Crónicas Corovirales 12
La pandemia y la educación
escolar
17-7-2020
Fuera de los ámbitos de la salud (por razones evidentes) y el
ámbito de la economía, por el confinamiento casi universal de por lo menos dos
o tres meses que ha sido, total en algunos países y parcial en otros, las
consecuencias del Covid- 19, a nivel universal ha tenido un impacto en un
sector importantísimo, vital para nuestro país, como lo es el de la educación escolar.
Hoy día incluso en los Estados Unidos hay una lucha frontal entre la
intransigencia del presidente Trump para que abra los colegios de primaria y
secundaria y la resistencia de los gobernadores de muchos estados para no
querer abrirlos por el momento, por la peligrosa y casi incontrolable
persistencia y crecimiento de contagios en dicho país. Daría la impresión que
los temerosos gobernadores se oponen a que se ejerza la libertad de dar el
total derecho a la educación que tienen los niños y adolescentes, pero lo que
es evidente, es el miserable interés político que hay detrás de esto por parte
del presidente Trump. El que los colegios abran y se reanuden las clases por
insistencia del mismo, daría en apariencia la impresión que ya todo volvió a la
normalidad, cuando es evidente que el derecho a preservar la salud es más
importante en estos momentos que cualquier educación.
La pandemia, en los hechos, ha significado la paralización en seco
de las actividades escolares presenciales en la mayor parte de los países.
Luego del impacto paralizante inicial, si bien se sabía que la situación era
grave pero no cuánto podía durar, el sector educativo sobre todo de la
educación escolar, de los 6 hasta 17 ó 18 años según el sistema escolar
utilizado, o sea la escuela primaria y secundaria.
Los colegios en todo el mundo, algunos con lentitud y otros con
suma rapidez, han reaccionado frente a la pandemia pues no podían quedarse
indefinidamente teniendo sus locales cerrados para la educación presencial.
Algunos ya tenían modalidades de enseñanza a distancia para algunos cursos, con
lo que se denomina aulas virtuales, que le dan mucha continuidad al
aprendizaje, tanto escolar como universitario. Sobre todo los colegios del
sector privado han reaccionado con prontitud.
El sector estatal, que maneja la educación pública, en muchos
países como el Perú, tenían diversos proyectos
encarpetados, que alguna vez habían sido encargados a una consultora,
pero no se esperaba algo como la pandemia. Algo tan repentino, tan masivo y
grave y que no tuviese fecha final y que continúa después de casi cinco meses
de haberse decretado la pandemia. Fue el momento ideal de desempolvar dichos
proyectos. Hubo que ver las condiciones para implementarlo. Era urgente y además no quedaba otra alternativa.
Algo como la enseñanza virtual, digital o a distancia, que en
realidad era una herramienta complementaria a la educación presencial, es algo
que existe desde hace algún tiempo. Es algo que conocían muy bien, sobre todo
aquellos que enseñan o aprenden idiomas, y tal modalidad de aprendizaje se
volvió de un día a otro, algo esencial. La enseñanza remota, era por lo demás,
la única manera de poder reiniciar las labores escolares, cuando ya se tomó
conciencia clara de la gravedad de la pandemia y el repentino cese de la mayor
parte de las actividades laborales, del paro obligado del transporte con lo
cual los alumnos no podían ir al colegio y también de todas aquellas
actividades que significaban agrupación de personas, como lo son las
actividades escolares o universitarias. El asumir la obligada distancia social
para disminuir la posibilidad de contagio, hacía inviable que las clases
presenciales pudiesen darse.
En países como el Perú, muchos de los colegios privados tenían
plataformas digitales que hicieron que prácticamente sus escolares no perdiesen
una sola semana de su escolaridad. En esos casos lo único que aparentemente se
perdió fue la socialización positiva que implica la vida escolar, socialización
que es tan importante en la vida del niño o del adolescente.
Algunas materias de enseñanza como física o química, difícilmente
pueden darse a distancia, pues habría que tener laboratorios en casa y las
condiciones de seguridad requeridas. Tampoco en física o en biología. Muchas
materias eran o son difícilmente transferibles en una plataforma digital para
lograr una enseñanza eficaz. Algunas de ellas precisan necesariamente la
presencia. Hay no solo que ver, sino también tocar. No es solo el “videre per
credere” (ver para creer) de San Agustín que cuenta, sino el “videre et tanger”
(ver y tocar) que son esenciales.
Nada reemplaza, sin embargo, la enseñanza presencial, pues la
relación profesor alumno, es algo que estimula el aprendizaje más de lo que se
piensa. El aprendizaje presencial, no es una mera actividad cognitiva, de
transmisión, recolección y procesamiento de datos. El aprendizaje presencial es
también de una forma de relación. También el compartir un espacio de enseñanza,
con otras personas de tu misma edad, intercambiar dudas y certitudes crecientes
sobre lo que se va aprendiendo es una experiencia irremplazable, estimulante y
perdurable en nuestras vidas. En nuestras vidas muchos hemos tenido compañeros
de colegio que nos inspiraban y a quienes imitábamos, nos sorprendía su
capacidad y precocidad para aprender muchas cosas, resolver problemas de
matemática, física o química o aprender idiomas.
Sobre la enseñanza de los contenidos , la enseñanza a distancia,
por Zoom u otras modalidade, cumple a cabalidad su objetivo o sea es algo más que
una herramienta de sustitución, además bien manejada dicha forma de enseñar,
nos permite dar ejemplos visuales extraídos de cualquier banco de datos u otras
formas de utilizar la imagen digital, pero las gratificaciones subjetivas que
nos da la experiencia misma de aprender presencialmente, no están presentes, o
por lo menos no en forma óptima. Ahora que es posible dar clases virtuales a
través Zoom con todos los alumnos de una clase real presentes, situación que
con una pantalla grande puede sin duda equiparar
lo que sería una clase presencial. Eso es muy posible, pero no hay todavía
estudios al respecto.
Por otro lado, en el sector de la educación pública en países como
Perú, los colegios -menos aún los públicos- no tienen sino en una proporción
limitada plataformas para dar enseñanza a distancia a los alumnos o si las hay
es solo para un determinado número de materias y no siempre en condiciones
técnicas impecables. Por otro lado, por sus limitados ingresos las familias de
pocos ingresos o no poseen laptops o computadoras en sus casa, si las hay , no
todos tienen un sistema de wifi que les permita acceder a las redes de
internet. En todos los lugares, por último, la llegada del internet incluso la
satelital, es muy deficiente y hemos visto penosas situaciones en que los niños
en muchos lugares de la Sierra del Perú, tienen que caminar a veces horas para
llegar a algún lugar donde puedan captar la señal wifi en forma fluida e
impecable para poder acceder a alguna forma de enseñanza a distancia. En otros casos
han tenido por así decirlo de colgarse del whatsapp de sus padres para seguir
una clase.
Otra opción muy buena que inmediatamente pudo implementarse por
una acción meritoria y decidida que el sector privado llevo a cabo, fue la
generosa oferta de la emisoras, sobre todo aquellas emisoras locales que llegan
o existen en los lugares más apartados
del Perú, de poner en línea durante algunas horas, todos los días, las materias
principales, para vehicular una escolaridad limitada pero real. Los impactos por
las estadísticas que hemos revisado son muy buenas y el nivel de satisfacción
aunque no total es muy aceptable. Lo mismo cuando lo mismo se ha hecho a través
la televisión.
El problema en realidad no es solo brindar el producto sino
evaluar que el aprendizaje real se haya producido en el niño. Enseñar es una
cosa y aprender es otra. Además tener el ojo vigilante del profesor en la
educación presencial, la intervención del profesor para que todos tengan una
participación activa en la clase, no es algo que se pueda lograr en la
educación a distancia y la evaluación misma de lo aprendido en la educación a
distancia, más aún si esta no es interactiva como las clases que se están dando
por radio o televisión plantea problemas no resueltos aún.
Lo bueno, como dijimos, de esta pandemia ha sido que cadenas de
radio grandes y chicas, como también de televisión, apoyen en que la
escolaridad de niños y adolescentes no se interrumpa en forma complementaria a
lo que el Estado ha podido hacer en sus respectivos canales. Esto ha ayudado
también a que el Estado mismo se actualice, como también los privados sobre las
posibilidades y ciertas limitaciones que tiene el aprendizaje a distancia.
El Estado peruano en su típica reacción bomberil, de actuar recién
cuando un problema aparece, decidió “de inmediato” comprar tablets por un monto
cercano a los 800 millones con un sistema que permita acceso a clases virtuales
a las cuales puedan acceder todos los niños de Perú desde cualquier lugar. Lo
que iba a ser de ejecución inmediata,
vimos que poco a poco perdió viada en el
caótico proceder del Estado absorbido por las urgencias de la pandemia. La
urgencia de adquirir las tablets ya no era para mañana, sino no se sabe para
cuándo y si se tienen la tablets antes de fin de año debidamente entregadas a
quienes corresponde y el sistema de wifi o satelital, implementado e impecable
para diciembre, ya será un milagro de navidad. Que haya voluntad de hacerlo, no
dudamos que la hay, pero la lentitud paquidérmica de un Estado fallido, que
necesita gastar 8 soles en burocracia para utilizar dos soles que realmente
beneficien y lleguen a los usuarios finales nos hace tener el beneficio de la
duda. Ya el plan Huascarán para el uso de tablets con fines educativos en
lugares remotos y que quiso ser implementado por un prófugo presidente, se
perdió en el camino de las buenas intenciones. Esta vez, sin embargo, la
urgencia es mayor, la educación virtual no es una alternativa, es una necesidad
urgente.
Esperamos que la ineficacia caótica con consecuencias pavorosas
que hemos visto en el sector salud, no se continúe produciendo también en el
sector educativo. La difícil situación económica por la parálisis del aparato
productivo, invocando la urgencia sanitaria, pero que se dio sin madurar durante
meses un plan de recuperación y no simplemente “reanudación “ de la actividad
económica, ha hecho de que como consecuencia de dicha parálisis, se gasten
increíbles cantidades de dinero en forma desordenada, caótica y regalona en el
peor sentido de la palabra, con marchas y contramarchas, y cuyas consecuencias
en lo económico serán tan fatales o peores peor que las que ha tenido la
pandemia en lo sanitario. Lamentablemente
en este caso ambas cosas van juntas. La pandemia y las medidas
populistas ejecutadas en forma improvisada, más bien en muchos casos desnudado
la incompetencia increíble a todo nivel del aparato estatal.
Por muy costosa que sea darle viabilidad a las nuevas modalidades
a la educación es algo que no puede regatear el Estado. Todavía hay dinero
suficiente para hacer un gasto significativo en vistas al próximo año en el
sector de la educación pública. Se pueden introducir en el nuevo presupuesto de
educación debidamente cuantificados, diversos proyectos que mejoren la
educación pública en contenido, infraestructura y nuevas formas de enseñanza.
En Perú el sector privado
se ha mostrado llano a colaborar en este ámbito con el estado, quizás no tanto
como hubiese sido esperable, pero con la prontitud del caso.
Si las consecuencias de la pandemia en la educación, han generado
que en los hechos los niños de los colegios públicos, que ya prácticamente en
los hechos han perdido los contenidos del aprendizaje de un año escolar, el
próximo año, que es nuestro Bicentenario, esperamos llegar con las bases y el
diseño de una educación moderna y renovada. La pandemia ha permitido acelerar
las urgencias en ese sentido. Si una de las herramientas para lograr esta
“nueva educación” será el de implementar en forma óptima las herramientas de la
educación a distancia, ya no es necesario de nombrar nuevas comisiones de
sabiondos para inventar la pólvora al respecto. En el portal de la UNESCO, hay
por lo menos 100 propuestas, repito no menos de 100 modelos de cómo implementar
de forma exitosa la educación no presencial. Además son gratuitas. La UNESCO
pertenece a las Naciones Unidas y nosotros a las Naciones Unidas. El problema
quizás es que es algo gratuito y al gobierno, y esto no es solo característico
del actual, le pican las manos para contratar nuevos consultores sobre lo que
sea. Esa es nuestra desgracia.
No cometamos con la educación los errores que ya se han cometido
con la salud de los peruanos.