por Herbert Mujica Rojas
15-2-2007
¡La vergüenza de los silencios traidores!
¿Tiene el presidente de la República, Alan García Pérez que rebajarse
a contestar una majadería desinformada que aparece en El Mercurio de
Chile?
¿Y por causa de qué el mandatario, no bota de un buen puntapié a un
traidor despreciable como Fabián Novak Talavera, del cargo de
viceministro de Defensa, donde puede estar regalando o negociando o
suministrando, las interpretaciones son varias, todas deplorables, el
individuo que no duda en firmar documentos contra la política oficial
del Perú que no reconoce límites marítimos con Chile?
O sea, el amiguismo compadrero de no dejar que el ridículo connatural
que acompaña al peruanoide ministro de Defensa, Allan Wagner Tizón,
¿está por encima de los sagrados deberes de defender la soberanía
patria, sus límites, las 200 millas del Mar de Grau como ofreció
durante su campaña el hoy jefe de Estado, García?
El viceministro de Relaciones Exteriores chileno, Alberto van
Klaverer, estuvo en Lima hace pocas horas y tuvo el desparpajo nada
diplomático y sí muy altanero de escupir la sopa en nuestra propia
casa. Pero, el eternamente muerto canciller José García Belaunde, que
tomó, según dicen fuentes fidelísimas, cursos acelerados, todas las
últimas madrugadas, sobre límites –jamás supo antes qué eran aquellos-
es un mudo complaciente porque no se siente tocado por las
inaceptables expresiones –en nombre de su gobierno, el de Chile- que
el asunto de límites marítimos, no estuvo en agenda, no está y tampoco
estará nunca en cualquier conversación con Perú. ¿Hay alguna forma de
excusar lo que es a todas luces un comportamiento desdoroso y
pusilánime?
Seamos justos, no hay que echarle toda la responsabilidad al canciller
García Belaunde. El aprendió, a medias, en torno a límites, en las
últimas 72 horas, de modo que puede exhibir las fallas garrafales que
acompañan a los denominados "demócratas" cuando se meten a asuntos de
Estado de los cuales ignoraban casi todo, o todo. ¿Y qué hay del
viceministro, Gonzalo Gutiérrez o pesan más cuatro largos años de
estancia en Chile que le enajenaron cualquier dignidad y le hicieron
olvidar que pertenece a la diplomacia peruana?
Pocas horas atrás, en charla con alguien que sí conoce de todos estos
asuntos y que en su momento o no supo, no pudo o se aterró, para tomar
las riendas como lo hacen los buenos capitanes contra viento y marea,
me dijo una verdad de a puño, frase feliz que propagaba Luis Heysen
Incháustegui: el problema no es Chile, son los peruanos.
Se divulga en el diario La Razón que el desavisado y distraído ex
canciller Javier Pérez de Cuéllar firmó un tema anuente con el norte,
Ecuador, para claudicar en el sur, Chile. Y hay un silencio de esos
traidores que pretenden amainar la ventisca con el relativo y bobo
consuelo que los peruanos se olvidan de todo. ¿Es esa la maldición del
oro y esclavos que enunció con odio y antipatía Bolívar sobre el Perú?
¿Es éste un país de hombres de barro, ídolos de mugre, líderes de
pacotilla y demócratas o luchadores de paja? ¿Pueden las vacas
sagradas permanecer en sus podios de fragilísima y sucia construcción?
¿A qué se deben estos silencios que protagoniza tristemente la mayoría
de los miedos de comunicación; el gabinete, el Congreso, las ONGs, los
partidos, etc.? ¿O hay lo que Jacinto Benavente en su genial creación
bautizó como los intereses creados? ¿O la desvergonzada endogamia de
primos, compadres, hermanos, tíos, tías, amantes, esposas, cuñados que
como nomenclaturas recicladas se alaban entre sí, se perdonan entre
ellos, y se endiosan para seguir siendo los recipendiarios de todos
los dólares esos a los que odian salvo cuando los tienen en el
bolsillo, prevalece ominosamente?
Una gacetilla, muy afín a la mermelada, me coloca como "enemigo" del
traidor Fabián Novak y al lado de ilustres peruanos como Alfonso
Benavides Correa y Víctor Mejía Franco. ¡Qué yerro tan absurdo! Yo,
modesto periodista, honro la memoria de los mártires y estoy al
servicio de las causas de justicia social y revolución que tiene el
pueblo como sus motivaciones fundamentales. Nada más. Y sí, es cierto,
a los traidores hay que escupirlos y aniquilarlos. La historia será la
gran jueza para dar la razón a quienes la tienen y condenar al
infierno proditor a los sucios que osan levantar mamarrachos contra su
país.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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