Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
9-11-2006
Perú: cojudeando a un país
Al partir hacia Brasil, el presidente Alan García Pérez, ratificó su
confianza que el TLC con Gringolandia sea ratificado por los
demócratas que acaban de ganar las dos cámaras legislativas, Senado y
Representantes. El señor de marras puede tener toda la fe del mundo,
no obstante, tenemos dudas muy sólidas respecto a que en Washington
D.C. piensen igual los legiferantes novísimos. Así otorgue él,
virtudes mágicas a su negociador Hernando de Soto, ilustre por haber
sido ¡totalmente desmentido en sus tesis! cuando el Nobel de la Paz se
otorgó a un banquero, del sistema formal en microcréditos con
morosidad cero y que demuestran que los títulos de propiedad que aquél
esgrime como panacea, son aborrecidos o nada importantes ¡para los
bancos! ¿Está García cojudeando a un país?
La nueva vocera de la Casa de Representantes será Nancy Pelosi,
activísima demócrata que conoce muy bien al Perú y muchos de sus
problemas. Uno de ellos, Camisea y los abusos cometidos contra el
medio ambiente, las poblaciones del lugar y por eso fue una firme
crítica a las dinámicas emprendidas por el Banco Interamericano de
Desarrollo, BID, en la zona. ¿Será con ella que el Perú pueda contar
así nomás? Si bien el Senado tendrá que decidir, no se reúnen los
parlamentarios gringos hasta los primeros días de enero ¡del 2007!
Ha dicho el mandatario García que a EEUU le conviene tener como aliado
al Perú. Nuestro país, huelga decirlo, ocupa en términos de comercio
con Gringolandia, un porcentaje que no pasa del 1% con cierto
optimismo. ¿Se condice aquello con la lenguaraz expresión
presidencial? No parece haber equivalencia y ¡mucho menos! simetría de
proporciones entre una enorme nación, con una política imperialista
rediviva, brutal y practicante de primero tirar la bomba y luego pedir
la identificación y un país, Perú, que como el resto de Latinoamérica,
ocupa el penúltimo lugar en la agenda corriente de la política
norteamericana.
¿Cojudeando a un país?
Denunciaba Manuel González Prada que nuestros gobiernos podían ser
definidos con tres palabras: Imbecilidad en acción. ¿Culpa de los
gobernantes? Puede ser en primera instancia porque de allí proviene el
cojudeo, equivalente de imbécil. Pero, en Perú las pandillas políticas
están muy ocupadas en defender las planillas ocultas de sus sueldos
pingues y dolarizados como es el caso de la rabanería caviar en las
ONGs paquidérmicas. Los tecnócratas vendepatria, cuyo Dios también es
el dólar, se refocilan en la mediocridad del resto sin mirar la suya
propia. Los partidos políticos no tienen sino disparos aventurados,
sin coherencia ni cartabón firme porque el tema les queda grande. Los
miedos de comunicación desinforman y sólo hablan de cuanto interesa
que se dé por cierto cuando, las más de las veces, sólo es apariencia
y mentira maquillada. Por tanto, las maromas, piruetas y acrobacia
verbal de toda índole pasa como inteligente y potable, aunque su
verdad sea exigua o inexistente.
Mirar con ojos peruanos a un Congreso cuya composición acaba de
cambiar y predecir, vía la autoconfianza local, criolla y sumamente
cazurra, sobre lo que ellos van a hacer, no es sino la insolente
majestad del aventurerismo y la estúpida soberanía del animal político
sobre los políticos animales.
¡Tomar a lo serio las cosas del Perú, admonizaba severo don Manuel!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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