Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
26-8-2024
El tren de la codicia
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Con magnífica pericia y detalle, la autora, Elizabeth
Ingunza Montero, acometió el propósito de contar partes esenciales de la
historia ferrocarrilera salitrera del Perú. El libro lleva por título: El
tren de la codicia. Una historia real de ferrocarriles, poder y desengaño en el
Perú.
Desatendido, por molicie tradicional, este aspecto tan bien
documentado como el trabajo de Ingunza, suélese pasar por alto este capítulo de
la expoliación que practicó Chile durante y después de la guerra (1879-1883) y
apenas observado el esfuerzo titánico de unos peruanos cuya fortuna se hizo en
base a trabajo de sol a sol, empeños genuinos y un indeclinable amor al suelo
patrio.
Párrafos escogidos de entre sus 370 páginas ilustran en
torno a desgraciados eventos, deslealtades criminales y mercenarismos en
quienes por su alta colocación, se esperaba y aguardaba lealtad al Perú y no
las suciedades que aún no han sido puntillosamente detalladas como merece
conocer el pueblo de quiénes fueron los apóstatas y proditores.
Leamos pues esta selección.
“En su época de auge, el salitre representó el más
importante ingreso del erario nacional. Resultaba imposible comercializarlo sin
transporte ferroviario. Así, salitre y ferrocarriles estaban indiscutiblemente
unidos y dependían el uno del otro. De ahí la enorme importancia de los
ferrocarriles salitreros que nacieron peruanos”.
“Para hacerse de una idea de la magnitud de las cifras que
se invirtieron en los Ferrocarriles Salitreros del Perú, cuyo costo fue de dos
millones de libras esterlinas en el siglo XIX, se puede tomar como referencia
el costo de los dos mejores buques de la armada peruana de aquellos días de la
guerra del Pacífico. El monitor Huáscar y la fragata Independencia, juntos
costaron la suma de ciento ochenta mil libras esterlinas”.
“Estos datos ofrecen cierta noción sobre la magnitud del
dinero que se manipuló durante las eras del salitre y del guano, en nuestro
país, y dan luces sobre la tremenda pérdida que supuso para todos los peruanos
quedarse sin el rico territorio de Tarapacá y sin los ferrocarriles
salitreros”.
“Han proclamado a Tomás Gutiérrez como nuevo presidente. Yo
pasaba por la Plaza de Armas y oí a su hermano Marceliano proclamarlo a voz en
cuello…. Balta fue llevado prisionero a un cuartel; parece que las damas están
todavía en Palacio…No se sabe cómo acceder a ella..Quizás por la parte de atrás
de Palacio. La verdad no sé señores. Hay mucho desconcierto. Dicen que don
Manuel Pardo, avisado del golpe, estaba bajo protección de la Marina y que don
Miguel Grau lo había llevado a bordo del Huáscar… .”
“Al mismo tiempo, Chile argumentaba sobre el tratado que
firmó Manuel Pardo en 1873. Nos declaró la guerra. Ya estábamos embarcados en
una situación cuidadosamente elaborada por los chilenos desde hacía mucho
tiempo antes del conflicto con Bolivia. El salitre era el objetivo y Tarapacá
era el territorio salitrero más rico del planeta”.
“La guerra devino en la ruina de la Compañía Nacional de los
Ferrocarriles Salitreros del Perú. No se pudieron honrar los compromisos
adquiridos con el mundo financiero. Bancos, accionistas… todos quedaron impagos
durante ese tiempo. Trasladar el salitre de Tarapacá era ahora un negocio de
chilenos e ingleses”.
“Nicolás de Piérola, enemigo personal de Prado, se apoderó
del sillón presidencial. Prado quedó desautorizado para negociar la compra de
material bélico en el extranjero. Piérola terminó por desarticular el Ejército
del Sur que comandaba Lizardo Montero, su enemigo declarado y, por perjudicarlo
a él, terminó perjudicándonos a todos. Parecía que el destino también estaba
jugando en contra del Perú”.
“En 1898, Nicolás de Piérola gobernaba el Perú. Era el mismo
que había sembrado nuestra desgracia en la guerra con Chile. Pero como la
memoria de nuestra gente era frágil y la política, muy poco transparente, ahí
estaba de nuevo el gran enemigo de Lizardo Montero”.
“En mi lucha por recuperar lo que una vez fue de Montero
Hermanos, pasé de todo: geografia desafiante, guerra, juicios, políticos
ineptos.. Tantas situaciones adversas me hicieron pensar que manejaba el tren
de la codicia y no los, alguna vez, auténticos ferrocarriles salitreros del
Perú” (Juan Manuel Montero).
Se lee en la contratapa de este magnífico libro, lo
siguiente:
“Los negocios, la
familia, la guerra con Chile y la política se entremezclan en esta novela
histórica de Elizabeth Ingunza Montero, de los Montero Elguera, a través de
quien se abren las páginas de un capítulo prácticamente inédito de nuestra
historia republicana y ferroviaria”.
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