Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
22-12-2021
Apra: caos total y rojos hasta en la sopa
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En la p. 49, ante la afirmación:
Tampoco queda mucho
del APRA que presumía de la honradez de su dirigencia
César Hildebrandt responde:
“No, no queda nada. Con Alan García todo eso se termina.
Haya construye un partido y una opción popular, y Alan destruye ese partido
desde la perspectiva más intrínseca. Es el Atila del APRA porque destruye
justamente lo que Sánchez mencionaba, que era el orgullo de una ética social, personal,
que no podía discutirse. La primera impresión que causaba Haya era la de su
austeridad, la de la vejez de su ropa, la pobreza de su casa, la modestia de su
vajilla y todo suena conmovedor porque de verdad estábamos hablando de un tipo
que había tenido enormes oportunidades de usufructuar del erario o de recibir
halagos financieros de los sectores conservadores y, sin embargo, nunca se
había interesado. Haya se corrompe desde un punto de vista doctrinario pero no
se corrompe personalmente. Esa lozanía hacía del APRA, efectivamente, un
partido importante y casi invicto en ese terreno en donde era difícil
mantenerse en el Perú. Todo se perdió con lo que hace García desde 1985. Y ese
despilfarro moral, esa quiebra, bueno, conducen al APRA de hoy.” Confesiones
de un inquisidor, Memorias de César Hildebrandt en diálogo con Rebeca Diz,
Lima 2021, Penguin Random House, Grupo Editorial.
Un militante de base, exclama pesaroso:
“Tenemos un problema irresoluto en el partido que cada vez
más nos aleja de la formalidad y de participar en las próximas elecciones
regionales y municipales. Nuestra realidad es que el secretario general está en
campaña con otro partido; el presidente de la comisión política está en Europa
desde julio; el responsable del proceso de reinscripción renunció; el
presidente del partido no da señales de vida. ¿De qué partido estamos hablando?
Esta que debe ser nuestra tarea central es dejada a un lado. Como lo dije
anteriormente, tengo la impresión que existe una actitud para que el partido no
se inscriba y lo que quede de su organización apoye a López Aliaga en su
candidatura para alcalde de Lima. Que volvamos a ser un partido formal no le
interesa a nadie.
No se sumen al coro de los que llaman rojos, caviar,
comunista, antiminero y demás estupideces a los que piensan diferente.” (Julio
Espinoza)
Ambas opiniones coinciden en retratar a una nave al garete
más ominoso, huérfano de liderazgo moral, mucho menos ideológico, siquiera
doctrinario. Los alanistas, esa peste que tiene recursos y una falta de vergüenza
radical en cualquier sentido, no pararían pleito a ningún marxista o socialista
sin que eso signifique que el comunista posea gran innovación, le basta lo
elemental para descolocar a quienes ven rojos hasta en la sopa, epidemia
causada por un ayuno monstruoso de lectura, cultura política y crítica severa
ante la ausencia de valores morales.
Así como Víctor Raúl bajo el lema de hacer y organizar que
presenta desde su libro de 1928, El Antimperialismo y el Apra, impulsó el culto
a la idoneidad y honradez como que murió en casa fraterna pero ajena y ni
siquiera el terreno donde reposan sus restos en el Cementerio de Miraflores,
Trujillo, fue suyo sino prestado generosamente por la Familia Burmester; el
otro lado de la moneda movilizó la trampa, el ardid, la pillería, el todo vale
y los resultados son los añicos en que quedó el partido luego del paso del
Atila lenguaraz. ¿Cómo se puede ser tan idiota de alabar discursos inanes y no
calibrar las ruinas desvencijadas que son el Apra de nuestros días?
Hay certidumbre en la creencia que se fabrican las
condiciones para que el soporte del reaccionario no pagante de la Sunat, Rafael
López Aliaga, sea el Apra de los no doctrinarios sino pragmáticos que no
hesitarían en vender a sus madres sino que hasta discutirían el precio.
¿Hasta cuándo esa autoimpuesta ceguera tan torpe y mendaz?
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