por Herbert Mujica Rojas
8-4-2009
¿Hasta cuándo la cuchipanda?
La esperada sentencia de la Corte Suprema al ex dictador Alberto Kenya
Fujimori le castigó con 25 años de prisión. Como es obvio, para unos
el resultado fue justiciero y reivindicador; para otros todo lo
contrario. ¿Debe el país transitar por la suicida ruta de dividirse en
torno a quien no representa a nadie? ¿no está Perú ya en el
zafarrancho de una guerra jurídica que por delimitación marítima ha
planteado a Chile? ¿a qué agentes o infiltrados o a qué nación
imperialista resulta utilísimo que Perú siga escindido y desconcertado
en sus planteamientos geopolíticos, distraído en temas de poca monta o
importancia deleznable cuando los australes se imponen a través de sus
parlamentarios, ministros, comisionados, mermeleros en la prensa local
y en las empresas, dispuestos a hacer creer que la sumisión completa
es clave para que lleguen las inversiones? ¿hasta cuándo la cuchipanda
que no hesita en manosear los derechos humanos aplastando la postura
de quienes no piensan del mismo modo? Mi modestísima opinión sobre
Fujimori ha sido vertida en artículos en blanco y negro desde el 2000
cuando 95% de los furiosos antifujimoristas actuales ni siquiera
sabían quién era el autócrata.
Si hay algo que no ha hecho Perú a lo largo de su luenga historia,
salvo raros momentos estelares, es pensar unitaria y coherentemente.
No somos un país, somos un conjunto disímil, múltiple, atolondrado, de
naciones y la orfandad de liderazgo político con miras a la
construcción de un Estado poderoso nacional, firme y decidido a
reivindicar su pasado de guión político en la gran nación andina es
patética como desgraciada característica. No hay buenas ni malas
masas, decía Haya de la Torre, sólo hay buenos y malos dirigentes. A
tenor de los resultados, es indudable que Perú es lo que sus adalides
han querido que fuera a lo largo de 187 años de vida republicana.
Hay mentiras monumentales sobre las que se han asentado "verdades"
cosméticas siempre convenientes a los que hacen el negocio en
cualquier sentido u orientación. Por ejemplo, se ha dicho que Fujimori
es el primer ex presidente sentado en el banquillo de los acusados y
múltiples testimonios desmienten la fruslería porque hubo otro, en su
cama de paciente terminal, Augusto B. Leguía, a quien se sentenció
poco antes de su muerte ocurrida en febrero de 1932. Leguía por lo
menos era peruano y había peleado en defensa del Perú en la guerra de
rapiña que Chile protagonizó entre 1879 a 1883. El nipón Fujimori fue
un claudicante vergonzoso ante la política del sur y está muy fresco
el recuerdo del Acta de Arica de noviembre de 1999 con sus novaks,
parejas, valdeses, trazegnies y otros traidorzuelos, algunos de
uniforme, que ahora fungen de especialistas en la materia. Es decir
hay claras diferencias y hasta el parangón es ocioso aunque
inevitable.
Perú debe recobrar ecuanimidad y pensar con criterio geopolítico y
unitario. Los que no crean en este imperativo fundamental es porque
defienden intereses parroquiales o están pagados por potencias
extranjeras. O simplemente abominan del Perú y sólo creen en el dios
dólar.
Por ejemplo. Días atrás una poderosa campaña de canonización en vida
fue iniciada por San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los
banqueros, quien se declaró como de "centro-izquierda". De seguro que
la definición sociológica enunciada por aquél, jamás denigró tanto al
centro como a la izquierda que esta vez, como hace más de 35 años, se
olvida pasa por alto los delitos del poderoso hombre de negocios. Si
se trata de derechos humanos entonces ¿por causa de qué no hay
pronunciamientos contra quien sí es parte del poder que manda, coloca
y sufraga a presidentes y sí hay algazara contra quien está preso,
inane y NO es nada sino un guiñapo inservible tras las rejas? Curiosa
antinomia que no encontraría, me atrevo a sostenerlo, ninguna
explicación decente posible.
Quienes descrean de la sentencia tienen el camino de la apelación.
Como todo documento presenta zonas oscuras o sospechosas. Condena a
uno pero limpia, al nivel de ángeles inmaculados a otros. Y eso es muy
discutible cuando no maniqueo. Por otro lado los llamados a la
sedición son paparruchas ridículas. Jamás han sido los fujimoristas
orden o limpia conformación política, sólo federados en la primitiva
concepción de cómo exaccionar al Estado y servirse de él a como dé
lugar. Quien siembra vientos cosecha tempestades y así deberían
hacérselo entender al japonés Kenya.
Es hora, pues, de aquietar juergas y pensar fríamente porque Perú es
más grande que el insignificante ex presidente violador de los
derechos humanos y descreído acérrimo de un país que no es el suyo y
al que regaló en concesiones tramposas, contratos con nombre propio y
que lo digan sino las bandas de millonarios que prohijaron.
No obstante, la cuchipanda, sólo favorece los intereses foráneos que
quisieran, como lo empujó la administración de Fujimori, la
cantonización total del Perú y su remate a precio de almacén. Hay
muchos que aún quieren la repartija del país y sus agentes están muy
activos. No lo olvidemos por ninguna razón.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
Lea www.voltairenet.org/es
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
5 comments:
Espero tambien algun dia nos den las gracias por haberles entregado a el Nippon Peruvian expresidente!!! en pijama de rayas...
With Love, From Chile!!!!
¿ESTAMOS ANTE EL FIN DE LA HISTORIA?
1. Resulta incomprensible cómo para algunos ya hemos llegado al fin de la historia (parafraseando a Fukuyama). Pareciera que el tiempo se hubiera detenido con la condena a Fujimori y que, de ahora en adelante, todo estará más claro, diáfano y democrático. ¡Qué inocencia de percepción!
2. Comprendo que hay periodistas tipo Wiener que tratan de presentarnos como que el Perú ha dado vuelta a una página y de aquí en adelante todo será justicia y bondad, donde los defensores de los DDHH serán los únicos triunfadores y todo por el estilo. Pero en su entusiasmo se olvidan de muchas, muchísimas cosas.
3. Para empezar, que la Historia no ha terminado. Que siguen y seguirán ocurriendo cosas que nos harán palidecer de espanto como nunca antes habíamos visto. Es la historia de la Humanidad, señores. Cuando nos fijamos solo en el presente vivimos como en fotografías instantáneas, creyendo que lo que vemos en este momento es y será la realidad.
4. Por no mirar el conjunto nos olvidamos cuál es el verdadero carácter del ser humano: es un miserable depredador consigo mismo, peor que cualquier animal salvaje que solo cumple con su mandato natural. Nos olvidamos que más de una vez sujetos así han estado en prisión (Hitler por lo pronto) y no había acabado su historia. Nos olvidamos de guerras terribles como la de España, donde se asesinaron cruelmente entre hermanos simplemente por ideas como “el sistema” (capitalista) y el “antisistema” (comunista o socialista: la República). Ejemplos de ello abundan y no acabarán hasta que nuestra raza desaparezca de la Tierra, porque está en nuestra naturaleza.
5. Nos olvidamos también que estamos en una coyuntura histórica donde la mayoría de países Latinoamericanos están optando democráticamente por el antisistema, y que eso lo saben muy bien los gobernantes y poderosos del Perú. Y nos olvidamos, igual que en el caso de España, que esas confrontaciones de ideas, aunque sean solo políticas, son suficientes para llevarnos a la guerra civil.
6. Hay un extraño triunfalismo que a nada bueno conduce, sino a extremar las condiciones para que los defensores del sistema se alineen con el sector más radical, el fujimorismo, mientras que un grupo celebra “el triunfo” sin ver que, a la vuelta de la esquina, ya se están fabricando los sucesos futuros.
7. Casi nunca la izquierda ni los antisistema son los autores de la historia. Cuando lo han intentado, como el caso de Allende, han sido expectorados de la peor manera. Siempre son sujetos pasivos que reciben el primer golpe y luego se quejan a todos los organismos habidos y por haber. En el Perú vemos cómo la oposición, inerme y estupidizada, se contenta con un simple fallo como si hubieran ganado la guerra.
8. No conocemos, insisto una vez más, hasta dónde alcanzan los tentáculos de los hacedores de la historia (los de pensamiento conservador y de derecha). Ignoramos las sorpresas que nos tienen preparadas. Este simple “atentado terrorista” (nunca son narcotraficantes armados como en México y Colombia. ¿Extraño no?) del VRAE es una llamada de atención de cómo funcionan las cosas, donde a los “terroristas” no se los elimina porque siempre son útiles para muchas cosas, igual que Al Qaeda y Ben Laden (siempre son los culpables de todo lo malo del mundo y tienen que existir para que el pueblo sepa quiénes son “los malos”).
9. En suma: con el juicio a Fujimori no ha acabado la historia: más bien ha empezado otra peor de la cual los analistas del IEP y los periodistas egresados de la Católica no son capaces de entender.
Muchas gracias.
Mr Luis Enrique
Usted afirma que estamos ante la evtualidad de una guerra civil en el Peru?
Atento a su respuesta.
Patricio
En respuesta al pedido del señor Lynch:
Efectivamente, la lectura de mi texto así lo indica. No quiere decir que sea algo inevitable pues nadie sabe el futuro, pero las condiciones están dadas.
La Historia es un proceso, no es una suma de circunstancias solamente. Nada ocurre desligado de un contexto. Por ejemplo: toda la historia del siglo XX en el mundo se explica por la expansión del Capitalismo occidental y la reacción ante él, Comunismo incluido. La empresas coloniales, las invasiones, las dos guerras mundiales y las posteriores solo cobran sentido cuando se analiza globalmente. Ningún acontecimiento particular en ninguna nación está desligado de este panorama.
Ni Chile ni el Perú son excepción a la regla. Por eso digo que, viendo el contexto general, se nota claramente la expansión de las ideas llamadas "antisistema" (anti neoliberales) entre los pueblos latinoamericanos, lo cual se expresa claramente en los procesos eleccionarios de la mayoría de los países (más recientemente en El Salvador). Quedan pocos en los que éste fenómeno no ha llegado. México lo tuvo pero fue anulado por un clarísimo fraude electoral con la venia de EEUU. Colombia se diría que no lo necesita puesto que ya vive en pleno conflicto, con la mitad de su territorio tomado por grupos armados (es un caso excepcional). Entonces el que queda es el Perú (considerando que Chile eligió un partido de nombre socialista, que por lo menos ya es algo), que se resiste a ser asaltado por las mayorías opositoras. Todo parece indicar que se impondrían en las ánforas, cosa que no lo va a permitir la Confiep ni la derecha peruana.
No lo puede permitir porque Humala sería un peligro para todo el sistema impuesto, basado en las prebendas del gobierno -quien otorga a dedo todas las riquezas a los empresarios (mercantilistas según el señor De Soto). Si esto es así solo queda un camino: poner en el poder a un movimiento tipo mussoliniano para que detenga el avance de los "caviares oenegecistas-terroristas chavistas", y el único que hay, por el momento, es el fujimorismo.
Ahora bien: el problema es que el fujimorismo no cuenta ni con la organización ni la fuerza de choque que tenían Hitler o Mussolini, así que tendrán que apelar a las FFAA. Sin embargo, estas fuerzas ya no son lo que eran en tiempo idos y solo son un remedo de ellas, por lo que éstas no intervendrán para dispararle al pueblo.
Cada vez que pasa esto en la historia se produce un tipo de guerra civil. Unos irán, decididamente, a defender el sistema, mientras que los otros no se dejarán arrebatar el triunfo electoral, como en México. Las provincias peruanas ya no están dispuestas a aceptarlo, por lo que se levantarán contra la imposición fujimorista de declarse ganadores a la fuerza en Lima.
El segundo capítulo, a mi entender, será la intervención foránea. No es la primera vez que Chile decidirá entrar en Perú para poner las cosas en orden. En la primera guerra, no la del Pacífico, el ejército mapochino llegó hasta Huaraz para pacificar el país y poner un gobierno favorable a sus intereses. Eso ya es parte de la historia. Hoy también tendría sobrados motivos para intervenir protegiendo sus inversiones (de más de 6 mil millones de dólares) amenazados por un conflicto interno peruano. ¿Y quiénes llamarán al ejército sureño? Pues obviamente sus socios peruanos (Romero y compañía).
¿Tendría Chile otra opción? Difícil. Pero eso desataría la ira de Chávez y compañía quienes no se quedarían contentos y harían lo mismo. En suma: leyendo la historia de la guerra civil española estamos más cerca de lo que puede pasar en Perú.
¿Existirá otra opción? Sí, no hacer nada y esperar rogando que Humala no gane. Toledo y Castañeda no tendrían opción pues sus tendencias neoliberales están fuera de la Historia, así que solo quedaría Keiko como única alternativa. Sería cruzar los dedos y desear que ella gane sí o sí.
Pero ¿jugarán los ricos peruanos a la ruleta esperando a ver si gana o no su candidato? Lo dudo. La derecha no suele aguardar a que los acontecimientos sucedan: ellos los hacen.
Muchas gracias.
Don Luis Enrique
Espectacular su comentario, deme unos minutos para poder consultarle algunas cosas...
saludos,
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