Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
5-2-2024
La toma del poder
https://senaldealerta.pe/la-toma-del-poder/
En el esquema clásico, la toma del poder ocupa un rol
relevante. Quienes -partido, frente, coalición- lo asuman tendrán el duro reto
de organizar un gobierno que contemple las aspiraciones mayoritarias.
Dejemos constancia clara que llegar a Palacio no equivale a
tomar el poder, acaso a la plataforma administrativa. No hay diseño popular sin
masas genuinas y convictas.
Hasta hoy todos los gobiernos del Perú han representado a
minorías, grupúsculos y los que hicieron
frontis fueron unos. Los del poder real, otros, los mandones de siempre que
sometieron con dinero, mucho dinero y poder de coerción a quienes dieron la
cara.
Por cierto, la garrulería barata de que están inflamados los
clubes electorales, alias partidos políticos, sólo proclama la “necesidad” de
acceder a puestos parlamentarios y administrativos. ¿Cambio, revolución,
regeneración, limpieza moral? ¡Pamplinas!
El Estado y su representante episódico cada 5 años, el
gobierno, en Perú no representa a las grandes mayorías. No responde a sus
expectativas de justicia, pan con libertad o igualdad. Por el contrario, es
vocero de grupos minúsculos que persisten en la creencia que el país es una
chacra, ellos son los mandones y el resto debe acatar cuanto se les ocurra y de
lo que se trata es ¡que no toquen sus intereses y ganancias!
Para el desaparecido profesor Francisco Durand “Nuestro
estudio sirve para reflexionar sobre un fenómeno no solo poco estudiado sino
pobremente comprendido. La captura del Estado, un pernicioso juego de poder
contemporáneo, puede ocurrir en democracias o en dictaduras, y es por lo tanto
un fenómeno que no está relacionado a un tipo particular de régimen, indicando
cómo ciertos poderes, en este caso el corporativo, pueden lograr privilegios y
ventajas con gobiernos elegidos o gobiernos de facto. La captura económica o
corporativa, sin embargo, preocupa más en las democracias, porque en principio
la suma de decisiones debe ser transparente y operar en un sistema de rendición
de cuentas y estado de derecho”. Odebrecht, la empresa que capturaba gobiernos,
p. 275, Lima, 2018.
El divorcio de los clubes electorales con las masas populares
se explica en que aquellos impulsan lo que les lleve a ganar algún puestito con
sueldo fijo y sinecuras de protocolo y facilidades. Primero ellos –dicen- y
luego, el resto.
El camino por las urnas, desprestigiado e insuficiente, no
parece encontrar reemplazo eficaz. Las asonadas, golpes, revueltas en nuestra
historia republicana, siempre resultaron aventurerismos indignos y prohijadores
de la corrupción.
La problemática fundamental sobre qué tipo de Estado y para
qué, está totalmente olvidada por los clubes electorales, mal llamados
“partidos políticos”.
El Estado y sus gobiernos son coto de caza de las sucesivas
mafias que alternan colocaciones o manejan de manera mixta las riendas de cómo
se administra el poder en el Perú y, ciertamente, muy de acuerdo con los
genuinos y grandes poderes que dominan al mundo y que determinan qué produce y
qué no Perú, cómo cotiza su moneda, qué clase de sistema económico predomina, si
extractivista o exportador de piedras, manteniendo al país engrilletado a
cánones tradicionales.
Las mafias que gobiernan desde siempre por “linaje”, apellido
con autobombo, “tradición” y traiciones en todo orden de cosas: note el lector
quiénes rotan de canal en canal, diario en diario, radioemisora en
radioemisora, ministerio en ministerio, de gobierno a gobierno y constatará la
subrayada repetición de “politólogos, analistas, estrategas, exégetas” que son
los mismos desde hace 40 o más años y con una mediocridad disimulada por
toneladas de “estudios” o cantinfladas llamadas pautas o carpetas o diseños
estratégicos y rimbombancias por el estilo.
Desde entonces el capitalismo salvaje, la explotación del
hombre por el Estado y por el hombre, es ley sin derechos para las grandes
mayorías ni quién los defienda porque todos los poderes: Ejecutivo, Legislativo
y Judicial, están en su contra.
El manto aparente de legalidad es la jurisprudencia de
minorías insolentes, discriminadoras y deshonestas que no dudan en hacer leyes
desvergonzadas, indemnizarse a sí mismos y prestarse dinero por cientos de
millones a bajo interés cuando ellos colocan ese dinero a más alto porcentaje
con perjuicio de los clientes.
La toma del poder y cómo obtenerlo debiera ocupar un plano
central en las preocupaciones y ambiciones de la política peruana. “Olvidar” el
tema, es obsequiarlo –como sucede hoy- a las mafias que hacen lo que les viene
en gana.
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