Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
30-6-2024
¡Miopías atroces y realidad política!
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¿Hay algún
partido político, club electoral, colectivo o institución de buena voluntad que
en singular pueda ganar las elecciones del 2026 y echar del gobierno y el
Estado a los sectores más conservadores y oscuros hoy vigentes?
Quien
proclame afirmativamente, está mintiendo. Y lo hace con perfidia. Las grandes
multitudes alineadas en partidos, ya son parte del recuerdo, hasta que el
formato sea rescatado y los líderes conciten adhesión y calor popular a lo
largo y ancho del país.
Por tanto,
es inevitable y hasta sano que quienes aspiren a comunicar bien sus intenciones
de reforma, cambio, justicia de pan con libertad y revolución, lo hagan en una
gran coalición, frente o como deseen llamarlo.
Una primera
realidad incontrastable de la política peruana es que nadie en solitario, por
más entusiasmo que tenga, logrará éxito. Aun coaligados los grupos deberán
establecer un cuadro de ambiciones y metas comunes y hacerlo entender a las
masas votantes.
Las partes
conforman el todo y es cierto, las fracciones, unas más que otras tienen alguna
fuerza local que sólo con el requisito imprescindible de la unidad, podrán
lograr un ejercicio sólido desde arriba y, sobre todo, con las masas, la
sociedad civil, alertas y en su puesto de vigilancia contra cualquier desmán.
¿Hay
precedentes en la historia del Perú? ¡Por supuesto que los hay!
En 1944 se
formó en Arequipa, el envión inicial, del Frente Democrático Nacional. Un
señor, Alfredo Ganoza, tuvo la responsabilidad de activar las células políticas
y lo logró con creces. El pseudónimo cubría a un ex preso político que se llamó
Ramiro Prialé, senador y parlamentario, deportado y preso varias veces.
Al año
siguiente, 1945, compitieron José Luis Bustamante y Rivero en nombre del FDN y
que dobló la votación de su rival de derechas, Eloy Ureta. El soporte vigoroso
e inconfundible de este dinámico y victorioso movimiento fue el Partido
Aprista.
Su candidato
natural, Víctor Raúl Haya de la Torre, no lo fue y la explicación de este
asunto pertenece al arcano político y que jamás se ha aclarado. La primavera
democrática duró hasta 1948, y el 27 de octubre de ese año, volvieron las
persecuciones, asesinatos y una represión atroz.
¿No se puede
hacer algo similar, habida cuenta de las realidades contemporáneas, con
adalides más bien pálidos y de circunscrita pegada local, no nacional? La unión
hace la fuerza.
Reflexionemos.
La gente común y corriente se pregunta, al borde de la desesperación, de por
causa de qué, los políticos peruanos son incapaces de construir salidas
atinadas y eficaces contra el caos que ya amenaza ser permanente.
Es cierto
que el 95% (caso de los legisladores), llegó al Congreso y encontró un mundo
nuevo, jalonado de prácticas y procesos difíciles de asumir con rapidez. A su
natural miopía y estrábica visión del mundo, tuvo que agregar el ámbito
parlamentario.
Para cobrar
cada fin de mes, dar instrucciones a los pelotones de secretarias y tropel de
asesores, amén que instruir sobre los destinos a los choferes asignados, no hay
que hacer mucho esfuerzo. El “doctoreo” con que gratifica el protocolo, les cae
de perillas.
Los miedos
de comunicación tienen su parte en esta mazamorra indigesta. Engríen a quienes
no ahorran esfuerzos en hablar de todo, casi siempre sabiendo absolutamente
nada, y que protagonizan ridículos cotidianos, no interesa. Importa sí
consignar lo que dice el legislador. Le llaman “presencia”.
Cuando la
materia gris escasea y no se la posee ¡ni de adorno! deviene imposible pedirle
peras al olmo. Reza el dicho: ¡Lo que Dios no da, Salamanca no lo presta!
Entonces esa Babel que es el Parlamento es el espectáculo que todo el Perú y el
mundo contempla con desaprobación.
¡Honor al
mérito! Nuestros políticos destacan por su profunda miopía e incontinencia
cuando de dar “opiniones” se trata. Hablan porque tienen lengua y la hemorragia
produce esperpentos a cual peor que, como no podía ser de otro modo, los brutos
reputan como “análisis” y cierta prensa, igual de adocenada y cuasi ciega,
celebra con alborozo estrambótico.
El grave
problema de nuestros políticos desde hace más de cuatro décadas es que son
ineptos para proyectar un país vivible por los próximos 50 ó 70 años. Son
lenguaraces y producen indigestiones cerebrales capaces de enredar una
telaraña. Ciertamente tampoco son muy entendidos en el análisis de los grandes
temas de la agenda nacional.
¿Conocen
Perú nuestros políticos? Más allá de uno que otro barrio y metropolitano, la
mayor cantidad de personajes que se hacen llamar políticos, son ineptos para
entender que Perú no sólo tiene Costa, Sierra y Montaña sino que debiera
considerar los cielos y el Mar de Grau como 4ta y 5ta región a defender y
honrar. Además de la proyección hacia el Amazonas-Atlántico y a la Antártida.
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