“¡Peligro! El pato Donald es populista”
por Ricardo
Ramos-Tremolada; rtremolada@gmail.com
24-1-2016
Implacable,
ha caído este fin de semana sobre Washington la tormenta Jonás. ¿Será devorada
la capital de EEUU por la ballena? Políticamente, al menos, podría ser. Sucede
que la política mundial está cambiando más rápido de lo imaginado, comenzando
con Washington DC. A un generalizado sentimiento anti establishment y contrario
a las élites políticas, ahora parece sumarse un cuestionamiento de la
democracia representativa en sí, que ya no parece funcionar como le gusta a las
élites plutocráticas. Y eso lo estamos viendo específicamente en tres países
bastante diferentes pero que padecen similares problemas con el sistema
político imperante. Me refiero a EEUU, España y Perú.
En
EEUU, los jerarcas del Partido Republicano no terminan de aceptar a sus dos
candidatos más votados: Donald Trump y Ted Cruz quienes, de acuerdo a las
últimas encuestas, cuentan juntos con casi el 60% del respaldo republicano.
Contra el primero están los supuestos ideólogos del partido, que hace unos días
salieron sin pelos en la lengua en la revista “National Review” en una suerte
de manifiesto “Against Trump” (Contra Trump). Por otro lado, en Washington, los
representantes republicanos no quieren saber nada de Ted Cruz como posible
candidato de su partido. ¿Qué está ocurriendo? Simple: la democracia representativa
les está jugando una mala pasada a esos egregios ‘demócratas’ republicanos que
acusaron hasta el cansancio a líderes latinoamericanos como Correa, Morales o
Chávez de ‘populistas’, la misma tacha que hoy tratan de achacarle a Trump. Siendo
que se trata de líderes de tan disímiles ideologías y programas, lo único que
tienen en común es que afectan los intereses de esas élites y terminan, por
tanto, encasillados como ‘populistas’.
En esa
línea, no me extrañaría que, en un hipotético enfrentamiento entre Donald Trump
y Bernie Sanders, se olviden de lo dicho hoy y consideren a Bernie como
populista, obviamente para desacreditarlo, y terminen apoyando a Trump,
olvidándose de sus actuales invectivas. Y es Bernie Sanders quien sigue
adquiriendo, contra viento y marea –y contra todo el dinero de las grandes
corporaciones- mayor legitimidad entre la población norteamericana,
especialmente las minorías, los estudiantes y los intelectuales. Y su mensaje,
a diferencia de los demás, es esencialmente principista. Y eso no es poco decir
en un mundo como el de hoy. Enhorabuena, pues no todo está perdido.
En
España pasa otro tanto con la debacle del bipartidismo PP/PSOE y el auge de Podemos
y Ciudadanos. Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha puesto contra las cuerdas
tanto al PP como al PSOE: de motu proprio se ha ofrecido como candidato a la
vice presidencia en un eventual triunvirato con Pedro Sánchez (PSOE) y Alberto Garzón
(Izquierda Unida). Muy zorro Iglesias, sin duda, pero no es una blanca paloma (su
tono arrogante preocupa y crea lícitas desconfianzas) ni tampoco tiene un pelo
de tonto. Sabe que lo más probable es que el PSOE no acepte sus condiciones y por
eso juega una carta efectista. Cree que así quedaría limpio de polvo y paja ante
el electorado; además, ya nadie lo podría acusar de falta de voluntad política.
Sin embargo, ¿qué legitimidad le otorga un 12% del respaldo ciudadano? Escasa. Pese
a ello, si PSOE y PP siguen jugando a una democracia de ‘charanga y pandereta’,
en unas nuevas elecciones podría recibir Pablo Iglesias el respaldo que sigue
perdiendo el PSOE. Y aquí viene mi preocupación: en ese hipotético escenario
–Podemos y Pablo Iglesias como eventual gobierno- ¿sería aceptado por los dos
grandes partidos que se han repartido el poder en España en las últimas décadas?
Sinceramente,
lo dudo. También en España el ‘populismo’ podría ser sinónimo de veto.
Por
último, en el Perú –país con un desarrollo económico cuasi modélico en América
Latina-, la política parece ser un circo. Hay 19 candidatos a la presidencia y
se han dado los más inimaginables pactos electorales. Sin embargo, la gran
pelea es, hoy por hoy, por el segundo lugar. Nadie duda que el primer lugar ya
tiene nombre propio: Keiko Fujimori, hija del dictador Alberto Fujimori, quien dirige
la campaña de su heredera desde la cárcel. Y pese al enorme desprestigio de su
padre y de su partido –un pasado dictatorial, corrupto y asesino- una porción
importante del electorado la prefieren, nos guste o no.
¿Y a
qué juegan los 18 candidatos restantes? Eso está por verse. Muchos de ellos ya
coquetearon con el fujimorismo y otros están en compás de espera, a ver “si me
gano alguito.” Eso es lo triste, en el caso peruano: mayoritariamente, casi
todos apuestan por sus propios intereses, que en muchos casos (o quizás en
todos) implican potenciales y jugosos negociados desde el poder. Importa muy
poco que tengan alguna legitimidad frente a la ciudadanía: el objetivo es
llegar al poder. Y sin legitimidad, esa democracia “realmente existente” rodará,
indefectiblemente, cuesta abajo, víctima de las maniobras de una casta
intocable, todopoderosa y anónima que hace tiempo gobierna el mundo.
¿Y el
pato Donald? Los tiempos, sin duda, también están cambiando para él. ……………………….
**rtremolada@gmail.com
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