Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
29-4-2023
¿Por qué somos así los peruanos?
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Vemos a los rateros circular por las oficinas de la
burocracia del Estado; de ministerio en ministerio, de curul en curul. Su
deporte es gastar el dinero de los contribuyentes: una parte para la diversión
y otra –la más cuantiosa- para el bolsillo.
En Perú nos sobran los ladrones de la fe pública y a esos
los votan y llamados a comparecer ante la justicia, se escapan a paraísos con
playas o se meten un balazo.
Los compinches pretenden, en voltereta desvergonzada,
convertir a los pusilánimes en héroes y a los traidores en prohombres de la
Patria.
Pretender en un artículo efímero y modesto, describir si los
peruanos sabemos cómo somos y debido a qué causas, constituiría un esfuerzo
mayúsculo y muy superior a las escasísimas capacidades de quien es sólo un
aficionado a la redacción.
Sí es posible arriesgar algunas consideraciones que podrían
resultar interesantes.
¿Siente lo mismo un peruano de Tumbes, de calores
ecuatoriales, que el altiplánico de fríos recios y alturas no aptas para
quienes sufren del corazón?
¿Qué los une a ambos? ¿Una bandera, un himno, una geografía?
¿Una historia común? Me atrevo a decir que Perú son muchas historias a la vez,
no pocas con sabor a lágrima y opresión y con distintivas cuotas locales.
Hay una historia no contada sino a retazos y se trata de la
corrupción que es más vieja que la república y que está en el ADN social del
Perú.
Uno de los primeros timos y farsas la montaron los ibéricos
y con Pizarro a la cabeza, dieron cuenta de Atahualpa en Cajamarca.
Fue una de las germinales estafas, de las cientos de miles
que se repetirían hasta nuestros días, 500 años después
Un traidorzuelo de baja y ridícula estatura, con sus botas a
la federica, musitó que Perú era un país de confundidas gentes.
Alguna razón tuvo, las principales calles y avenidas de
todos los distritos, provincias y regiones, llevan su nombre, el del regalador
de Lima a las huestes invasoras en la guerra que nos planteó Chile y los días
de la tragedia fueron 13 y 15 de enero de 1881.
Y no es raro que felones
de todas las sangres, lograran que la “historia” registrara sus “hazañas” y
sus apellidos apisonaran no pocas fortunas, millones de sospechosa procedencia
y el saqueo más descarado y añejo del Estado peruano a través de casi todos los
gobiernos a la fecha.
Pero los peruanos inoculados por una televisión deformadora
y medios impresos y radiales mediocres, no cesan de cultivar la estupidocracia,
“virtud” en que todos fingimos no entender nada con tal que nos dejen “vivir
tranquilos” y que sean otros quienes paguen los platos rotos.
Gobierno que llega, régimen que culpa durante sus primeros
cuatro años –del total de cinco-, a la administración precedente. Y ya han
transcurrido más de 200 años casi de este deporte canceroso.
¿Y nuestros críticos y analistas? Gozan mostrando sus
múltiples diplomas, certificados de asistencia a fórums, simposios, talleres,
aunque repitan de canal en canal, radioemisora en radioemisora, diario tras
diario, las mismas y vulgares cantatas que no cambian desde hace 35 ó 40 años.
¡Esos son los conservadores que Perú NO necesita!
Intelectuales de quiosco, producen paliativos que no sirven
para nada y que cobran puntualmente. ¿Alguien ha revisado la lista de
científicos, estrategas, politólogos, investigadores, en la nómina de los
ministerios?
El fenómeno es explosivo e indigesto. Hemos tenido
asaltantes profesionales como titulares de portafolios; monreros y
extorsionadores a cargo de bancos públicos y privados; presidentes rateros y
hasta uno de esos se suicidó para no ir con sus huesos a la cárcel y otro
renunció por fax a miles de kilómetros del país.
La vitrina es más bien vergonzosa y cada quien cuidando por
sus linajes y manadas reducidas.
¡Estos de confundidos, NO tenían nada, llegaron a robar y
punto!
Díscolos, inecuánimes, los peruanos pasan de la satisfacción
cuasi gloriosa por los goles de la selección de fútbol en cualquier
eliminatoria, a la pena inmensa por los miles de muertos por covid19.
Del júbilo al fondo abisal y la forma pendular nos signa
desde la iniciación de la república y es una manera inevitable de historiar
nuestros pasos.
¿Por qué somos como somos?
Acaso sea llegada la hora de estudiar el asunto, aunque no
me equivoco si anticipo que ni siquiera en la hora undécima, alcanzaremos a
describirla en sus límites.
Tal la capacidad locuaz y desenfrenada de los compatriotas
por llenarse de razones para no hacer algo constructivo.
Y no pocas veces, para retroceder y no para avanzar.
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