por Herbert Mujica Rojas
28-5-2008
¿Olvidarán (también) el 7 de junio?
Por la vía de los hechos, la administración actual viene impulsando la
inadvertencia de fechas que conmemoran hechos cúspides, esencialmente
referidos a la guerra de invasión que impulsó Chile contra Perú entre
1879-1883. En noviembre del 2007, un vendepatria desde Defensa,
"olvidó" la conmemoración de la Batalla de Tarapacá y los actos
alusivos, y acontecieron, idénticos como reprobables sucesos, con el
Combate de Iquique el 21 de los corrientes y la Batalla de Tacna el
26. No se puede ser profeta del pasado ni cambiar los resultados harto
conocidos, pero tampoco se debe asesinar a Clío aherrojando la memoria
colectiva del pueblo peruano al tacho como si no fuera éste un pueblo
con miles de años, pasado imperial y destino rector en América Latina.
¿O, no es así?
Por tanto, cuando apenas faltan unos pocos días, para un aniversario
de la gesta de Arica, es pertinente preguntar a los responsables:
¿olvidarán también el 7 de junio? ¿y en nombre de qué paz o qué
integración, con amnesia vil, pretenden echar a andar? ¿o todos tienen
la consigna de guardar silencio oprobioso, mudez de inválidos e
indiferencia de criminales?
Para los sectores involucrados en la política, el gobierno, la
oposición y la vida institucional del país, pareciera no existir un
pasado, con sus yerros, afirmaciones, éxitos y fracasos. No obstante,
no se debe dejar de notar que éste es un país, tan pero tan rico, que
ha resistido el pillaje, la expoliación, el bandidaje de múltiples
bandas en Palacio de gobierno y aún así persiste concitando la
avalancha de inversionistas que no vienen a hacer de Madres Teresas,
sino a ganar dinero. Y deber inexcusable nuestro es el de saber
plantear las mejores y más revolucionarias condiciones para un
beneficio conjunto y con miras a la recuperación de esa capitanía
geopolítica que fue el Perú –y debe volver a ser- merced a sus
riquezas naturales y las que se generen con valor agregado y, sobre
todo, a ese conglomerado impresionante que es su pueblo cuando
transita por las avenidas del orden, la disciplina, la fe y la acción.
La guerra de 1879 destruyó casi todo el país físico, sin embargo, en
las Breñas, el espíritu indómito, el pueblo en armas, no cejó y peleó.
Sin traidores y cómplices como Iglesias y su grupo, Perú, con un
gobierno impuesto por el invasor a su medida y utilidad, habría
seguido siendo una causa desesperante e incomprensible para los hunos
y su pezuña abusiva.
Se dice con frivolidad que Perú sólo celebra derrotas. ¿Qué otra cosa
fue el acontecimiento a que nos llevó la oligarquía miope, pusilánime,
europeizante, que gobernaba Perú en 1879?: ¡una catástrofe con
pronóstico más que cantado! ¿No fue acaso el gobierno de Manuel Pardo,
a quien se etiqueta maniqueamente, como si eso constituyera per se un
mérito, como el primer gobernante civil, el que nos llevó hacia el
fatal desequilibrio naval con Chile? ¿Por causa de qué los
historiadores, nietos, bisnietos, hijastros, frutos de amores ilícitos
y algunos legítimos, no ilustran al país de tantas y tantas mentiras,
"escritas" para proteger a sus parientes, ponerles sus nombres a las
calles y plazas y trocarlos héroes de peleas en que no estuvieron
porque jamás sintieron al Perú como suyo? No obstante de lo dicho,
cuando un país, empujado por timoneles enloquecidos, es atacado por la
fiebre del olvido adrede, entonces, camina al despeñadero irremisible
porque si no sabe cuál fue su pasado, cualquier futuro puede ser
interesante, rentable, con inversiones y seguridad jurídica. Tanto
monta, monta tanto, Isabel como Fernando, reza el dicho castellano.
No se trata de enconar odios sino de producir, junto a la infaltable
recordación y homenaje a los que cayeron por la patria, las fechas que
jalonan y brindan el espectáculo de efemérides que celebrar con
respeto y amor patriótico. Flaco favor, si alguno, hacen quienes
pretenden el "olvido" que, a la larga, es el perdón gratuito hacia
quienes hasta hoy no se disculpan por sus atrocidades y porque tienen
sobre sí, esa pesada carga en sus conciencias. La andadura a una
complementariedad con los del sur, será creación heroica por sobre
condiciones puntuales que guíen hacia el respeto mutuo, la valoración
entrambas naciones y, sobre todo, a la sinceridad de la que se tienen
que dar muestras no en el papel ni en los discursos, sino en la
realidad tangible, visible y de la que son testigos los mismos pueblos
de allá o acullá.
Que unos pelanduscos irresponsables crean que tienen como motivo de
sus tristes vidas, olvidar la historia, sus enseñanzas que son nuestro
pasado, tal cual fue, es un asunto particular y hasta posible. Lo
indigesto es la neumática de estupidización permitida por todos los
protagonistas que están ocupados en "analizar" cómo mata un integrante
del Establo a un perro mascota o demasiado consternados por la salud
de un ex dictador delincuente, pero incapaces en toda la línea de
protestar cuando les roban hasta el DNI de su pasado. ¿Y qué puede
decirse de nuestros "historiadores"? Más de lo mismo, bailan al son
que las faltriqueras y sus sinfonías exudan por la obesidad de sus
volúmenes. Entonces, normalmente no dicen nada. Y cuando lo hacen, lo
"orientan" según las indicaciones que el menú o lo políticamente
conveniente, les dicta. ¡Pamplinas!
Preguntemos otra vez: ¿Olvidarán (también) el 7 de junio?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
Lea www.voltairenet.org/es
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Skype: hmujica
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