Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
26-5-2020
Diplomacia,
coronavirus y remesas al Perú
Si a mediados de enero se empezó a tomar conocimiento de la
amenaza coronavirus y recién se actuó a mediados de marzo ¿qué pasó en ese
lapso, a todas luces mortífero, de tiempo?
Demás está decir que el coronavirus se cernía a nivel
global. Por tanto era obligatorio tomar medidas de Estado porque Perú no iba a
ser la excepción a la pandemia. Tampoco ninguna institución podía eximirse de
su trabajo de alerta ante la alarma.
Sería de lo más interesante conocer ¿cuál fue el ramillete
de acciones sugerido desde la Cancillería? Los embajadores y cónsules son
empleados públicos, el pueblo paga sus sueldos, y su tarea fundamental estriba,
cuando están en misión allende y aquende nuestras fronteras, en noticiar,
informar, estudiar y hacer sonar las admoniciones ante peligros de cualquier
índole, de guerra o de epidemias-pandemias.
Según cifras de la Superintendencia de Banca y Seguros,
Cancillería recibió el 2019, la interesante suma de S/ 800’591,241 (casi US$
300 millones) descompuestos de la siguiente forma: S/ 705’051,107 (recursos
ordinarios); S/ 79’516,302 recursos directamente recaudados; S/ 3’467,415
donaciones y transferencias; S/ 12’556,417. Es una cifra fuerte.
Se supone que la contraprestación de ese dinero consiste en
la atención que consulados y embajadas brindan con esmerada y excelsa calidad,
rapidez y eficiencia a los connacionales repartidos en todo el mundo, amén de
otras tareas significativas. Preguntar si la ecuación está equilibrada nos
llevaría a una polémica en la que Torre Tagle no tiene muchas probabilidades de
ganar. Las quejas son añejas, numerosas y hay no pocos casos censurables de
cuyo detalle se contará en una investigación periodística muy seria, con lujo
de detalles y documentos.
Pero hay un dato que no puede ser pasado por alto. La misma
fuente, Superintendencia de Banca y Seguros, reporta que las remesas enviadas
por los compatricios al Perú fue de:
US$ 1094 (en millones de dólares), 2013; US$ 1160, 2014; US$
1186, 2015; US$ 1313, 2016; US$ 1389, el 2017; US$ 1386, el 2018. Estos
recursos en los que el Estado y el gobierno central no pusieron un centavo,
constituyen una formidable manera de premio a exportaciones “no tradicionales”.
Los peruanos desde afuera giran hacia el Perú y las cifras son de volumen muy
importante.
Nótese que sin obligación o contrato escrito de por medio,
los ciudadanos peruanos remesan a sus parientes o familias, estas sumas de
dinero. No hay acción ni de los consulados o las embajadas porque es un acto
privado, direccionado y de buena fe y que, vistos los números, es casi 4 veces
el presupuesto anual que cuesta el portafolio de Relaciones Exteriores.
En números fríos con los recursos destinados a Relaciones
Exteriores, ¿cuántos hospitales, postas médicas, colegios, desayunos o
alimentos, se podría avituallar a los peruanos más pobres durante cada año?
Como es obvio y fundamental, una buena gestión de
Cancillería en todos sus ámbitos debiera enriquecer el panorama y derrotero por
los que tiene que caminar el Estado y el gobierno. Valdría la pena conocer en
detalle, fecha y fundamentación ¿cuáles fueron los SOS (Save our Ship; Save our
Souls), que por obligación institucional, Torre Tagle envió al gobierno del
presidente Vizcarra? No sólo eso ¿cuántas de estas recomendaciones fueron
seguidas y si no fue así, las supuestas explicaciones del porqué no se llevaron
a cabo? Y, como es natural, denunciar a los necios que ignoraron el cataclismo
que se nos vino encima.
Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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