Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-9-2020
Otorongo no come otorongo
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¿Cuánto prestigia al Congreso el controvertido blindaje a su
muy deslucido presidente Manuel Merino? 93 votos en contra de su censura, 10 a
favor y 21 abstenciones. Los guarismos dan una patética imagen de la pobreza
política del Congreso y el suicidio colectivo no hace bien al país. Mucho menos
a quienes han participado con gran torpeza en el mismo.
La vacancia del presidente Vizcarra, impulsada a troche y
moche, se desinfla de tal modo que muchos voceros ya usan la expresión popular
“ya fue”. ¿Significa aquello que el jefe de Estado no tendrá que aclarar,
contestar y rendir cuentas por esos contenidos tan extraños por decir lo menos?
¡De ninguna manera! No obstante da la impresión que cualquier proceso tendrá
que ser a posteriori su término de mandato.
A veces el puro derecho, la rigurosidad penal, no son fuente
precisa como para aplicarla ortodoxamente. La colisión con la crisis –pandemia
incluida- que ocurre en Perú, así parece sugerirlo. No obstante, dura lex, sed
lex. Y que los culpables, paguen sus fechorías.
¿Por qué el Congreso y este nuevo conjunto de colectivos
tiene vocación suicida y es preso de su chatura sin atenuantes? ¿Qué quisieron
transmitir a la ciudadanía con esos 93 votos en contra de una censura que
extiende todo el país al manejo irresponsable, abyecto y monstruoso como el que
tuvo el presidente del Parlamento?
Vox populi, vox dei. Pregunten a la gente y el veredicto
contra el señor Merino es unánime. El cargo es demasiado grande siendo que la
institución es muy pálida y que se ha enajenado el calor popular que en algún
momento tuvo la esperanza que éste fuera mejor que el Congreso disuelto meses
atrás.
El señor Alarcón, ex contralor destituido, tampoco sale bien
librado de cuanto ha ocurrido, pero se nota que su comportamiento es el de
alguien que tiene mayor habilidad para expedirse. No es poco lo que le aguarda
de procesos que la justicia le tiene abiertos desde ha mucho y que le quiere
condenar a una pena de carcelería por más de 10 años.
Si el Congreso ha salido desvencijado y las fuerzas
políticas allí existentes creyeron que el blindaje les ayudaba ¿qué ocurrirá de
ahora en adelante? No es que el Ejecutivo tampoco no haya perdido plumas
–bastantes- en la liza, claro que sí y el asunto es de una miseria que
averguenza muchísimo.
Mientras que el Parlamento sea una bonita opción para tener
los fines de mes asegurados, amén de los pelotones de secretarias y brigadas de
asesores, la atención de choferes atentísimos con sus jefes y un recurso barato
para salir del natural anonimato de sus mediocres existencias, el Congreso
seguirá tan malo como hasta hoy. ¡Y hasta podría ser peor!
Quienes crean que el fin es tener una curul por cinco años,
se equivocan de lleno. La tribuna parlamentaria no puede ser fin sino un medio
de agitación de conciencias ciudadanas en torno a los grandes temas de la
agenda nacional e internacional y la proyección de un Perú libre, justo y
culto, hacia los derroteros que nos lleven a ser una gran nación.
Algo más de cinco centurias atrás, nuestros antecesores los
Incas pudieron otear y armar un imperio –de corta duración- pero demostrativo
de su coraje y decisión determinantes en aquel conjunto social que aún hoy
guarda resabios en el norte argentino y chileno y en el altiplano.
¿Qué nos impide imitar a esos antepasados? Los torpes y
ciegos de nuestros tiempos, no sirven al propósito constructor ni edificante de
la nación.
Decía bien González Prada: ¡Viejos a la tumba, jóvenes a la
obra!
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