Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
26-7-2016
Derecho
constitucional a la risa
https://herbertmujicarojas.lamula.pe/2016/07/25/derecho-constitucional-a-la-risa/herbertmujicarojas/
Cuando una sociedad carece de
medios de expresión porque la gran mayoría –por no decir todos- sigue un patrón
en que la verdad no vale nada sino el modelo que se quiere hacer creer, la risa
deviene en un arma que da salud, censura al mal funcionario y demuestra la
garra y vitalidad del pueblo.
Por ejemplo. Si un juez
sentencia injustamente y le invoca la frase latina dura lex, sed lex (dura es
la ley, pero es la ley) y no hay mas que pagar con cárcel o reparación civil,
la bestialidad del magistrado, la risa puede –sin palabras- mostrar el enorme
desprecio hacia el individuo protagonista de este mal momento.
Si trasladamos el caso a una
autoridad civil, policial, política, municipal o regional, la trama puede ser
idéntica. El más débil, siempre sale herido porque el poderoso maneja todos los
mecanismos.
Entonces, la risa llega
fresca, ruidosa, bronca, plena en protesta con buen humor, sarcasmo y salud
contra toda clase de pesimismos.
Que los jóvenes estén adentrando
estos conceptos, llena de júbilo sin límites. En Perú la gente sólo sabe
quejarse y ha hecho del mal agüero menú diario y estupidez desde que nace hasta
que muere. Cuando se pregunta: ¿cómo te va?, la contestación invariable es:
¡allí vamos!, dejando entrever un infierno tras las palabrejas. Jamás un ¡muy
bien, siempre combativos y listos!
Y de algún modo, entre
carcajadas y emoliente en su tercera ronda en un quinto piso de peligrosos
riscos y peores caídas, el domingo tuve el privilegio de estar con dos jóvenes
de la decena que hacen sátira, crítica política, burla de altura y risa monda y
lironda y que conforman El Panfleto Perú, Christian y Orlando (en la foto),
en la hora y media que me concedieron en domingo de almuerzo a la insólita hora
de las 5 pm. (Nosotros apuramos el paso porque ellos estaban famélicos).
Y esto no es más que viñeta
de la entrevista que grabamos con celular travieso y confiable y que llegará al
pie de la letra antes de la primera quincena de agosto.
Para los de El Panfleto el arte quisquilloso de
reírse de mil y un situaciones, pasa por un examen jocoso pleno en
consideraciones-dardo para estúpidos o idiotas, de esos que se han creído el
cuento generoso que son “formadores de opinión” o “líderes políticos”. La
realidad es más dura que los sueños onanistas de no pocos de estos banales y
por eso en El Panfleto ocupan lugar
de preferencia a la hora de ser fusilados con sarcasmo, chascarrillo, risa y
más risa.
Debo confesar que un nuevo
Perú, desde la atalaya de la broma hasta la pícara cundería de socarrones
impenitentes pero sanos, está naciendo para alegría y amanecer de esperanza que
tanto requiere la purificación del país. Criticar riéndose, con voz
desenfadada, prescindiendo del engolamiento de la voz y pronunciarse como lo
hacen los de El Panfleto, constituye
nueva luz que ilumina el derrotero que los chicos de menos de 30 años empiezan
a diseñar con gran creatividad.
¿Está la risa contemplada en
el manojo de las leyes del Perú? Confieso mi ignorancia, pero aquí hay no pocos
que viven del sufrimiento del resto y tienen como divisa el pesimismo y la
maledicencia. Un pueblo alegre, con risa rápida y optimismo de ganadores, es el
mejor remedio contra los cuentistas de mal agüero y pesimistas de profesión.
Entonces, ¿cómo se hace para
instalar la risa como derecho constitucional? En buen romance ¿cómo metemos un
precepto en la Carta Magna que haga oficial el derecho a reírse que tienen
todos los peruanos? Hay que reírse de las malas autoridades, torpes e infames;
hay que reírse del político enano mental; hay que reírse del gnomo metido a
autoridad y que no entiende ni siquiera de por qué vive o para qué. Y, sobre
todo, hay que reírse para que todos los peruanos comprendan que sin risa no hay
edificación de grandes proyectos espirituales que mueven tierra y piedra para
labrar porvenires en la búsqueda de un Perú libre, justo y culto.
Habrá que reírse mientras
tanto, de los legisladores que muestren risa boba cuando se les presente el
proyecto de ley. Acaso sea llegada la hora que con sonrisa y risa en rostros
juveniles, las nuevas promociones, sepulten a los viejos que deben irse a la
tumba para nunca más volver.
Recordemos con el poeta colombiano
Antonio Muñoz Feijoo:
“ No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de la tumba fría;
muertos son los que tienen muerta el alma
…… y viven todavía.”
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