Controversia en la FIFA: una perspectiva política
por Oscar Silva Valladares; oscar.silva1@btinternet.com
https://herbertmujicarojas.lamula.pe/2015/05/31/controversia-en-la-fifa-una-perspectiva-politica/herbertmujicarojas/
30-5-2015
Para entender objetivamente la controversia que rodea a la FIFA no sólo
hay que tomar en cuenta la supuesta corrupción de ciertos ejecutivos en esta
organización. Más allá de esto, existe un contexto geopolítico muy
importante y que se explica por el papel que juega el fútbol como el deporte
más popular de la humanidad y su valor como arma política y de prestigio para
gobiernos.
El senador norteamericano John McCain, cuya reputación cavernaria de
extrema derecha es muy conocida, hace algunos días expresó abiertamente su deseo
de que Sepp Blatter dejara su cargo como presidente de la FIFA ya que éste se
oponía a quitar a Rusia el derecho a organizar el próximo campeonato mundial en
2018 como represalia por la reincorporación de Crimea a la Federación Rusa y a
la supuesta intervención militar rusa en Ucrania.
Cuando Rusia y Qatar ganaron por votación mayoritaria de los países
miembros de la FIFA el derecho de ser anfitriones en los mundiales del 2018 y
2022, respectivamente, sólo hubo una reacción inmediata de extrañeza por la
elección de Qatar. No hubo ninguna protesta contra la elección de
Rusia, pese a que hubo por cierto gran decepción especialmente en Inglaterra
que, como contendor principal, había alistado al primer ministro Cameron en el
esfuerzo de convencer a los delegados sobre los méritos del país inventor del
futbol para organizar, una vez más, el Mundial.
Las alegaciones iniciales de corrupción en la elección de los
anfitriones de los mundiales del 2018 y 2022 solo tocaron inicialmente a
Qatar. La protesta contra Qatar ha crecido y aun tiene impulso
debido al maltrato a los trabajadores inmigrantes del Subcontinente Indico que
participan en la construcción de los estadios qataríes, maltrato aberrante que
lo he visto personalmente y que tal vez se explica en una región del mundo que
aun no ha cambiado mucho y en la cual la esclavitud solamente fue abolida
oficialmente entre 1952 (Qatar) y 1970 (Omán).
Las alegaciones contra Rusia sólo comenzaron luego de los eventos en
Crimea y en Ucrania en 2014. Esta campaña se ha incrementado
especialmente con el crecimiento de la histeria anti-rusa en
Occidente. Debido al evidente fracaso del reciente bloqueo económico
occidental contra Rusia y a la dificultad de probar su intervención militar
como argumento contra un bloqueo al Mundial en 2018 (bloqueo que, de
efectuarse, sí tendría un impacto negativo muy importante en el prestigio de
este país), los cañones apuntan ahora hacia una supuesta corrupción no sólo en
la elección de Qatar como anfitrión, sino también en la de
Rusia. Rusia y Qatar están ahora, irónicamente debido a la gran
diferencia entre ambos países, en el mismo banquillo de los acusados.
La ofensiva judicial norteamericana de los últimos días se explica para
mí en este contexto. La justificación para que el Departamento de
Justicia norteamericano intervenga es muy tenue (no solamente por venir de
donde viene, es decir de un país que tiene la arrogancia de llamar ‘football’ a
un rugby adulterado con cascos), sino porque la conexión legal es también muy ínfima. Pero
la sincronización de los arrestos sí fue muy efectiva, y no se explica por el
hecho de razones prácticas (la conveniente presencia de los acusados en Suiza
para el congreso de la FIFA) sino por haber sido lanzadaad portas de
la reelección de la presidencia de la FIFA. Este fue un intento muy
norteamericano por ‘mover el bote’ con la esperanza de provocar una derrota a
Blatter y poner a la cabeza de la FIFA a un oscuro jordano que no
recuerdo haya sido buen jugador de futbol aunque sí es muy condescendiente al
bloque occidental anti-Blatter.
La re-elección de Blatter ha sido un rotundo fracaso de aquellos que
quieren utilizar la FIFA para fines geopolíticos y de política
interna. Si existe corrupción, que ésta sea investigada por cuerpos
judiciales apropiados e independientes, incluyendo los países en los cuales se
sufre por esto. Blatter tiene por cierto una responsabilidad ejecutiva y moral
y tiene que tomar acciones efectivas para cambiar radicalmente la mala imagen
que ahora tiene la FIFA, particularmente en occidente.
Para aquellos que recordamos borrosamente las ‘radiofotos’ de Pelé en el
Mundial de Suecia en 1958 y las historias contadas por nuestros padres sobre el
‘maracanazo’ del 50 y el genio de Ferenc Puscas en 1954, el campeonato mundial
tenía la imagen de dos colosos (Sudamérica y Europa) que se
alternaban en la supremacía en un campeonato simple y claro entre 16
equipos. Todo esto cambió con Sepp Blatter, quien tuvo el
genio y la visión de reconocer el potencial futbolístico a nivel planetario y
reorganizó la FIFA para convertirse en una organización genuinamente
representativa del mundo futbolístico. Su interés en crear este tipo
de organización, y el apoyo económico que la FIFA ha invertido en este esfuerzo
en países pobres, le dieron a Blatter la popularidad y aceptación que le han
permitido ganar la presidencia de la FIFA por cinco veces consecutivas y con
mayorías que son la envidia de cualquier político de marca mayor o menor.
Blatter tiene otras habilidades muy suizas, incluyendo una clara
aversión a ver al futbol como objeto de agendas políticas de
gobiernos. Esto explica también su esfuerzo en disipar exitosamente
la reciente animosidad palestino-israelita y que hubiera creado precedentes
funestos si Israel hubiera sido expulsado de la FIFA.
La transformación del campeonato mundial de futbol en un evento en el
cual participa representativamente todo el planeta no es por cierto del agrado
de muchos aficionados. Las federaciones de Europa creen que la
superioridad técnica futbolística del continente no es avalada en un sistema en
el cual oscuros países del tercer mundo obtienen el derecho de jugar en el
Mundial a costa de mejores equipos. Claro que hay un
razonamiento político detrás de esta renovada estructura, pero está basada creo
yo en un propósito elevado. No hay nada más convincente que la sana
alegría de un niño pobre en una oscura barriada alentando al equipo de su país
frente a un televisor.
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