://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/el-sodalitium-en-crisis
Hay sectas cuyo accionar provoca un
profundo daño en la sociedad, lo cual aún no ha sido materia del estudio
imprescindible de quienes se jactan de “analistas” y “exégetas” de la realidad
social. Por el flagrante desconocimiento del problema sectario en el Perú
tenemos la obligación de promover el abordaje de esta problemática entre los
periodistas, sociólogos, antropólogos, médicos, psiquiatras, psicólogos,
abogados y demás profesionales involucrados y comprometidos con el desarrollo
democrático del país y dispuestos a condenar cualquier acto que viole los
derechos humanos de toda persona y, en especial, su derecho a la libertad de
consciencia.
Este trabajo, producto de múltiples
horas de trabajo en Lima, Arequipa y otras partes del país y Latinoamérica
pretende cumplir un papel pedagógico al denunciar al Sodalitium Christianae
Vitae, grupo fascista por convicción y temperamento, y su cancerosa acción al
interior de la sociedad peruana. Puédese discrepar de él, de pronto suscita opiniones
violentamente contrarias, pero lo que sí va a ser imposible es ignorarlo.
Pocos meses atrás en El totalitarismo católico en el Perú (http://www.pepe-rodriguez.com/Cristianismo/Totalitarismo_catolico_pe_Mujica.htm),
tesis que en su edición príncipe incluyó menciones a las baladronadas que
acostumbra impulsar el Sodalitium, denunciamos cómo, a partir del Concordato,
vínculo internacional no sancionado por ningún Congreso,
Lea pues, amigo lector, estas procelosas
páginas con ojos críticos, compulse fuentes, acuda a testimonios, revise
materiales, proponga una refutación científica, orgánica. A una idea se la
combate con otra. Al sectarismo difundido por el Sodalitium le denunciamos en
la comisión de múltiples actividades que son fácilmente comprobables en diarios
y publicaciones. A las sectas hay que enfrentarlas con decisión y valentía
indómitas. El fanático sabe que cuando tiene a adversarios de ese jaez sólo
tiene una opción: luchar o morir. Y puedo anunciar, sin jactancia, pero
premunido de la verdad verdadera, que habemos muchos dispuestos a erradicar la presencia
de estos disociadores y su prédica retrógrada, exaltadora de principios
antidemocráticos y profundamente racistas.
La importancia de la secta destructiva
Sodalitium Christianae Vitae en la vida nacional no puede soslayarse más. Sus
desproporcionadas expectativas de crecimiento afectan directamente nuestros
derechos constitucionales y humanos y amenazan la integridad de nuestras
familias. Hoy, primer aniversario de la muerte de Germán Doig Klinge,
Ex-Vicario General del Sodalitium, sale a luz este escrito. En él hacemos una
revisión de los acontecimientos acaecidos durante los últimos dos años y
avizoramos con optimismo y con convicción detener la agresividad y radicalidad
de este grupo fanático que tanto dolor social ha venido causando en el Perú y
en varios otros países durante las últimas tres décadas.
Evolución
sectaria
En un análisis de la evolución histórica
de las sectas se ve que todas siguen un proceso de crecimiento relativamente
semejante que se puede sistematizar en tres fases: nacimiento, consolidación y
transformación.
En la primera etapa el grupo surge a
instancias de un conjunto de circunstancias culturales, sociales y religiosas
que generan una cantidad de ansiedades y expectativas insatisfechas en un
sector de la población. La pequeña comunidad se agrupa en torno a la figura de
un líder que elabora no tanto la doctrina cuanto directivas concretas en orden
a obrar e insertarse en el conjunto de la sociedad. En este período la secta
está básicamente devorada por su ansia de expansión y utiliza abierta e
indiscriminadamente las técnicas de control mental.
En la segunda etapa el grupo, luego que
probablemente ha entrado en colisión no sólo con otras confesiones religiosas
sino también con distintos ámbitos o instituciones del orden social en que se
desarrolla, comienza a buscar caminos que le permitan orientar las
irregularidades o excentricidades que el apasionamiento de la primera fase
hubiera podido generar, y que puedan haber sido causa de que hayan perdido
aceptación social; hay una preocupación clara por no generar conflictos y el
buscar la estabilidad interna del grupo. Esta etapa se da generalmente después
de la desaparición del líder o fundador, verificándose simultáneamente una
flexibilización de los aspectos más detonantes o extravagantes de su doctrina y
una búsqueda de mayor coherencia conceptual.
La tercera fase, la de transformación,
es una especie de lavado de cara de la secta, de su imagen pública. Se busca
cuidadosamente que la opinión ciudadana olvide, y los nuevos adherentes
ignoren, que se trata verdaderamente de una secta y que se acepte que es una
iglesia honorable, en paridad con las iglesias históricas. Es muy posible que
los adherentes no sepan completamente el origen e historia primera del grupo,
la que se intenta disolver en alguna profundidad histórica. En lo que se
refiere a la metodología que emplean, su fanatismo e intransigencia son
morigerados, y la exposición de su mensaje se hace más suave, educada y
socialmente aceptable.
En
pecado concebidos
Teniendo este esquema como referencia
podríamos decir que el Sodalitium Christianae Vitae se encuentra actualmente en
una etapa de crisis entre la primera y la segunda fase de su proceso de
crecimiento. Podría entenderse que el proceso de la consolidación está en curso pero la tercera fase, la transformación, requerida para que esta
entidad sea socialmente aceptada tendrá que esperar aún un tiempo
históricamente largo, si es que sobrevive a su fanatismo.
Aunque esta organización radical, que
podría calificarse como el Opus Dei peruano o criollo, es parte integrante de
Algo impresionante del accionar del
Sodalitium es la eficaz metodología de control mental aplicada sobre sus
adeptos, técnica más conocida como “lavado de cerebro”, la que ejercen
consciente e impunemente con la bendición y complacencia de la mayoría de
autoridades eclesiales, a sabiendas que cometen un flagrante delito contra la
libertad de consciencia de los jóvenes peruanos llamando a eso muy
eufemísticamente “levantar vocaciones religiosas”.
El Sodalitium comparte un tenebroso
origen fascista con otra secta de ultraderecha: Tradición, Familia y Propiedad
(TFP). La sucursal peruana de
Alrededor de 1973, aparece en
Actualmente el Sodalitium tiene un
enclave en Colombia, en una zona de actividad guerrillera, en donde TFP
anteriormente tuvo una infame participación financiando a mercenarios para
luchar contra las FARC, las mismas que hace un año secuestraran a un sacerdote
sodálite y lo dejaron sospechosamente libre a los dos días sin que se hablase
absolutamente nada de algún pago de rescate.
En el camino recorrido desde su
nacimiento el avasallante Sodalitium ha dejado mutiladas muchas dignas
familias, muchos hijos con personalidades alteradas, muchos destinos y estudios
profesionales truncados, muchas mentes secuestradas, muchas propiedades
perdidas, muchas economías destruidas, mucha rabia no expresada, mucho odio
contenido y mucho, demasiado dolor. Aunque debemos ser amplios y considerar
muchas otras causales para que alguien se integre a una secta, no en vano, en
este caso específico, la mayoría de sus líderes provienen de familias
disfuncionales con padres divorciados o muertos, hogares destruidos o
fracturados. Parece que los líderes del Sodalitium quisieran tomarse su
revancha con la sociedad.
Indiferencia
social
Sería natural ante estas injusticias y
atropellos esperar una fuerte, contundente y vigorosa réplica social. Pero el
panorama es diferente. Los abogados, por ejemplo, con honrosas excepciones, no
han querido intervenir aduciendo que las víctimas son jóvenes mayores de edad,
usando el pretexto de la ausencia de legislación pertinente o alegando que así
como hay drogas legales (tabaco y alcohol) en nuestro medio también hay sectas
legales (las protegidas por la religión oficial); los médicos han soslayado
hasta hace poco el trasfondo psicológico y psiquiátrico de la manipulación
mental en el ámbito religioso y/o sectario y sus graves implicancias en la
salud pública; los organismos defensores de los derechos humanos y sus
psicoterapeutas prefieren tratar el tema de violencia política y dejar de lado
el problema de la violencia mental en el sectarismo; otras iglesias no
católicas evitan la confrontación señalando que el problema es espiritual y
que, en algún momento, la lucha se dará igualmente en ese plano espiritual; los
periodistas de investigación también tienen sus preferencias ya definidas,
quisieran que se les entregue el material ya digerido y pretenden, vía testimonio,
exponer a las familias afectadas denunciantes como carne de cañón.
En medio de esta indiferencia social
siempre se han levantado solitarias y valientes voces de protesta que no han
sido escuchadas y sólo han logrado la proverbial respuesta a la mayoría de
denuncias que llegan hasta las autoridades de la poderosa e impune Iglesia
Católica: el silencio absoluto.
La
muerte del delfín: un cataclismo
Ante este sombrío panorama, un hecho
totalmente fortuito impactó brutalmente en la estructura de la fortaleza
sodálite. Ese hecho no fue un evento programado, estudiado, ni planificado en
respuesta a las agresiones sociales de este grupo destructivo. El 13 de febrero
de 2001 el súbito fallecimiento de Germán Doig Klinge tuvo el efecto de una
catástrofe difícil de comprender y de asimilar para unas mentes que están
programadas -los comportamientos de las sectas son eventos totalmente
predecibles-.
Doig tenía la misión de suceder a Luis
Fernando Figari. Era su mano derecha, era el delfín, era el príncipe de la
secta, era el Vicario General del Sodalitium. El era quien ofrecía el pecho,
sacaba la cara y le prestaba la careta académica e intelectual a la secta
mientras el fundador Luis Fernando Figari escribía solitario y en las sombras
sus enrevesados opúsculos y retorcidos discursos (que siempre atacan a la razón
y ensalzan la irracionalidad) y se ocultaba indiferente en su fortaleza o
búnker de Granja Azul para no escuchar los reclamos sociales.
Con toda seguridad muchas familias
peruanas no recibieron con tristeza la noticia de la muerte de Doig. Fue casi
como sentir la mano de Dios ante tanta injusticia y tanta impotencia. Más que
un “tránsito” al más allá esto pudo llamarse un “despeñadero”. De nada valieron
las pomposas misas fúnebres cada tres horas durante el velatorio. Ese
ceremonial solamente hacía recordar a los miembros de la secta de los
israelitas de Ezequiel Ataucusi cuando esperaban absurdamente la resurrección
de su líder que yacía muerto en una urna de cristal.
Para el grupo sectario la muerte de Doig
fue un evento cataclísmico. Esta muerte parece haber afectado internamente la
estructura sodálite casi tanto como el impacto de los aviones suicidas en las
torres del World Trade Center de New York City. Los impactos no fueron ni en los
cimientos ni en la cúspide de los edificios pero los efectos deletéreos fueron
matemáticamente efectivos y demoledores. Lo mismo sucedió en la estructura del
Sodalitium. No desapareció el verdadero y venerado líder -Figari- (que hubiese
sido santificado) ni tampoco la masa de obnubilados seguidores. Sin embargo, la
estampida consecuente a este evento específico era de esperar. Los efectos de
una muerte como la de Doig no pudieron haberse calculado, planificado ni
dirigido mejor si hubiese intervenido una inteligencia externa.
La
respuesta organizada
Sin embargo, muy aparte de este
“providencial” hecho fortuito que nadie pudo sospechar ni pronosticar, de
acuerdo a lo previsto por la evolución histórica de las sectas, en estos
últimos meses por fin se estaba dando a conocer públicamente la expresión
organizada de la sociedad afectada. El Sodalitium había sido criticado
directamente por diversas vías, prensa escrita, volantes anónimos, comunicación
persona-persona entre padres de familia afectados y permanentes comunicaciones
electrónicas por internet.
Creció la conciencia social en círculos
religiosos, asociaciones de padres de familia, centros educativos, centros
universitarios, colegios profesionales, sociólogos, periodistas, investigadores
sociales, historiadores, filósofos, antropólogos, psicólogos, médicos,
psiquiatras y también instituciones vinculadas a la observación de los derechos
humanos, libertad de conciencia y lucha antisectaria.
La indignación contra el Sodalitium
estaba llegando a lo que se denomina en física el estado de “masa crítica”
justo antes de provocar una inevitable reacción en cadena. Aunque la reacción
aún era indefinida también era esperanzadora. Se requirió el apoyo de
organizaciones de consulta y asesores profesionales no peruanos. La cruzada era
y es internacional, como lo es el Sodalitium. La magnitud de la amenaza
ameritaba una gran respuesta. Posiciones radicales exigen respuestas radicales.
El primer campanazo contra el Sodalitium
fue dado por José Enrique Escardó Steck, director de la revista Gente y ex
miembro de la secta en noviembre del 2000. Su desgarrador relato, en varios
capítulos, de las torturas a que fue sometido en San Bartolo fue acallado
amenazadoramente por la intolerancia y el poder del Sodalitium.
Lamentablemente, el juvenil lenguaje autosuficiente, irreverente e inadecuado
que usó en sus artículos de “El quinto pie del gato” fue el principal disuasivo
que hundió la denuncia en un aparente descrédito, solamente comprendido por las
familias afectadas. Sin embargo, un año después en noviembre del 2001, sus
argumentos fueron plenamente recogidos por Cecilia Valenzuela y Diego Fernández
Stoll de Entrelíneas de Canal N y ampliados por valientes contribuciones de
otros ex miembros, padres de familia, el psicólogo Jorge Bruce y de muchas
otras personas y familias que cautamente permanecieron en el anonimato para
proteger a sus hijos cautivos en la secta. La denuncia fue publicada
generosamente en internet en la página web de www.agenciaperu.com de donde logró
difundirse con profusión a nivel nacional e internacional. Una de las
principales cajas de resonancia de esta noticia fue la página web <http://www.sectas.org.ar/sodalicio.htm>
"Sectas del Nuevo Milenio”, del conocido crítico argentino Alfredo
Silleta, que transcribió literalmente las entrevistas en la red.
Por otro lado, independientemente, salió
a luz en enero del 2002 El totalitarismo católico en el Perú, tesis del autor
de estas líneas, sobre la actitud sociopolítica de la cúpula católica peruana,
el Opus Dei y el Sodalitium, que incluyó una serie de denuncias con argumentos
probatorios sobre los atropellos cometidos por este último grupo en asociación
con el Banco Santander Central Hispano contra Fernando Gerdt Tudela para
apoderarse de su inmueble de
El Sodalitium, como el soberbio e
insolente instituto secular que es, también ha comenzado a chocar con el mismo
clero. Un claro ejemplo es lo sucedido en enero del 2002 en el Centro de
Educación Especial para Niños Ciegos Nuestra Sra. del Pilar de Arequipa. Desde
meses atrás los sodálites habían empezado gestiones no muy sanas destinadas a
hacerse del local que las madres franciscanas abandonarían en pocos meses. A
pesar que éste pertenece al Estado iniciaron gestiones para su transferencia al
Sodalitium y para ello se valieron de una copia de la minuta de la propiedad a
cargo de las franciscanas y que autenticaron notarialmente al estilo en que
hacen las cosas estos delincuentes: ¡entre gallos y medianoche! De manera que
hasta poseían los planos de la habilitación urbana solicitados y obtenidos el
31-10- 2001 y con el registro de trámite documentario # 33607 de
Con el oficio No. 010-2002-MPA-C.2,
dirigido por el Director de Asentamientos Humanos de
Esperanza Medina, valiente mujer y gran educadora, Directora Regional
de Educación de Arequipa, DREA, tuvo un enfrentamiento durísimo a viva voz y
con la esténtorea gana de decir su verdad con el sacerdote católico y sodalicio
-y por tanto fascista- Javier Len, en torno al destino de la infraestructura
del Centro de Educación Especial Nuestra Sra. del Pilar. El prepotente Len ya
había, con sus cómplices sodálites, hasta puesto una oficina en este inmenso
local para apoderarse de él, hecho que parece, según todos los indicios haberse
frustrado por la intercesión directa y valerosa de
El
salvaje se mira en el espejo
Otro detalle que merece ser destacado es
cómo el Sodalitium, que se autodenominaba un grupo que reclamaba y ejercía la
radicalidad, que mediante Emilio Garreaud publicaba en la prensa con todo
desparpajo que ellos son los llamados a ser signo de contradicción, que admitía
abierta y orgullosamente que se les etiquetaba de fanáticos, que el Señor no ha
venido a traer la paz sino la división, que ha venido a prender fuego en el
mundo y que ojalá estuviera ardiendo, que si bien ello es doloroso también es
necesario, que habrá violencia y no paz, que el joven debe dar muerte al hombre
viejo, que la pareja -o la pareja y los hijos- deben “desplegarse” (desintegrarse-disgregarse-separarse)
apostólicamente, que solamente se entrará en el reino de los cielos
esforzándose con violencia... hoy se hunde en el silencio.
Ahora, ante la locura del ataque
terrorista a Estados Unidos por parte de unos fanáticos religiosos, el
Sodalitium inmediatamente ha acallado sus discursos fanatizados, habla de
perdón y de paz, marca distancias con sus congéneres fundamentalistas islámicos
temiendo ser estigmatizados con los mismos epítetos, y se cuida muy bien de ser
señalado precisamente en estos momentos como un grupo religioso de
intolerantes, destructivos y antisociales.
Un poco tarde.
Emilio Garreaud, paradójica e
inexplicablemente Director del Instituto para el Matrimonio y
La
juventud consciente
Un elemento adicional gratificante ha
sido el observar la respuesta de parte del alumnado del Instituto del Sur y de
El volante-denuncia tiene un mensaje de
alerta: “Alumno: defiende tus derechos. Tú puedes ser la próxima víctima”. Al
mencionar la consecución irregular de bienes inmuebles alude también
indirectamente las palabras de Emilio Garreaud: “El donar nuestros bienes y
nuestro tiempo (nuestra vida) por los más pobres (no a los más pobres) nos dará
alegría”. Claro... ¡qué mayor alegría para el Sodalitium!
Y aunque inocentemente los alumnos piden
la intervención del Arzobispado la denuncia constituye una seria y contundente
prueba de la rebeldía en la clase estudiantil ante el dogmatismo fanático y de
su alarma ante los abusos y la corrupción solapados por parte de este grupo
totalitario que conoce perfectamente las ventajas que le ofrece el inefable
Concordato al declararse parte integrante de
Normas
laxas
Puede decirse con certeza que el Sodalitium
tiene dentro de sí el germen de su autodestrucción. Su clandestina metodología
de captación de adeptos es a todas luces ilícita y provoca en ellos reacciones
violentas que conducen a que las víctimas desvaloricen a su propia familia en
beneficio de la secta. Esto genera un gran rechazo social que la organización
está, por ahora, preparada para resistir. Pero su crecimiento explosivo tiene
necesariamente un límite natural. Esta forma de progresión es esencialmente
antisocial e intolerable. Por cada adepto que el grupo capta también se gana de
tres a cinco enemigos empezando por los miembros de la familia afectada. Si su
crecimiento en adeptos es aritmético el de sus opositores es exponencial. Y si
sus líderes no lo entienden así y no se moderan, al Sodalitium le queda poco
tiempo de supervivencia.
Y por instinto de supervivencia la
moderación se está dando. La laxitud y flexibilidad de las normas
disciplinarias, el simulado mayor respeto a la inviolabilidad de la
correspondencia de los adeptos (simulado porque los correos electrónicos de los
adeptos van a un “inbox” corporativo antes de su emisión), la autorización para
que algunos de sus adeptos incondicionales usen celular, la aparente
disminución de los maltratos físicos a los confinados en San Bartolo, el
permitir que algunos de sus miembros estudien carreras profesionales
manteniéndose dentro de la organización, el aceptar con artificial alegría la
visita de familiares de los adeptos en las casas de formación, el permitir al
adepto realizar algunas visitas familiares sin una compañía vigilante son
evidencias de que el Sodalitium quiere lograr aceptación social y estabilidad
interna. Como dijo un adepto: “Aprendemos de nuestros errores”.
Los
disidentes
Por otro lado, la salida el último año
de conspicuos y representativos miembros del Sodalitium luego de varios años de
permanencia dentro de la secta es otro síntoma inequívoco de su pérdida de
influencia y de la disconformidad y desencanto de los miembros dentro de la
organización. Es muy probable que la pérdida del intelectualoide Doig le haya
restado carisma al grupo disminuyéndole el potencial creador de literatura
pseudocientífica y anulando gran parte del atractivo para las generaciones
captadas y las otras por captar. Fueron patéticos los casos de una promoción
del Colegio Max Uhle en la que 8 de sus miembros se consagraron sodálites y el
de otra promoción del Colegio Santa María en la que seis alumnos corrieron
igual suerte. ¿Simple coincidencia? ¿Vocaciones de santidad? ¡No seamos
ingenuos. Ya conocemos las técnicas de control mental!
Evidentemente, ante la falta de
consciencia social y de información médica del problema sectario, muchos de
estos ex miembros viven lo que en la secta sodálite llaman “vocación para el
matrimonio” procreando más adeptos sin control de natalidad y continuando con
el elogio a sus ex-captores en un estado de secta-dependencia que, al igual
como sucede con el Síndrome de Estocolmo, solamente podrán superar con una
rehabilitación psicológica cuya gran necesidad ignoran. Algunos nombres son
Pedro Salinas Chacaltana, José Enrique Escardó Steck, Armando Llaza, Luis
Fernando Odiaga Arispe, Verónica Bustamante Rey de Castro, los hermanos Antonio y
Nicolás Ramírez Mejía, y más recientemente Andrés Orams Bustamante, Gustavo
Cesti, Luis Graña, Juan Andrés Maura Pessagno y José Sam, entre muchos otros.
La
figura y el destino del “fundador”
Finalmente, hay que prestar mucha
atención a la figura del fundador.
Se puede, sin problemas, hacer un
paralelo entre Luis Fernando Figari y
Vladimiro Montesinos: Son dos personajes coincidentes. Existen sorprendentes similitudes en sus personalidades
megalómanas, su influencia marcadamente inhibitoria, su narcisismo maligno, su
carácter de tipo autoritario, sus tendencias sadomasoquistas, su personalidad
paranoide, su carencia de todo sentido moral y de consciencia, su creencia de
ser dueños de la verdad absoluta, su pretensión de ejercer un poder superior,
su figura perversa, fanática, intolerante y frustrada, su verborrea y aparente
erudición en los temas que abordan.
Llama poderosamente la atención cómo un cuestionado y
oscuro personaje que no es sacerdote -un simple laico- puede congregar y
presidir en eventos religiosos sodálites a gran parte de la jerarquía del clero
peruano, latinoamericano y a veces romano, constituirse en el anfitrión y en el
orador central, ser reconocido y venerado por las autoridades eclesiásticas
católicas y merecer un trato cordial, deferente y casi familiar de parte del
actual cardenal del Perú Juan Luis Cipriani.
Lo mismo sucedió con Vladimiro
Montesinos -un simple ex capitán y despreciable traidor a la patria- y la
cúpula militar a la cual él dominaba y utilizaba para sus fines protervos;
Montesinos recibió magnos honores por parte de las Fuerzas Armadas del Perú,
las cuales manejó a su antojo y las aprovechó para apropiarse de los recursos
económicos del país en su beneficio. Por otro lado recibió un trato tolerante y
extremadamente preferencial del ex presidente Fujimori.
¿Será que Figari conoce demasiado bien
de la corrupción de
La salud del fundador no es de las
óptimas y debe preverse su desaparición a no muy largo plazo, pero sentarnos
tranquilos a esperar otro hecho fortuito e ignorar los recursos de Figari sería
un grave error. Confiar pasivamente en el desarrollo de la historia natural de
la secta también. Sin embargo, a pesar de la frustrante indiferencia social,
ante la andanada de evidencias que se dan, tenemos la convicción de que la
razón y la justicia se impondrán sobre el fanatismo.
Ya lo dijo César Hildebrandt, en un
genial, premonitor y crudo editorial:
“Detrás
de toda dictadura hay, en el fondo, una apropiación ilícita” (-y el
totalitarismo sodálite se apodera de las mentes de nuestros hijos-). En efecto,
cada sátrapa que en el mundo ha sido -de izquierda o de derecha- ha creído
siempre que el mundo donde nació le pertenece y que sus prójimos nacieron para
súbditos y su propia voz sólo para dar órdenes. ¿De dónde vienen esa visión
demente y esa voracidad? ¿Cómo se puede ser tan ridículo? ¿De qué fibra están
hechos esos egos elefantiásicos? Primero se promete el paraíso. Después se
apela al infierno para construir el paraíso. Y como se apela al infierno, los
enemigos, que nunca fueron pocos, aumentan. Y como aumentan, crece el infierno.
Y al crecer el infierno la hostilidad amenaza al tirano cada vez más. Por lo
que ya no es posible salir en paz del poder que se capturó como a una presa.”.
“Al final -como le pasó a Franco, como
le sucedió a Pinochet- el sátrapa creerá que su obra es inamovible y su
contrato social insuperable. ¡Pobres diablos! Lo primero que les pasa cuando
mueren es que hay un suspiro de alivio. Luego viene el olvido sañudo y el
justiprecio. Y ellos que se creían mega valores, terminan costando lo que
fueron, abortos de la voluntad, casos psiquiátricos, un surtido de vicios.
Todos terminan, metafóricamente, en aquel palacio patriarcal donde las vacas se
pasean entre cortinas desgarradas. Todos tienen un Macondo en el alma y una
bananera en el designio. En resumen, no hay nada peor que alguien que se tome
demasiado en serio. De allí al crimen solo media una utopía, un sueño de felicidad
para los otros, un carisma.
……………………………….
*Publicado originalmente en la Red
Voltaire el 14-2-2002 http://www.voltairenet.org/article120598.html
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