Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
12-2-2010
¿Gobierno
equivale a corrupción?
Una simple revista del significado de los
últimos gobiernos desde hace 30 años, nos espeta una constante desgraciada, abominable
e insólita: corrupción en cantidades industriales. Entonces es posible inferir
que la administración del Estado constituye el arte de envilecer, empuercar,
ensuciar al país por la razón simple que cada equipo líder tiene sus propias y
singulares formas de corromper el manubrio de la nación. Asimismo, es fácil
constatar que allí está la génesis de la aberración “roba, pero hace obra”.
Más aún. La deserción –o traición monda y
lironda- al partido que encarama al político al puesto edicilio, a la
diputación congresal, a la gerencia de empresa pública, no representa un crimen
o una deshonra. Por el contrario en Perú se alaba y se practica con fruición el
transfuguismo y el clímax de semejante comportamiento pudo apreciarse en su
suciedad más intensa cuando Kouri recibía miles de dólares del delincuente
Montesinos que pagaba con dinero del pueblo la inconducta del mencionado.
Por citar otro ejemplo: el Establo de Plaza
Bolívar, por acción u omisión, ha protagonizado escándalos que nunca tienen
cuándo acabar. Se ha descubierto, poquísimas horas atrás, que hay secretarias que
ganan el equivalente mensual de US$ 2,500 o algo más. Pero es imposible
aumentar el sueldo a los policías. La contradicción es patética. Entonces, si
los legiferantes incurren en estos desmanes: ¿qué se puede esperar de los
burócratas que allí laboran? No mucho que digamos.
¿Cómo se llama o tipifica la claudicación de
un Congreso que no defiende sus fueros, acepta con anuencia servil cuanto le
impone el Ejecutivo y no discute un convenio internacional como el Tratado de
Libre Comercio con Chile, tema que ya obtuvo la santificación del mediocrísimo
Tribunal Constitucional? Si se les paga para cumplir lo establecido en la Carta
Magna y en referencia puntual a acuerdos entre Estados que comprometen aspectos
tributarios, soberanos y económicos y los precarios inquilinos del Establo no
lo hacen ¿cómo llamar, sino corrupción, a esa flagrante abstinencia laboral?
Dicen los tratadistas geniales y sus copiones
criollos (esos que “escriben” citándolos hasta la saciedad, bajo la presunción
que así parecen menos idiotas), que la democracia enriquece su prisma
multicolor gracias a los partidos. Por tanto, dedúcese que aquéllos entrenan a
sus embajadores para que, llegada la chance, se comporten a la altura de los
retos que la cosa pública exige. Difícil entender en qué fue “preparado” el
caradura de Francis Allison que fue hasta ministro de Alan García y que
pretendió traer US$ 50 mil dólares que le fueron confiscados en Miami. Y como
él, decenas y centenas de pelafustanes.
¿Qué papel cumple la prensa? No siempre el
mejor de los roles. La compra de la línea editorial no la inventaron Montesinos
ni Fujimori. Los gobiernos han regalado decenas de millones de dólares a las
casas editoras y en 1980 don Fernando Belaunde “resarció” a algunos diarios con
dinero del Estado, según se dijo, como reparación por lo ocurrido durante el
gobierno militar. ¿Alguna vez se cuestionó este asunto? Presumir que cualquiera
de los diarios favorecidos con ese aguinaldo expresase algo, no pasa de una
quimera. A lo más, todos dijeron “bien gracias” y engullieron hambrientos las
fáciles dádivas.
Son decenas los conversos que fungen de
ultra-demócratas hoy en los medios de comunicación, cuando ayer, durante el
gobierno delincuencial de Kenya Fujimori, hacían negocios con él o con
cualquiera de las ramas de su régimen. ¿No fue acaso el Poder Judicial uno de
los que recibió proyectos, planes, asesoramientos y demás adefesios de muchos
que hoy son “referentes”? ¿y qué puede decirse de esos locutores o escribas que
salmodiaban la corrupción de la que formaban parte en las butacas primeras del
sainete inmoral que fue aquello? ¿no son los que gritan “al ladrón, al ladrón”?
Con esa pobreza conceptual sobre lo que es un
gobierno democrático entonces no parece raro ni inmoral o abyecto que se
instauren reglajes a periodistas honestos o vigilancias no pedidas por el Poder
Judicial ni legales bajo ningún concepto. Los abusos gubernamentales también se
traducen en persecuciones, hostilizaciones y presiones non sanctas cuando hay
quienes sí rompen el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Y la ambición
es conquistar la victoria de los ideales. Frente a eso el mediocre puede abusar
y asesinar. No obstante hay que gritarles: “bárbaros las ideas no se
deguellan”. Y a tanta insistencia también hay que recitarles: “Los muertos que
vos matasteis, gozan de buena salud”.
¿Pueden las sociedades, sin sentir angustiosa
verguenza de sí mismas, admitir que gobierno equivale a corrupción?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden
lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene
cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a
media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
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