Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
23-5-2024
23 de mayo: alianza obrero-estudiantil
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Uno de los momentos estelares de la historia peruana lo
constituyó la insurgencia que juntó a los obreros y a los estudiantes en
rebeldía contra la maniobra política del presidente Leguía de consagrar la
república al Sagrado Corazón de Jesús.
Desde 1919 la vinculación estudiantil con los obreros había
alcanzado con victoria el régimen de las 8 horas de trabajo. Los
anarcosindicalistas y lo más esclarecido del segmento universitario maceraban
una alianza cuya presencia protagonizaría brillantes batallas contra la
injusticia y tiranías, desde entonces.
El congreso de Estudiantes realizado en Cusco en 1920,
consagró entre sus acuerdos la creación de las universidades populares. La educación
dejó de ser coto privilegiado de minorías sin mayor representación para dar
paso a estas instituciones genuinamente desde las bases.
En 1923 las Universidades Populares González Prada se enfrentaron
al régimen crecientemente dictatorial de Augusto B. Leguía. Con el pretexto de
una ceremonia religiosa, se pretendió asegurar la reelección del presidente.
Las UPGP, se pusieron a la cabeza de la protesta y una
asamblea estudiantil que desfiló por las calles centrales el 23 de mayo fue
atacada con armas de fuego por la Guardia Republicana al mando del coronel
Rufino Martínez. Dos víctimas, que resultaron simbólicas, cayeron esa tarde: el
estudiante de letras, Manuel Alarcón Vidalón y el obrero tranviario, Salomón
Ponce.
El sacrificio de un obrero y un estudiante, forjó
definitivamente, el 23 de mayo de 1923, una nueva conciencia popular. El país a
partir de entonces, no volvió a ser lo que fuera. Amanecía un nuevo Perú.
Desde la pila del patio de Derecho, de la antigua casona de
San Marcos, Haya de la Torre arenga a la juventud universitaria durante las jornadas
vibrantes del 23 de mayo. La oratoria fogosa, convincente y directa del líder
de los estudiantes y rector de las Universidades Populares fue la nota
característica de aquellas jornadas. Por primera vez desde la iniciación de su
gobierno en 1919, el presidente Leguía vio en peligro su estabilidad política
frente a la protesta de los obreros y los estudiantes, ajenos a todo enjuague
de la política criolla.
La oración en el cementerio
Millares de espectadores llenan los balcones y gradas de los
edificios. Todas las miradas se dirigen hacia el joven conductor del
movimiento. Hay un rumor admirativo. Desde el monumento a Bolívar y las
graderías del Senado, estalla una ovación que Víctor Raúl acalla con gesto
enérgico de la mano. Al acercarse al cementerio los aplausos se repiten: nunca
Lima ha contemplado tan grande muchedumbre como la que acompaña a los dos
jóvenes mártires por la libertad hasta la cripta de los caídos en la guerra con
Chile.
Desde este monumento Víctor Raúl da comienzo a una de las
más famosas oraciones de su vida de luchador:
“El quinto no matar, el quinto no matar….! son sus palabras
iniciales. Su memorable alocución dura exactamente veinte minutos, lo bastante
para su imprecación vibrante contra el “tirano de las manos ensangrentadas” y
el elocuente elogio de la juventud obrero estudiantil y obrera que “han sellado
su ejemplar fraternidad en la lucha viril e indeclinable por ideales eminentes,
coronada con el glorioso martirio que les ha impuesto la injusticia brutal del
despotismo.
Admoniza, severa y brillantemente a “los maestros” que no
han sabido enseñar a los jóvenes el sacrificado y honroso camino de la
oposición militante que ahora asumen ese penoso y fecundo magisterio moral al
señalar al Perú todo el verdadero comportamiento de una ciudadanía vejada… Y a
toda nuestra América el testimonio de que aunque la fuerza ahogue en sangre
nuestra protesta, ella seguirá iluminando las rutas hacia la libertad aún más
allá de la muerte”. El Partido del
Pueblo. Historia Gráfica del Aprismo, 1978; reedición mayo 2024.
Imprescindible subrayar esta fecha del 23 de mayo de 1923.
Porque los hechos de entonces sí representaron jalones de la historia nacional.
Generaciones populares y de formación desde las bases participaron en política
y en la lucha social.
El sacrificio del estudiante y el obrero diseñaron un modelo
unionista que debiera repetirse siempre. Si la sociedad contemporánea padece el
desastre de los sucesivos corruptos, inmorales y vendepatrias gobiernos, es
porque está desunida. Porque no puede plantar cara a los retos de los
poderosos.
Reemplazar el recuerdo de esta efemérides con pretextos
baladíes sólo puede ser excusa de vagos y excéntricos. O de vividores que sólo
buscan la oportunidad para filtrarse a vivir del Estado.
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