¿Es ético ensuciar honra de
mujeres?
por
Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
7-4-2019
Las relaciones
entre hombres y mujeres son muy difíciles de entender, a veces las mujeres
pretendemos que prevalezcan nuestros derechos y cuando ocurre tal evento, los
hombres parecieran sentir el deseo de obtener una igualdad entre la
pugna de poderes que la libertad femenina, trae como consecuencia.
Ni los especialistas en terapias, ni psicólogos ni
psiquiatras van a poder demostrar nunca, qué es lo que define las diferencias
entre las mujeres y los hombres.
Porque, mientras luchamos por nuestros derechos, salimos a
las calles, hacemos multitudes de reuniones para decretar cada uno de los
cambios que queremos, las metamorfosis más complejas y banales, seguimos en un
constante combate con quiénes, desde el comienzo de la humanidad, han dominado
el mundo: los hombres.
Siguen muriendo mujeres a causa de lesiones leves y graves
provocadas por hombres que cegados por los celos, golpean a las mujeres y llegan
a provocar su muerte.
El porcentaje de
casos de aquellas que reciben amenazas, coacciones que alteran su
tranquilidad y salud mental, sigue cada vez incrementado en el ranking de
violencia.
Desde lo más sutil hasta lo más lapidario, como una
inofensiva canción de moda, donde los valores de la mujer quedan totalmente
degradados, pero eso no importa, porque somos nosotras las mujeres, las que nos
divertimos y bailamos con dicha música que sólo intenta menguar nuestro gran
valor en la sociedad.
Justificamos todo y aplaudimos programas de televisión que
le dan trono, cetro y corona a un macho que despotrica contra una mujer; si el
varón, llora, debemos solidarizarnos con él, considerarlo, sentir lástima y a
la mujer, claro que sí, hay que apedrearla y destrozarla sin ningún tipo de
misericordia.
Ahora las
posibilidades de echar leña al incendio de una moral quemada son infinitas,
desde crear cuentas falsas en las redes sociales, para poder tener una tribuna
donde lanzar los más lamentables y viperinos dicterios.
Hacer periodismo de periodismo no es muy ético, pero
¿permitirse, entre colegas, ensuciar honra de mujeres, lo es? Hoy en día está
permitido bajo el pretexto que existe derecho a la libre opinión.
Ya no veo los periodistas objetivos de antes, es como si las
generaciones se hubieran estancado, congelado o quedado en un largo sueño que aún
no termina. La cura de sueño no es mejor que el insomnio, el chisme terapéutico
no es suficiente; se debe investigar, hacer cruce de informaciones y tener
pruebas fehacientes para lanzar una noticia donde se involucra la honra de una
mujer.
De nada sirve leer una constitución política, un código
penal y aprendernos de memoria qué es falta y qué es delito, si sólo es un
solemne himno al machismo que se enfrenta a la igualdad desde una mordida en el
calcañar de la mujer, dejándola en desventaja, sin permitirle avanzar, correr o volar.
Hoy en día tiene más valor enseñar conversaciones de
Whatsapp como pruebas que un verdadero estudio de cómo aplicar la sanción ante
una verdadera conducta delictiva.
Si una mujer envía fotos sugestivas, ahora es un pecado
mortal, que merece el castigo de la hoguera, por tener una conducta inapropiada
y licenciosa, pero si un hombre envía fotos de su cuerpo desnudo es solo una “palomillada”
de hombres, no pasa nada, ya está, hay que entenderlos.
El punto no está en hombres y mujeres sean maltratados
físicamente, sino es ¿a quién le pueden doler más los golpes, quién puede
resultar peor herido o acabar muerto después de una pelea de esposos, novios o
convivientes?
Ahora los abusos ya no son sólo físicos, generando crisis,
pánicos y alteraciones en la salud. Cada vez que una mujer con dinero o sin él,
con instrucción o no, gordita o flaquita, adolescente o adulta, con poder o no,
cuando las balas son disparadas contra la autoestima con maltratos
psicológicos, no hay rosa ni palabra bonita que pueda enmendarlo después, las
palabras ácidas de burla, crítica destructiva, desprecio, cortan más que un
cuchillo y las amenazas alteran el bienestar al que también tenemos derecho.
Si te divorcias o separas de un hombre que no vale ni un
centavo, la gente te tiene lástima y te culpa del por qué tu pareja se alejó de
ti. Si un hombre decide terminar con su matrimonio, la culpa nuevamente será de
la mujer. ¿Qué habrá hecho ella para que él la deje por otra?, susurran
literalmente las tías en sus reuniones de té con galletas.
¿A quiénes estamos dando poder en la política peruana, en el
Congreso, en los sillones municipales, en los canales de televisión, ciudadanos
que en realidad quieren vernos sumando y multiplicando, activas y liderando?.
Acaso les estamos dando permiso de restar y dividir en
nuestras vidas, en nuestro país, qué está pasando con nuestra televisión nacional,
le damos oportunidades a mujeres machistas y a hombres que odian a las mujeres,
o a representantes de portátiles de
políticos corruptos que solo quieren hacer cortinas de humo y lavarse las
manos. Pues todo lo sucedido nos deja mucho por pensar y por actuar.
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