Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
10-6-2024
Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
10-6-2024
Nuestros miserables
https://senaldealerta.pe/nuestros-miserables/#google_vignette
Miserable:
canalla, ruin, despreciable, perverso, abyecto, vil.
Los miserables.- Los
miserables (título original en francés: Les misérables) es una novela del poeta y escritor francés Víctor
Hugo publicada en 1862,
considerada una de las obras más importantes del siglo xix.
Pululan en nuestras
sociedades, al amparo de numerosos diplomas, cursos, condecoraciones y por
haber estado cerca de la ciencia económica, casi siempre logran puestos
decisivos en los comités de privatización que los gobiernos motorizan para
rematar a precio vil, las empresas del Estado.
Nadie en su sano juicio
podría afirmar que la pátina del Estado equivale a una gestión impecable. Suele
ser lo contrario porque el personal, desde el portero a los altos gerentes,
están divorciados de la entidad que es del resto de los peruanos y porque son
asaltables en todos los formatos.
¿Cuántos ex funcionarios que
han pertenecido al Estado lucen inexplicables signos exteriores de riqueza? Que
la mudez tradicional propia o pagada garantice silencio y vista gorda, no
significa que estas escandalosas circunstancias no sean notorias. ¡Mire a sus
vecinos y descubrirá no pocas sorpresas!
Pocas semanas atrás se puso
en marcha un balón de ensayo, para ver cómo se tomaría la privatización de
Petroperú. Por supuesto ¡infaltables! las entidades especializadas en riesgos
dieron su parecer foráneo y controvertido. Siempre procurarán que las grandes
empresas del Estado se mal vendan, a precio ruin, porque todo el resto cobra
por sus “servicios”.
¿Existe algún estudio
pormenorizado, con nombres y apellidos, de todos los que participaron en las
privatizaciones a partir del gobierno rufián de Kenya Fujimori en 1990? Por mal
ejemplo, Refinería La Pampilla se remató a US$ 186 millones de dólares. ¿Quién
la compró?: La empresa contaminadora Repsol que hasta hoy no repara el proyecto
de vida que malogró hace 2 años en el norte chico.
Cuando se conjugan esfuerzos
para privatizar, aunque el Perú pierda patrimonio y rentas, hay responsables
que no pueden –ni deben escudarse- detrás de esos comités vendepatrias. Cada
quien en la fiesta saca su tajada, aquí o en cuentas cifradas en paraísos
fiscales.
¿Qué hay de los grandes
estudios de abogángsteres? ¡Detrás de cada privatización hay bufetes que
proclaman honradez, idoneidad y honor, virtudes de las que carecen
absolutamente porque siguen asaltando al país.
En Perú rendimos culto al rodeo.
Pronunciamos con deleite el circunloquio para enredar más las cosas y los
funcionarios hacen del ambage razón científica para no decir nada y aparentar
gran ciencia y destreza en las “negociaciones”.
Cada vez que a algún
miserable privatizador se le ocurre algún “negocio”, tiene a disposición
patotas de informadores que se ofrecen para la propaganda en forma de
reportaje, investigación, denuncia. El fondo avieso es crear el clima propicio
que persuada al ciudadano y exclame: ¡hay que privatizar, el Estado es mal
empresario!
Desde hace años la
privatización del servicio de agua potable estuvo en el candelero, ahora tiene
una ministra que pareciera estar llegando al objetivo y ¡que pague el pueblo
que todo lo aguanta!
Hay ex ministros a quienes no
alcanzó el tiempo de gestión, para privatizar las cárceles. Y es un negocio que
se comenzó años atrás con los españoles pero que se detuvo o no terminó,
carezco de la certeza.
El privatizador es
dicharrachero, nada como pez en el agua cada vez que las falencias del Estado
fletan la opción privatizadora. Y afila las uñas, llama a los compadres,
jóvenes y expertos y antiguos, y se dispone a regalar lo que no es suyo ni le
costó jamás.
Los clubes electorales, alias
partidos políticos, ¿no debieran entrenar en los rudimentos mínimos a sus
directivos o afiliados para, en caso de adquirir responsabilidad, no ser los
vergonzosos vendepatria que claudican por cualquier cosa?
No hay pretexto válido para
malbaratear las empresas del Estado, el justiprecio representa una tarea
vigilante y acorde a los valores reales y la necesidad de su requerimiento.
Poner los números en azul no significa hacer el papel de pobres diablos que no
cautelan los recursos del Perú.
En las semanas que vienen
Perú observará el espectáculo de muchos fantoches resucitados para el delictivo
arte de la mala privatización. Wait and see.
https://senaldealerta.pe/nuestros-miserables/#google_vignette
Miserable:
canalla, ruin, despreciable, perverso, abyecto, vil.
Los miserables.- Los
miserables (título original en francés: Les misérables) es una novela del poeta y escritor francés Víctor
Hugo publicada en 1862,
considerada una de las obras más importantes del siglo xix.
Pululan en nuestras
sociedades, al amparo de numerosos diplomas, cursos, condecoraciones y por
haber estado cerca de la ciencia económica, casi siempre logran puestos
decisivos en los comités de privatización que los gobiernos motorizan para
rematar a precio vil, las empresas del Estado.
Nadie en su sano juicio
podría afirmar que la pátina del Estado equivale a una gestión impecable. Suele
ser lo contrario porque el personal, desde el portero a los altos gerentes,
están divorciados de la entidad que es del resto de los peruanos y porque son
asaltables en todos los formatos.
¿Cuántos ex funcionarios que
han pertenecido al Estado lucen inexplicables signos exteriores de riqueza? Que
la mudez tradicional propia o pagada garantice silencio y vista gorda, no
significa que estas escandalosas circunstancias no sean notorias. ¡Mire a sus
vecinos y descubrirá no pocas sorpresas!
Pocas semanas atrás se puso
en marcha un balón de ensayo, para ver cómo se tomaría la privatización de
Petroperú. Por supuesto ¡infaltables! las entidades especializadas en riesgos
dieron su parecer foráneo y controvertido. Siempre procurarán que las grandes
empresas del Estado se mal vendan, a precio ruin, porque todo el resto cobra
por sus “servicios”.
¿Existe algún estudio
pormenorizado, con nombres y apellidos, de todos los que participaron en las
privatizaciones a partir del gobierno rufián de Kenya Fujimori en 1990? Por mal
ejemplo, Refinería La Pampilla se remató a US$ 186 millones de dólares. ¿Quién
la compró?: La empresa contaminadora Repsol que hasta hoy no repara el proyecto
de vida que malogró hace 2 años en el norte chico.
Cuando se conjugan esfuerzos
para privatizar, aunque el Perú pierda patrimonio y rentas, hay responsables
que no pueden –ni deben escudarse- detrás de esos comités vendepatrias. Cada
quien en la fiesta saca su tajada, aquí o en cuentas cifradas en paraísos
fiscales.
¿Qué hay de los grandes
estudios de abogángsteres? ¡Detrás de cada privatización hay bufetes que
proclaman honradez, idoneidad y honor, virtudes de las que carecen
absolutamente porque siguen asaltando al país.
En Perú rendimos culto al rodeo.
Pronunciamos con deleite el circunloquio para enredar más las cosas y los
funcionarios hacen del ambage razón científica para no decir nada y aparentar
gran ciencia y destreza en las “negociaciones”.
Cada vez que a algún
miserable privatizador se le ocurre algún “negocio”, tiene a disposición
patotas de informadores que se ofrecen para la propaganda en forma de
reportaje, investigación, denuncia. El fondo avieso es crear el clima propicio
que persuada al ciudadano y exclame: ¡hay que privatizar, el Estado es mal
empresario!
Desde hace años la
privatización del servicio de agua potable estuvo en el candelero, ahora tiene
una ministra que pareciera estar llegando al objetivo y ¡que pague el pueblo
que todo lo aguanta!
Hay ex ministros a quienes no
alcanzó el tiempo de gestión, para privatizar las cárceles. Y es un negocio que
se comenzó años atrás con los españoles pero que se detuvo o no terminó,
carezco de la certeza.
El privatizador es
dicharrachero, nada como pez en el agua cada vez que las falencias del Estado
fletan la opción privatizadora. Y afila las uñas, llama a los compadres,
jóvenes y expertos y antiguos, y se dispone a regalar lo que no es suyo ni le
costó jamás.
Los clubes electorales, alias
partidos políticos, ¿no debieran entrenar en los rudimentos mínimos a sus
directivos o afiliados para, en caso de adquirir responsabilidad, no ser los
vergonzosos vendepatria que claudican por cualquier cosa?
No hay pretexto válido para
malbaratear las empresas del Estado, el justiprecio representa una tarea
vigilante y acorde a los valores reales y la necesidad de su requerimiento.
Poner los números en azul no significa hacer el papel de pobres diablos que no
cautelan los recursos del Perú.
En las semanas que vienen
Perú observará el espectáculo de muchos fantoches resucitados para el delictivo
arte de la mala privatización. Wait and see.
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