Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
17-2-2023
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
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¿A quiénes representa el
gobierno cuestionadísimo de doña Dina Boluarte? Por duro que suene, su
vinculación a más de 65 muertes violentas, es una credencial lamentable.
Otro tanto hay que
preguntar en torno a quienes fueron a Palacio en nombre de sus grupos
políticos. ¿Tienen tras de sí alguna fuerza popular organizada y capaz de
mantener esta curiosa “democracia”?
Ni lo uno ni lo otro.
¡Ataquemos al poder, el
gobierno lo tiene cualquiera!
El descontento expresado
en las marchas y protestas dan cuenta de una actitud disconforme con la
narrativa oficial amablemente difundida por toda la prensa concentrada y
empeñada en vendernos el cuento del rebrote terrorista y que estamos rodeados
de enemigos que se meten en nuestros asuntos internos.
La profunda indigencia
intelectual y geopolítica de los congresistas les impide admitir que la
política internacional del Perú está a cargo del o la presidente. Que doña Dina
se queje ahora que no le entreguen la presidencia pro témpore de la Alianza del
Pacífico, tiene mucho mar de fondo.
Peleados con México, con
Colombia, falta poquito para inventar algún problema y nos echamos encima a
toda la Alianza del Pacífico. Un caso de estupidez brillante digna de un
análisis psiquiátrico.
¿Y los
“constitucionalistas” esos intelectuales de la academia que no hesitan en
obsequiar al país con sus interpretaciones y legalismos afincados en diplomas y
medallas que tienen que ver poco o nada con las extremas causas de miseria y
terror que se vive en el Perú?
El parapeto de la ficción
democrática son los operadores públicos de un gobierno que no atina una porque
sus actos están cuestionados desde su misma génesis. Y en lo internacional, una
comedia de tristísimas y muy previsibles dificultades caras, muy caras.
El poder que manda y
determina qué se hace y qué no en Perú y en el mundo, nunca está en Palacio.
Está en los memos, llamadas telefónicas, emails y gritos desaforados de los
guardianes del gran capital que sólo consideran que los hombres y mujeres de
este país son guarismos fríos y que la productividad vía inversión importa más
que las muertes por desnutrición, ignorancia y envilecimiento de 33 millones de
peruanos.
Para el capitalismo
salvaje lo único válido son los réditos que se consiguen. El resto es basura.
Sólo que esa “basura” son seres humanos, fundamento y base de cualquier proceso
revolucionario.
Y si necesitan cifras y
análisis se lo piden o los envían desde empresas especializadas como Fitch
Ratings. Y los monaguillos serviles en los gobiernos dan por verdad cuanto
digan estas entidades financieras.
¿Juegan a favor de los
Estados y sus pueblos estas agencias del gran capital?
Un tema de fondo es que ni
tirios ni troyanos parecieran comprender que la exégesis debe ubicarse en una
zona del mundo sojuzgada, de la cual somos parte, y que desunidos como estamos
los países latinoamericanos, somos presa fácil.
Con políticos ignorantes,
soberbios en su orfandad intelectual y bulleros productores de eructos en lugar
de ideas, que otros nos dicten el derrotero es tarea fácil porque todo está
servido. Y la bandeja para que ganen fortunas cuantiosas en poco tiempo, es de
plata.
¿Cuál la salida política?
Tiene que haber alguna y el principio ineludible es comprender que una nave al
garete, como Perú, en algún momento encalla y naufraga. ¿O es eso lo que están
buscando las fuerzas oscuras?
El genuino poder no está
en los edificios oficiales. Existe el narcotráfico y sus corredores libres y
millonarios en el VRAE. Está en los eslabones financieros que no reinvierten en
Perú pero pagan minucias por la mano de obra porque el cholo es muy barato.
Y quienes piensan así son
estigmatizados y llamados “violentistas, terroristas, comunistas” y demás
adefesios.
Hoy, puestos en el abismo
de grandes claudicaciones que hundirán en el basurero de la historia a quienes
se conviertan en cómplices gonfaloneros de estas acciones, hay que llamar a la
conciencia nacional antimperialista.
Su tarea a conciencia y
con conciencia para que critique, piense, reflexione, anule tratados lesivos
que están por firmarse por un Poder Ejecutivo carente de cualquier
representatividad o respetabilidad política.
Que cada quien asuma su
responsabilidad y que conteste por ella. Y a los traidores habrá que
perseguirlos y fusilarlos moralmente por calles y plazas. Las leyes no los
sancionan ni castigan.
¡Atentos a la historia,
las tribunas aplauden lo que suena bien!
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