Ratones seguirán,
secula seculorum, sustrayendo queso
por Samuel Morales Chavarría*; samuel_morales_ch@yahoo.com
29-3-2019
Presentado como la encarnación vivamus corpus del
funcionario weberiano que sume en éxtasis de anacoreta a Jaime de Althaus, el
actual Contralor General Nelson Shack, más que explicar, debería rendir cuentas
sobre la permanente corrupción en que vivimos desde hace varios lustros. Y también explicar, ¿cómo fue que llegó a tan
alto cargo?: quiénes lo promovieron e hicieron lobby para que de un cargo
burocrático respetable pero de segundo orden en la burocracia peruana,
accediera a la Jefatura de un órgano del Estado con rango constitucional.
Quienes fueron los interesados en alfombrarle el camino para tan alto cargo y
por qué razones?
¿Fue tan sólo el reconocimiento a una larga carrera en el
ejercicio público por parte del hoy defenestrado -y corrupto además- presidente
Kuczynsky y del fujimorismo congresal que guardaba muy buenos recuerdos de
quien fuera su Director General de Presupuesto Público (DGPP), durante los años
más duros de la dictadura fujimorista, o fue una perfecta jugada de lo que se
conoce como control de daños o un futuro guardarse las espaldas? Todo esto por
supuesto, bajo la atenta y complacida mirada de los buenos chicos del FMI que
de seguro habrán exclamado más de un ¡wow!, satisfechos con la propuesta y designación de quien fuera
uno de los más fieles guardianes del superávit
primario que año tras año aseguraba el pago de la deuda externa,
establecidos en los Acuerdos de Intención suscritos al calor y abrigo del
Consenso de Washington.
Si Federico Salazar aparte de ser inteligente fuese más
acucioso, además de afirmar lo que señala seguidamente: “El congresista (se
refiere a Becerril) y sus hermanos, en esta denuncia, se mostraba como quienes
conseguían los libramientos presupuestales para el Municipio de Chiclayo. Este
adjudicaba las obras y la organización de los Becerril cobraba la coima”… “En
la impunidad y la corrupción no sólo está implicado Héctor Becerril. Hay otros
congresistas aludidos. También hay Fiscales, alcaldes, jueces.” (El Comercio
24-2-2019); se habría preguntado: ¿Y los funcionarios de la DGPP que se
hicieron de la vista gorda, que certificaron el crédito presupuestario, que
definieron la programación de compromisos anual y que luego priorizaron el
gasto, y que además lo hicieron ligeritos, y con seguridad, repetidamente, ¿de
ellos qué?
Porque, no olvidemos que todo el desmadre de la corrupción
en estos últimos 20 años, ha ocurrido paralelamente al tiempo en el cual, el
buen Nelson Shack no sólo fue alto funcionario del Ministerio de Economía y
Finanzas, sino además, Jefe de la DGPP, mirador privilegiado desde el cual
estaba obligado a ver y oler la podredumbre que ante sus ojos y narices tenía
lugar.
Y no olvidemos también que fue desde la DGPP, a cargo del
hoy Contralor General, que se asignaron, programaron y liberaron los recursos
que fueron a parar a manos de los tantos sabandijas que hemos visto
últimamente. No hay un solo sol que haya ido a parar a manos de la corrupción
que no tenga el visto bueno de la DGPP. Y recordemos que hace muy poco, en
junio 2018, el recién inaugurado presidente Vizcarra recibió en vivo y en
directo, la denuncia del alcalde de San Juan Bautista (Ayacucho) Mardonio
Guillén, señalando a funcionarios de la DGPP con grabación incluida, como
responsables de exigirle un cupo de 5% sobre el valor de la obra (aprox. S/.11
millones), a cuyo efecto le mostraron “un borrador de Decreto Supremo -que aún
no se emitía-para exigirle una coima”.
Lo que siguió fue lo de siempre. El mismo viejo libreto con
su desgarro de vestiduras: El MEF a través de Resolución Ministerial creó un
pomposo Grupo de Trabajo de Integridad y Lucha contra la Corrupción; para no
quedarse atrás el Despacho del Primer Ministro creó la Secretaría de Integridad
Pública y nombró a Susana Silva Hasembank, Coordinadora Nacional de la Comisión
de Alto Nivel Anticorrupción. Aclaramos: esto último no es broma. Son las
mismas balas de fogueo, la pirotecnia de nuestras fiestas costumbristas, bajo
cuyo humo se camufla la sempiterna corrupción que nos aflige. Pregúntese sino,
dónde están los resultados de tantos Grupos de Trabajo y Coordinadoras Nacionales.
¿Y la izquierda?, ¿a todo esto
qué hace?. Empeñada en obtener certificados de buena conducta expedidos por un
Imperio que se desmorona, troca a Marx y Lenin por Jimmy Carter. La izquierda
light, la del establo parlamentario, ajena a la historia, corre presurosa
a aupar a Guaido y reclama también -¡cómo
no!- el desafuero de Maduro. No podrían acaso y no estamos proponiendo el
asalto al Palacio de Invierno (para no alarmar a Agustín Haya de la Torre), proponer
y sostener que mientras no haya diferenciación de las tareas de planeamiento
con las tareas de administración de los recursos, los ratones seguirán por
secula seculorum, sustrayendo el queso.
*Antropólogo, planificador.
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