por Herbert Mujica Rojas
4-9-2007
Convemar: ¡un fracaso sin atenuantes!
Hizo el gobierno lo único posible, decente y patriótico que debía
hacer: declinar la adhesión peruana a la Convención del Mar y hacer
oídos sordos a todos los alharaquientos que han mentido contumazmente
sosteniendo que este instrumento internacional servía para el litigio
probable en la Corte de La Haya con Chile por la pendiente
delimitación marítima. El fracaso sin atenuantes de los traidores que
quieren regalar el Mar de Grau, la riqueza mineral, gasífera y
energética de sus fondos y la inmensa capacidad pesquera, ha sido una
derrota vergonzosa, letal, sin excusas, integral, formidable. Ha
triunfado el Perú.
Importante, por el deber de conciencia que mostró en vida y su
lealísima postura para con los intereses sagrados e indubitables del
Perú, recordar en este momento de reflexión feliz, al maestro y
patriota integérrimo Alfonso Benavides Correa desaparecido pocos meses
atrás. A él débense batallas tenaces, argumentaciones nunca rebatidas,
artículos periodísticos, en defensa del Mar de Grau, de potentes y
esclarecedoras luces intelectuales cuanto que doctrinarias. Como el
Cid, gana lides el maestro Alfonso, tras su paso a la eternidad.
¿Bastará la posición nacional mostrada por el Ejecutivo y la Comisión
respectiva del Congreso para acallar a los lenguaraces farsantes que
promueven la adhesión del Perú a la Convención del Mar? No estoy muy
seguro. Aquí hay mucho más que un instrumento jurídico internacional.
Hay dólares que sufragan proyectitos, tallercitos, fórums, libritos,
para fabricar la plataforma que permita el saqueo y expoliación del
Mar de Grau a cargo de potencias extranjeras que navegarían a partir
de la milla 13, más allá de la Zona Económica que establece la
Convemar. Y los traidores vienen trabajando desde hace mucho tiempo.
¿Callarán aquellos ahora que Perú adoptó una sola posición ante la
inminencia de un litigio en la Corte de La Haya con Chile? Hay
algunos, como el tristemente célebre caso del ex canciller de Kenya
Fujimori, Eduardo Ferrero, que hablan para dar cuenta que existen y
hay medios que dan cabida a mediocres como éste. No es desdeñable
recordar que algunas fundaciones norteamericanas, reputadas como
cercanas a la CIA, como la Fundación Ford, han invertido en ONGs
cientos de miles de dólares con propósitos, de repente interesantes,
pero en modo alguno a favor del Perú, sino de su debilitamiento
geopolítico. La Convemar ha sido una de estas actividades.
Todo aquél que, en trance de entrar en pelea jurídica, interrumpa,
distorsione, envilezca, la orientación nacional ¡es traidor! ¿Cuántos
millones de dólares malgastó Cancillería en el 2005 con esa campañita
en los medios con pescaditos, propaganda a favor de la Convemar y que
tuvo que ser sacada de circulación ante el estrepitoso, evidente y
clamoroso fracaso de entonces? ¿quiénes son los responsables? Propongo
que se los identifique, señalice públicamente y se les haga pagar, de
su propio peculio, el dinero que se tiró al agua porque el pueblo
peruano ¡no puede ser la víctima eterna de las aventuras traidoras en
que incurren felones muy conocidos!
Los partidos políticos, mejor dicho los clubes electorales, que
aspiran a convertirse en reales organizaciones capaces de promover las
mejores causas patrióticas, tienen que tocar estos temas y preparar
líderes con versación intelectual, doctrinaria y cultural para no
hacer el ridículo presente. ¡Ni uno solo aguanta un debate, de
cualquier tienda y por eso hay multitud de envanecidos y auto-llamados
internacionalistas, estrategas, politólogos, que se reputan como
sapientísimos expertos!
Ignorantes en geopolítica, validos sólo para la sinecura y el puesto
estatal efímero o el negocio con nombre propio y episódico, los clubes
marchan ineluctablemente hacia su extinción. ¿Alguien podría dudar que
sólo queda cáscara en lugar de genuinos, macizos y poderosos partidos
políticos?
La Convención de Mar fue presentada, por sus adherentes, como refuerzo
de la posición peruana ante un contencioso de límites. El canciller
José García Belaunde en nombre del gobierno y en interpretación clara,
inequívoca, firme, de cómo piensan las mayorías nacionales, ha dicho
que no es así, que ésta no es indispensable, dando un fuerte puntapié
en el trasero a los venales. Y esa es la actitud de Perú. Cualquier
otra cosa es simple y repugnante traición. Amén.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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