Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
2-1-2023
¡Ni un muerto más!
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¿Quién se opone al designio pacífico obligatorio de las
próximas protestas, marchas, manifestaciones en todo el Perú?
Premisa fundamental e ineludible constituirá que los líderes
estén en primera fila. ¡Basta de enviar bisoños que no pocas veces resbalan por
pendientes cuesta abajo la rodada y con pérdida de vidas humanas.
Ni caer en la provocación sembrada por expertos que
requieren su cuota macabra alimentada por prensa cautiva y ahora con propaganda,
pero tampoco servir a los violentistas que tienen agendas y planes muy
distintos a la genuina protesta. Unos y otros son extremistas que pretenden que
a río revuelto, ganancia de pescadores.
Terminó el 2022 y según las indigestas palabras del primer
ministro Luis Otárola, aquello ocurrió con pacificación del país. Confundir
feriados con una supuesta tranquilidad, puede ser una aserción muy cínica
porque ¿cómo puede haber esa supuesta “calma” que hunde sus colmillos en la
muerte de cerca de 30 ciudadanos peruanos, inermes y de provincias?
El que fuera ministro de Defensa, durante los días trágicos
de diciembre, fue el señor Otárola, el mismo que hoy ejerce el titularato del
gabinete. Su nuevo encargo no le libra de explicaciones y responsabilidades.
¿Es imprescindible el abaleamiento de peruanos en los
próximos días? ¡Categóricamente NO!
La perversa prensa concentrada en pocas manos ha inoculado
en nuestros mayoritarios lectores de titulares en los quioscos del país que
“protesta es caos”, “pérdida de ingresos”, “atraso del país”. La aceptación
acrítica de semejantes barbaridades conduce a que se satanice y condene, de
antemano, la protesta derecho reconocido en la carta política.
Sectores importantes en todo el país, de manera libre,
autónoma, sin direccionamiento de partidos políticos (¡absolutamente
inexistentes!) expresaron su reclamo por el cierre del Congreso, la renuncia de
la presidente Boluarte y por la convocatoria a una asamblea constituyente.
¿Y qué ha hecho el unánimemente repudiado Congreso? Fijar el
adelanto de elecciones para abril de 2024, ser cómplice de los saboteos a la
reformar universitaria, promover como si viviéramos en un lecho de rosas sus
“reformas electorales” para permitir la reelección de legisladores y la
reinstalación del Senado.
Casi 14 millones de peruanos, el 2018, abominaron de la
reelección inmediata y de la vuelta del Senado en referéndum. ¿Menos de 100
gatos, con despreciable nulo prestigio de cualquier tipo, son más que esos
millones?
La especie que se necesitan “leyes de calidad” y una “cámara
reflexiva”, se estrella contra un elemental ejercicio para medir el cociente
intelectual de al menos, 90% del Congreso actual. Y los resultados no son
difíciles de adivinar: 89% de ese 90% no alcanzaría los guarismos mínimos para
digerir goma de mascar y subir una escalera al mismo tiempo.
Pero sospechas fundadas hay que grupos de poder dinerario,
financiero, mercantil y del narcotráfico sí que necesitan representación
política o de gruesos sectores que puedan financiar y usar en la dación de leyes.
Protestar con nuevos bríos y límites absolutamente claros
contra la pérdida de compatricios, no a la destrucción de bienes del Estado o
privados, sí representa un reto de madurez imprescindible. Cuando se pulveriza
bienes del Estado, ¡es el mismo pueblo quien los repone con sus impuestos!
Dudosa o absurda ganancia cuando se atenta contra la
propiedad privada porque ello será pretexto para enlodar la dinámica de la
protesta y echar la culpa de todos los males seculares del país a quienes alzan
la voz.
Un gobierno que tiene tras de sí una treintena de muertos,
requiere con urgencia, controles de daños. Y no puede ser la oposición popular
la que obsequie bobamente esas justificaciones al status quo.
Hemos dicho y lo repetimos: la protesta no inhibe o enerva
los grandes momentos de la inteligencia. Es hora de planteos que puedan ser
negociables, realistas, mínimamente decentes y que propendan a una paz
coordinada, popular y con franco entendimiento.
Los violentistas ya fueron derrotados militarmente hace
largos años. Otra cosa es que la prensa concentrada, los mercenarios de opinión
alquilados al poder dinerario, escriban sus ensayos y libros, diciendo todo lo
contrario.
Cuando el miedo y la ignorancia se juntan, producen un país
de desconcertadas gentes. Que no otra cosa es el Perú.
¿Hay que permitir esta falta de luces o por el contrario
encender las antorchas de nuevas y mejores alamedas por las que pase el hombre
libre?
¡Ni un muerto más!
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