Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
20-7-2016
Quien escucha a Don Nadie, es Don Ninguno
Perú produce, cada cierto
tiempo, ejemplares de sentina, focos negros de los que nada se aprende, su
continente es nulo, la estampa es feraz en naderías, la suma de sus
contravirtudes es un cero categórico.
Cuando la mordacidad atroz de
Luis Alberto Sánchez funcionaba, algo que era muy frecuente y ¡ay del
escogido!, el maestro con voz educada pronunciaba la sentencia, especialmente
en el Congreso: ¡no rebuzna porque es tímido!
Y legiferantes con miopía,
presbicia y estrabismo oratorio hemos tenido por cientos. Don Manuel González
Prada hablaba de logomaquia y sugería a los Congresos la posibilidad de
contemplar, por debate y discusión y luego ley, la opción terminante de
disolverse para siempre. No nos extrañe, pues, que en los días que corren,
existan esos ejemplares.
Cuando la insolente mayoría
fujimorista en el Parlamento entre 1995-2000, Perú sufrió por la falta de
cultura, nivel académico o decencia de no pocos de aquellos. La ex candidata
Keiko debió haber tenido algunas buenas razones para alejar a los dinosaurios
de las listas postulantes. Pero no siempre el cernidor trabaja bien. ¿O no?
Para prueba una anécdota.
Escribí en Liberación en el
2000, bajo la dirección de César Hildebrandt que entonces acogía mis modestos
aportes, una crónica citando a González Prada. Me enteré con los días, que una
doña de lengua viperina había ordenado a su asesor “conseguir la dirección y LE
de don Manuel”. Cuando el ayudante, como es obvio, pretendió explicarle que eso
era imposible, la energúmena lo despidió bajo la especie que “nadie puede
ofender al presidente”.
Entonces, las conclusiones no
pueden ser más divertidas cuanto que dicientes de qué clase de especímenes
pueblan el Congreso en eras de oscurantismo feraz y estupidez elevada a nivel
de política de Estado.
En realidades como la
nuestra, el idiota es “analista” o “estratega político”. El vendepatria “hombre
de negocios”. El bruto genuino o imbécil genético “se las sabe todas”. El
regalón del patrimonio nacional “estadista”. Debajo de cada piedra o en cada
rama de árbol en Costa, Sierra o Montaña, se guarecen los genios progresistas
capaces de sacar al Perú de su postrada frustración de ser un país incapaz de
superar su estructura primario-exportadora y repetidora de modelos foráneos
fracasados. He allí un dilema que corresponde enfrentar y vencer a las nuevas
juventudes.
Entonces vale la pena
preguntarse si la culpa es de los Don Nadie que producen esperpentos naturales
en ellos, no viven de otro modo, o de quienes al escucharles tornan en Don
Ninguno. El tarado o limitado estará orgulloso de sus confines siempre, desde
el nacimiento a la tumba, porque jamás oteará mayores horizontes. ¿Por causa de
qué hay que dar bola a quienes no lo merecen?
Es un tema de inteligencia
que tiene que ser pasaporte sublime para una mejor comprensión de los sucesos.
Pretender que Don Nadie nos convierta en Don Ninguno es coto privado de los
brutitos. Que los miedos de comunicación se hagan eco de tanta barbaridad no
extraña. Lo horrendo e inamisible es que los seres perspicaces se enloden en
aguas pestilentes.
El señor Héctor Becerril ha
promocionado una foto trucada o falsificada que muestra a la ex candidata
Verónika Mendoza afincada en credos de nula validez. Lo vulgar es patente. Pero
más firme que el rechazo debiera ser el silencio de conmiseración ante tanta
bajeza.
Así de simple.
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