Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
17-1-2023
Estupidolandia
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En Estupidolandia no se tuvo mejor idea como leit motiv de
identidad que acuñar su frase más emblemática: ¡Aquí llueve para arriba!
Como en el Cambalache inmortal: ¡cualquiera es un señor, lo
mismo un burro que un gran profesor!
Sorpresa, pues, no causa que los ministros roten a cada rato.
Pero el asunto es más democrático aún: conserjes, legisladores, funcionarios,
cabilderos caza-contribuciones y cualquier mediocre aupado, también vive con protección
a prueba de toda inteligencia. (Son parte indispensable del sistema formal.)
País inmenso, rico en biodiversidad, también tiene el dudoso
privilegio de albergar a una fauna variopinta de logreros, mendigos
profesionales, peluqueros sociales, mediocres pedigueños, que se han creído la
fábula de sus logros "en la vida".
Si la Nación pudiera exportarlos, pagaría con creces su
deuda externa.
¿Qué se necesita para triunfar en Estupidolandia? A no
dudarlo, sine qua non, deviene la categoría indiscutible de estúpido. Recordemos,
a guisa de referencia qué dice un autor europeo, Giancarlo Livraghi, en su
libro sobre esta calidad humana:
"The power of stupidity, May 2009, p.
11: “Never underestimate the power of
human stupidity” .
When stupidity combines with other factors (as
happens quite often) the results can be devastating. In many situations human
stupidity is the origin of a series of events that combine into constantly
increasing complication, with effects that can be quite funny –until we
discover that they are tragic. In other cases stupidity is not the origin of
the problem, but all sorts of stupid behaviors make it worse and prevent
effective solutions”.
Cuando la
estupidez se combina con otros factores (como ocurre muy a menudo), los
resultados pueden ser devastadores. En muchas circunstancias la estupidez
humana es el origen de una serie de eventos que se complican constantemente,
con efectos acaso divertidos hasta que descubrimos su trágica índole. En otros
casos la estupidez no es el origen del problema, pero toda clase de
comportamientos estúpidos empeoran y envilecen las soluciones preventivas
eficaces.
Define Livraghi,
p. 13:
When we try
to understand stupidity, we are dealing with a subject that is scarcely
studied, rarely understood, broadly avoided because it’s uncomfortable and
disturbing (as we shall see in chapter 28.) It’s as though we all knew that we
are stupid, but we uneasy about admitting it."
Aún no hay gobierno que se atreva a inaugurar el Ministerio
de la Estupidez, aunque funciona de hecho, porque no encuentran doctores y
maestros con grados suma cum laude en Estupidez de alta calidad.
Pero méritos y quienes creen tener derecho hay. ¡Sobran!
Nos dicen que la policía actuó bien pero nadie entiende que
49 peruanos perdieran la vida a balazos.
Proclaman que la presidente Boluarte no renunciará porque
“viene la anarquía”, ¡como si viviéramos en el paraíso terrenal de miel y
confetti!
Por allí un ex presidente impulsa la participación de un muy
desconocido Consejo Interreligioso para que intermedie. ¿Y el Congreso, los
otros poderes, el Ejecutivo y Judicial, están pintados en la pared?
Los políticos, o los que así suelen llamarse a sí mismos,
sólo "piensan" en curules, en diputados y si se reivindica el Senado,
en esa cámara, más que sea.
Si la estupidez no construye y por el contrario, destruye,
deviene arduo comprender cómo es que el piloto automático funciona en ciénagas
de estupidez acrisolada, de capitán a paje.
Y sólo por la fruición frívola de concitar "noticias",
más de un estúpido estaría listo a asumir el ministerio de la Estupidez, total
-dice- tendría pelotones de secretarias, manadas de asesores, chofer y gasolina
por cuenta del Estado y gastos de representación, amén de sinecuras múltiples.
¡Cosa más grande en la vida, chico! exclamaba Leopoldo
Fernández, el genial cubano que interpretaba a Tres Patines.
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