por Herbert Mujica Rojas
23-11-2006
¿Empresarios nacionales o patitos feos?
Gran parte de los que se hacen llamar empresarios o dirigentes del
empresariado no son sino testaferros, rostros visibles, genízaros de
saco y corbata, embajadores y cónsules asalariados de las grandes
empresas transnacionales. Piensan como ellos, trabajan para ellos,
defienden, por encima de cualquier otra consideración, sus diseños
comerciales y financieros aun cuando, casi siempre, estas dinámicas
estén por encima del interés de 26 millones de peruanos. Pero hay una
raza de empresarios locales, con capital nacional y que arriesgan sus
inversiones que no están representados por los sindicatos vasallos y a
quienes no hay quién proteja, ni el Estado, ni las leyes y son más
bien los patitos feos de la historieta.
Cada vez que se celebra un contrato-ley, las empresas que arriban no
sólo traen capitales, también traen giros conexos, personal extranjero
(que le roba el puesto a los peruanos) con el agravante que en Perú
hay firmas de capital nacional que cumplen con idénticos estándares
internacionales en la dación de servicios o producción de bienes.
Entonces ¿cómo es que casi nunca logran ser parte del circuito
económico alrededor de las grandotas?
Por ejemplo en Minera Yanacocha, Cajamarca, está la chilena CDR
(Central de Restaurantes), que suministra –dicen ellos- alimentación y
hospedaje. Antes estuvo allí Sodexho pero merced a múltiples
deficiencias, salió expectorada, lo que no ocurre en Camisea donde
esta empresa ha intoxicado en varias oportunidades y en los últimos
años, a trabajadores de la zona. Claro, estos galos no pierden el
tiempo y están en Chota en otra mina. ¿Qué amarre o pegatina especial
protege a los foráneos y no permite que los peruanos con calidad y
experiencia, puedan acceder en buena ley, en licitación abierta y sin
trampas aviesas (como los montos de capital por encima de varios
millones de dólares), a concursar para brindar sus servicios?
Cuando la inversión externa llega se generan mercados internos
múltiples y diversos alrededor de la actividad económica. ¿Se sabe
negociar con las transnacionales para desarrollar al Perú? Todo parece
indicar que no ocurre así y por desgracia patética, hay casos de
abusos de estas empresas extranjeras que no merecen siquiera la
auditoría severa del ministerio de Trabajo. Verbi gracia: CDR ha sido
acusada de explotar inmisericordemente a sus trabajadores, de pagarles
menos de lo que la ley prescribe, de maltratos de toda clase, de no
permitirles la conformación de un sindicato que los ampare
grupalmente. Comuniqué por artículos a la opinión pública sobre estas
aberraciones y a un viceministro notifiqué de la urgencia que su
portafolio interviniera, pero aquél está más ocupado en las
inexistentes propuestas ideológicas de que hace gala en lugar de tomar
la bandera reivindicacionista de la dignidad y la ética del trabajador
peruano.
¿No sería interesante pensar en períodos máximos para que todas estas
empresas que tienen sus pares nacionales con igualdad de estándares
internacionales, deban ser reemplazadas íntegramente, digamos que en
tres años? ¿Por causa de qué los contratos-ley no establecen la
rigurosidad obligatoria de esta aspiración nacionalista?
¿Hay que negociar con los capitalistas? ¡Sí, pero hay que usar las
herramientas de la globalización para defender al capital nacional y a
sus legítimos portaestandartes! El antimperialismo no presume de un
conflicto sin solución con el de fuera, sobre todo, si se hace para
abrir mercados y en aras de la protección de la persona humana del
país. Gobernante que no entiende que esa es su prioridad fundamental e
inequívoca, merece ser llamado oportunista y traidor, indigno de la
confianza popular. Aunque la prensa servil y sus miedos de
comunicación le endiosen estúpidamente.
¿Qué debiera hacer el empresario nacional? Entender que el tiempo
político no tiene que ver con el vulgarmente pragmático tiempo
rentable. Aquí se siembra para cosechar en el futuro, haciendo país a
través de ideas-fuerza, de educación paulatina y vigorosa de los
líderes que tienen que aprender a amar la generación limpia de riqueza
y a protegerla de la voracidad de las empresas transnacionales que
tienen a sus socios gángsteres en los bufetes y en los poderes del
Estado. Apoyando con logística, recursos y toda clase de solidaridad,
sí será posible, que el empresario nacional, el verdadero, el que
invierte su dinero y que está dispuesto a morir por el Perú y en su
ámbito, avance, consolide y forje un horizonte y un porvenir. A menos
que sigan considerándose como los patitos feos de la historieta.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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