Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-8-2016
Pachía-Tacna:
peruanidad e historia desde la niñez
Tuve la suerte de estar en Pachía, Tacna, el 28 de julio
reciente. Entonces pude comprobar cómo las raíces tempranas de la peruanidad
alcanzan cuotas emocionantes y que evocan las proezas de la defensa tacneña
luego del desastre del 26 de mayo de 1880 en el Alto de la Alianza.
Tras la derrota de la Batalla de Tacna, Pachía se constituyó
en el bastión desde donde operaban las guerrillas peruanas contra los invasores
y cómo en la adversidad de escasas vituallas y menos municiones Gregorio
Albarracín Lanchipa y el cubano Luis Pacheco Céspedes atacaban sin cuartel la
potente ofensiva chilena.
Atentos a la historia
¡Casi ni se recuerda que el 11 de noviembre de 1883, el
segundo combate de Pachía, los destacamentos nacionales derrotaron a los del
sur! Pero Pacheco no podía revertir el número inmenso de invasores y no tuvo
otra opción que retirarse a Tarata, Ticaco y Candarave en las alturas de la
heroica Tacna y otro grupo a Moquegua. Las acciones bélicas se produjeron
después de la proditora firma del Tratado de Ancón, 20-10-83
Y en las caras orgullosas de niños y niñas, casi todos con
rostros quemados por el sol y de padres migrantes desde el altiplano puneño, contrasté
casi de inmediato cómo allí se vive, goza y homenajea a la Patria cada 28 de
julio. Al margen de raza, credo o proveniencia.
El rol de los
docentes
Los maestros, esos olvidados secularmente por todos los
gobiernos, se encargan de instruir a los párvulos en cómo marchar al compás de
la banda, también escolar, y a entonar la letra de nuestro Himno. Oírlos cantar
estremece y ratifica que si las almas muertas están en Lima disputándose migajas,
en el extremo sur, en Pachía, está la raíz de los parapetos que la historia
reclama a un pueblo a menos de 60 kilómetros del vecino austral que llega por
miles diariamente a Tacna.
El alcalde de Pachía y todos sus concejales también
desfilaron y lo hicieron convictos y sonrientes como si los panoramas de Clío estuviesen
observando desde el pretérito heroico para construir un presente optimista y un
futuro inabdicable y por una zona cuyo sacrificio y estoica resistencia será
página imborrable para el Perú.
¡Qué lejos está Tacna
de la capital!
Y en Pachía y sus cerros múltiples perviven las sombras
tutelares de Albarracín, Pacheco, el soldado desconocido y la rabona heroica
que lo dieron todo por un país que en tiempo de guerra y emergencia, 1880, le
ignoró por abominable determinación de Nicolás de Piérola que prefirió la
efímera gloria politiquera que nutrir de balas y armas a los tacneños.
Y los que se llaman historiadores callan y cuentan otras
“verdades”, ocultando las traiciones y mentiras de que está lleno el relato de
“glorias” y de “héroes” que no pelearon o que a la hora suprema, huyeron del
país con salvoconducto firmado por el jefe de la invasión Patricio Lynch,
suceso que sí recuerdan Jorge Basadre y algunos otros, pero que no arriesgan
juicio crítico sobre tan insólito suceso.
Estar en Tacna permite respirar historia, otear el alma
regeneradora y columbrar el optimismo tenaz para más y más combates. Vale la pena preguntarse: ¿cómo contagiamos al resto
del país del espíritu de Pachía en singular y Tacna en general?
¡Que viva la niñez de Pachía y su demostración altiva de
amor por el Perú!
No comments:
Post a Comment