Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-12-2009
Los
burros del Establo
Perú es un país en que ocurren ridículos
descalabrantes; la razón vive en la clandestinidad desde largos lustros atrás,
“cualquiera es un señor.....lo mismo un burro que un gran profesor....los
inmorales nos han igualado” como reza el inmortal tango Cambalache y no pocos
protagonistas de los entuertos parecen no comprender que están escribiendo
páginas abisales de infamia. ¿Con qué derecho palurdos multipartidarios
ensucian las avenidas del porvenir de la nación que los desprecia y abomina por
mediocres?
Alabarderos, en lenguaje parlamentario, se
dice portavoces, han pronunciado la especie campanuda que hay en el ambiente
campañas de demolición para destruir la imagen del Congreso. Me temo que
semejante idiotez no resiste el más modesto análisis.
Debiéramos subrayar que si hay algo que no
tiene aquél, a eso hay que llamarle carencia absoluta de tal cualidad. A un
ciudadano común y corriente, la palabra Congreso le suscita sentimientos de
indignación, de cólera, de odio hacia una entidad que alberga ciudadanos
privilegiados que no atinan una y que encima ganan sueldos copiosos cuanto que
inmerecidos. ¿Podría Perú vivir sin Congreso?
Veamos. En el asunto del TLC con Chile podemos
encontrar la demostración más irrecusable de su inexistencia. En el país del
sur tanto Diputados como Senadores aprobaron con rapidez magnífica el tratado
internacional que supone ese tratado de libre comercio con Perú. Por la simple
razón –y lo hemos dicho hasta el cansancio- que les conviene. En cambio aquí el
Ejecutivo le escamoteó al Parlamento el tema, le dio pseudo-razones y
¡sanseacabó! no interviene para nada, ni de adorno, el conjunto de chicas y
chicos, inquilinos precarios de Plaza Bolívar.
¿Requiere el Congreso siquiera de una “campaña
de demolición” para acabar con su inexistente prestigio? Todo indica que no es
así. Se cae solo y se quiebra en millones de pedazos minúsculos sin otra
participación que la de ellos mismos, los legiferantes, que mutan con los años,
las torpezas, bestialidades, candideces, mentecatadas, borricadas en que suelen
expedirse en su lamentable vida pública. Es decir goza de autonomía y basta su
propia dinámica para derrumbarse. Sin pena ni gloria.
Cuando todo parecía haber llegado al paroxismo
de cómo funciona pésimo el Congreso, su presidente, un hombre jugado y de
larguísima experiencia municipal y legislativa, mete la pata y usa dinero
público para financiar un espectáculo artístico. ¿Con qué derecho Luis Alva
Castro yerra con tanta y calamitosa ausencia de sindéresis? Nadie puede dudar
de sus intereses culturales, editoriales, educativos. Ninguna de estas facetas
está en discusión y tampoco le avituallan de salvavidas en circunstancias que
su dimisión tampoco le libera de la comisión de una barbaridad. El daño está
hecho.
Cabe también otra interpretación. Los
estrategas de prensa e imagen corporativa del Congreso, en sabiendo del nulo
brillo de que está investida la institución, tomaron el rábano por las hojas y
decidieron, ellos mismos, suministrar material de escándalo a los medios de
comunicación. Total, parecieran decir: noticia es noticia. ¿Inverosímil? No
tanto. ¿De qué modo producen sucesos los legisladores? Con escándalos, cuando
fallecen o cuando se acogen a cédula viva para seguir cobrando como si
estuvieran en actividad. Y cuando ello ocurrió su discurso más celebre fue la única
palabra: Presente. Y su estancia fija: todos los fines de mes en la pagaduría.
Cuando el sismo del 2007 y se buscaba un nuevo
local para el Congreso, me permití sugerir la ciudad de Tacna. Imbuido de
patriotismo acendrado e irrecusable sustenté mi opinión expresando que la
patria necesita un gesto importante del Parlamento. En casus belli serían la
primera trinchera resistente. ¿Qué nación se resistiría a condecorar
póstumamente a 100 o más legisladores? ¿con gloria y con honor?
Desde Liberación, en el fujimorato, sugerí una
gran pira con legiferantes, pelotones de secretarias y legiones de asesores,
para gloria e iluminación de nuestra ciudad capital. Es obvio que no tuvo éxito
mi idea.
Por si las dudas y en conocimiento del grado
cultural de los habitantes del Congreso, es importante recordarles que fue
Lenin (el revolucionario ruso) quien afirmó que la Duma (asamblea de
representantes; no una marca de cigarrillos), el que llamó “establo burgués” al
Congreso. A mí, humilde periodista, no se me hubiera ocurrido tan magna
alusión.
Al Congreso, sólo le falta disolverse y
entonces lo haría en olor de multitudes a lo largo y ancho de todo el país.
Amén.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden
lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene
cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a
media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
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