Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
15-6-2016
Fairlie, un docente y
estudioso a la Cancillería
Nada hay más importante en el
plano latinoamericano para Perú que superar la difícil vecindad con Chile y
agitar las banderas tremolantes de una complementariedad entre ambos países que
se afinque en el respeto mutuo, las disculpas históricas y una mirada de futuro
con sincera vocación de unidad, paz y respeto a la determinación de los
pueblos.
Por tanto, la Cancillería del
próximo gobierno del flamante presidente Pedro Pablo Kuczynski requerirá de un
hábil piloto en Torre Tagle que sepa negociar, tratar y poner en la realidad
exacta de las cifras y las proyecciones, nuestra relación con Chile.
No se necesita ni un panegirista
obsecuente que diga sí a todo lo que venga del sur y tampoco un ultramontano
que se oponga a rajatabla a cualquier iniciativa austral. El justo medio
consistirá en comisionar la cartera de Relaciones Exteriores a un cuadro político
con el respaldo profesional y especializado en Torre Tagle.
A muchos, ligeros de opinión
y ciegos de visión geopolítica se les antoja que Relaciones Exteriores es un
ministerio más. Y no hay peor error. Es parte de la defensa nacional y carga
sobre sí la tarea patriótica de que las mesas de negociació no sean
reemplazadas por el rugir del cañón ni la amenaza de invasiones. Por tanto de
cómo se maneje la relación con Chile para cerrar, en lo posible, heridas y
abrir alamedas de complementariedad, consistirá una clave muy sensible para la
nueva administración.
El economista Alan Fairlie es
un estudioso dedicado desde la cátedra docente y la investigación especializada
a la relación con Chile. Ha sido crítico exponente en las múltiples coyunturas
que Perú ha debido tratar con la nación del sur. He allí una de sus fortalezas
más eximias: no es ajeno al tema y lo domina con ojos escrutadores y con
capacidad de aporte al debate y a la negociación. He allí una fórmula
estupenda.
No sólo eso. Alan Fairlie es
decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Perú
lo que en buena cuenta significa que tendrían estos altos centros de estudios,
representación en el nuevo quehacer gubernamental. La inclusión debe ser signo
del nuevo régimen.
Pensar en Fairlie como jefe
de equipo en la Cancillería y respaldado por una fortísima sinergia de prensa y
diplomática para acometer la difícil vecindad con Chile, no resulta aventurado
ni frágil. Por el contrario, aporta margesí de conocimientos que bien
encaminados apuntarían al equilibrio con los meridionales. De una buena vez.
Insistir en diplomáticos cuya
única virtud ha sido la de ser mesa de partes a la voluntad omnímoda de otros
jefes de Estado representa una vergonzosa claudicación. Es el caso del
embajador José Luis García Belaunde quien durante el lustro que fue ministro de
Relaciones Exteriores hizo de ujier obsequioso del ex presidente García Pérez.
Su calidad intelectual es modesta y nadie sabe a ciencia cierta en qué podría
enriquecer una administración que tiene como cometido, cerrar compuertas agrias
para abrir caminos de entendimiento y complementariedad, si eso es posible, con
los del sur.
Las nuevas tecnologías de
información deberán estar al servicio de las relaciones internacionales del
Perú. Preparar a periodistas en los vastos recovecos de la difícil relación con
Chile, una tarea inexcusable. Constituir equipos de asesoramiento de este jaez,
misión impostergable.
El presidente electo
Kuczynski debiera evaluar cómo y de qué forma el nombramiento en la cartera de
Relaciones Exteriores, a Alan Fairlie, representa un eslabón de unidad nacional
porque proviene del Frente Amplio cuyo concurso fue valioso ariete en su
triunfo de hace pocos días. Además formó parte, como candidato a la segunda
vicepresidencia de la denominada plancha presidencial de esa colectividad.
La relación con Bolivia y
Chile representa, por muchos motivos, elan y motivación de fraterna
complementariedad pero también de ciencia y conciencia y con miras a la
formación de una Comunidad Latinoamericana de Naciones.
Independiente comprometido
con el estudio y con vocación docente y política, estudioso de la difícil
vecindad con Chile, Alan Fairlie otorgaría un giro de calidad optimista e
imaginativo y de muy alto nivel al trato con la nación vecina.
Dijo el poeta en víspera del
nadir trágico: ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar!
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