¡Aprendiendo a ser mi
propia musa!
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
20-1-2019
Mi tercer viaje a Madrid, lo hice sola.
Desde que aterricé en Barajas me propuse no cometer el error
de la mujer de Lot y no miré atrás.
Prometí no recordar la ceguera, traición, mentira,
oscuridad, amor a medias, muerte en vida y el triángulo en que estuve viviendo.
Las valijas rebosaban esperanza.
Sin saber cómo empezar ni por dónde ir, sin rumbo recordé
que era una extranjera. No quedaba más elección que un suicidio involuntario o
huir con el alma a pedazos y tomé a Zully del suelo, la rescaté y la hice mi
musa para siempre.
Mi silencio, angustias, timidez, crisis de pánico, miedos y
fracasos no fueron más fuertes que mis ganas de olvidar y de sobrevivir.
Un lápiz, una libreta y un ordenador, me acompañaban siempre
y en vez de hablar, comencé a escribir.
La primera vez que alguien me rompió el corazón, tenía 8
años. Y lo primero que hice fue escribirle una larga carta de amor que nunca
entregué ni guardé, se la puse debajo de una piedra, enterrada en el jardín de
su casa, sospecho que aquel niño nunca la llegó a ver, pero aquel suceso me
llevó a escribir todos los días de mi vida, casi como un hábito, mis
desilusiones, complejos, penas, desamores y traumas.
Ha pasado un año desde que inicié este solitario recorrido
por Madrid.
Me sirvió ese lapso, para ratificar el profundo amor por
Perú y se avivó la ilusión por volver y abrazar a todos mis amigos y también
amo a España y mi corazón solidario no se avergüenza de ese detalle.
Viví dos años en Madrid antes estando casada. Primero llegué
a Getafe, a media hora de la ciudad, estudiaba un máster y debía estar cerca de
la Universidad Carlos III.
Después, y por largo tiempo, con quién era mi esposo, vivimos
en un hotel llamado: El Dorset. Los alquileres para estudiantes no son muy
accesibles en España.
Inscrita en la legendaria universidad Complutense de Madrid me
mudé al lindo y cotizado Pozuelo de Alarcón, relativamente cerca de un fastástico
lugar llamado La Finca. ¡Cuántos hemos leído la historia de grandes personajes
que pasaron por esa casa de estudios!
El campus universitario quedaba muy cerca en la calle Mónaco,
a un paso de la conocida avenida de Europa. Mi cuarto era pequeño pero muy
acogedor y creo que el precio del alquiler era bastante accesible para ese
ayuntamiento tan distinguido. Mis prácticas profesionales en la prestigiosa ONG
World Vision, fueron un excelente complemento.
Un carro alquilado y mis ganas de conocer diversos pueblitos
de España y Europa, fueron mi compañía, mientras cada mañana, tarde y anochecer
iba sintiendo que mi matrimonio se iba a pique, aun así, imaginaba que al
retornar a Perú todo se iba a estabilizar y volveríamos a la normalidad.
Con los sueños en las manos al llegar a Lima, se desvanecían
mis pactos y promesas, si por un lado conseguí gran parte de mis anhelos, por
otro, ver caer la torre de naipes y fichas de dominó me hizo aprender el
derrumbe y a levantarme pero esta vez, en cuestiones de amor, sería la
definitiva.
Ahora quedan los recuerdos, las risas, las lágrimas, los
buenos momentos, el insomnio que por fin llegó a darme calor en una madrugada
llena de frío. Existe la ilusión de seguir luchando cada día, la fe que mi
sonrisa pueda alegrar a alguien que va pasando por la arena, hundido en el
dolor y olvido.
Y hoy que estoy un poco más fuerte y que pasé cosas
innombrables e irrepetibles, puedo decir que no hay dolor que dure para siempre
ni cuerpo que lo resista. Y tal como me lo prometí un año antes, me ayudé a ser
mi propia musa.
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