Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
8-6-2020
Clubes electorales ¿y
la cuestión del poder?
Casi un axioma irrefutable, en Perú no hay partidos
políticos. Son más bien, al modo del civilismo retrógrado, cuchipandas
anhelantes de una diputación o senaduría, un cargo que le resuelva el problema
personal y, a lo más, una formalidad que paga todos los fines de mes con
honores y protocolos.
¿Y la cuestión del poder?
No parece la cuestión del poder y la captura de los
instrumentos desde los cuales ejercer el poder, un tema central de polémica o
propuesta en los clubes electorales. ¡Basta el cargo y sanseacabó!
Quienes sí tienen muy claro que la captura del Estado
equivale en la mayoría de casos, al engrilletamiento del poder con beneficios
pingues hacia un reducido grupo de mandones, son los que mueven la economía,
distribuyen los préstamos que hace el Estado e imponen las tasas y porcentajes
en la venta y comercialización de facilidades financieras o productos. ¡Son los
que cortan el jamón en Perú!
¿Qué hacen nuestros clubes electorales? Nada importante. Se
devanan los sesos pensando en candidaturas y no pocos viven autoengañados de
sus “carismas”, atractivos, dotes o lo que ellos reputan como virtudes para
encandilar al electorado. En Perú el asunto es muy serio porque hay individuos
que no son conocidos ¡ni en sus casas! pero tienen sueños de opio y droga
alucinógena.
No se trata sólo de la captura del Estado y algo de poder
sino de promover una acción en beneficio de las grandes colectividades. De lo
contrario podríamos felicitar a los que sí saben qué y cómo lo obtienen que son
minúsculas colectividades acostumbradas al lucro del capitalismo salvaje, al
irrespeto a las leyes laborales amparadas en la llamada Carta Magna de 1993.
Si los clubes electorales, de probada miopía censurable, no
son más que refugio de caza-puestos, ¿qué hacen los sindicatos o grandes
corporaciones de trabajadores? A partir del primer gobierno de Fujimori y su
política antilaboral, los colectivos empezaron a amainar su influencia hasta
casi desaparecer y figurar tan solo en el papel. ¿Podrían todas las centrales
convocar a un paro general como el acontencido el 19 de julio de 1977? Me temo
que la respuesta es negativa. Falta de fuerza, respaldo y efectividad, signan
hoy el pálido actuar de las organizaciones de base.
¿Es importante definir para qué se quiere ganar elecciones y
colocar a representantes al Congreso y al Ejecutivo? Sin duda que sí. Ocurre
que la pereza intelectual y de propuesta de los clubes electorales, a veces
llamados partidos políticos, garantiza una mísera polémica en torno al acápite.
La “política real” es aquella que ofrece el sistema cuando
el incendiario en las calles pasa a ser el bombero en la curul o en la silla
ministerial. Entonces las esperanzas de pan con libertad y justicia social
entran en coma inducido y ¡a acomodarse con los mandones de turno!
Mientras que los intelectuales o estudiosos de los clubes
electorales confinen sus “ambiciones” a solucionar sus fines de mes y las ollas
privadas, no habrá despertar de la conciencia en los partidos que debieran ser
escuela de funcionarios, honestos y en favor de las mayorías nacionales.
Llamar la atención sobre un territorio cuasi ignorado en
nuestros días, la cuestión del poder, constituye un deber ineludible. Que los
poderosos no quieran hacerlo se puede entender como una elusión mañosa, pero
que quienes pretenden hacer obra y hacerlo con honradez, se hagan los bobos, sí
que es un crimen contra la sociedad. ¡Imperdonable!
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