por Herbert Mujica Rojas
7-5-2009
El poder y la gloria, Juan Pablo II: ¿santo o político?, David Yallop,
Editorial Planeta Mexicana, 2007
VII El mercado
http://www.voltairenet.org/article159940.html
El 11 DE SETIEMBRE DEL 2003, el jet de Alitalia que transportaba al
papa Juan Pablo II, su séquito, el cuerpo de prensa y personal
adicional no identificado tocó tierra en el aeropuerto M. R. Stefanik
en las afueras de Bratislava, la capital de Eslovaquia, y la centésima
segunda visita papal había comenzado. El programa contenía un mínimo
de apariciones públicas y oportunidades de foto. Se habían evaporado
ya las imágenes de la fuerte, erguida y atlética figura que bajaba a
toda prisa la escalerilla del avión para besar el suelo, esta vez
fueron precisos cuatro ayudantes y 20 minutos para meter a Wojtyla al
elevador especialmente instalado para auxiliarlo en su descenso del
avión. El papa permaneció sentado mientras su silla se hacía rodar
hasta una plataforma en la sala de recepción del aeropuerto para una
breve ceremonia de bienvenida.
Sólo leyó unas cuantas líneas de su discurso, preparado en eslovaco.
Para el final del primer párrafo, hacía esfuerzos pero no pudo seguir.
Su secretario, el obispo Stanislaw Dziwisz, avanzó rápidamente, tomó
el discurso del papa y se lo entregó a un joven sacerdote quien leyó
el resto, con excepción del último párrafo, que el papa, forcejeando y
con obvia dificultad, de alguna manera logró terminar.
Esta escena se estaba volviendo cada vez más familiar en esos viajes.
Predeciblemente, el asesor de imagen del Vaticano, Joaquín
Navarro-Valls, intentó restar importancia a lo que los vigilantes
reporteros habían observado, recordando a la prensa otras ocasiones en
las que el papa se había visto forzado a depender de otros para
pronunciar sus discursos públicos. Navarro-Valls se vio obligado a
conceder, ante nuevas preguntas, que ésa era la primera vez que tal
cosa sucedía durante un discurso inaugural en un viaje apostólico.
El estado del papa no había mejorado al momento de su segunda
aparición pública ese día, esta vez en el santuario mariano de Trnava,
en el este de Eslovaquia. Pese a varias horas de descanso, estaba
irremediablemente débil. Muchos regulares en el cuerpo de prensa
creyeron que el papa podía morir en cualquier momento durante ese
viaje de cuatro días. Navarro-Valls demostró de nueva cuenta que él
veía una realidad diferente a la mayoría. "No veo ningún obstáculo
para un eventual centésimo tercer viaje. Aunque aún no hay ningún plan
concreto, ya hemos recibido varias invitaciones."
Como de costumbre, la verdad era un tanto diferente. La gran cantidad
de equipo médico y los doctores y enfermeras entre el grupo papal se
habían convertido en una característica común cuando el papa viajaba a
cualquier distancia del Vaticano. Un viaje a Mongolia planeado para
agosto se había cancelado a causa del cada vez peor estado de salud de
Wojtyla. Durante años Navarro-Valls había negado airadamente que el
papa sufriera mal de Parkinson. El pontífice seguía siendo presentado
como el atleta súper sano de su juventud mucho después de que las
evidencias contaban una historia diferente. Su salud había estado en
serio declive mucho antes del 2003. En el Vaticano ya se hablaba
abiertamente no de "si" sino de "cuándo" el papa transmitiría el
poder. A algunos de sus allegados les aterraba ese cada vez más
próximo momento. A menos que pudieran manipular la transmisión, lo
cual era una posibilidad muy real, su propio poder estaría en peligro
Mientras tanto seguían permitiendo que el papa de 83 años y con una
enfermedad terminal sufriera en público. Cerca del fin de la ordalía
de Karol Wojtyla en Eslovaquia la opinión de consenso de los
reporteros acompañantes era que el pontífice "se aproximaba ya al
limite de lo que la medicina y la fuerza de la voluntad pueden hacer".
En el Vaticano se admitía abiertamente que, mucho antes de la ordalía
en Eslovaquia, ése se había convertido ya en "un papado inútil", y que
el papa alternaba entre "períodos de lucidez y confusión.
Aparte de los costos humanos de llevar por el mundo a un hombre muy
enfermo y mayor de 80 años de edad, los viajes siempre planteaban
otras preguntas fundamentales. ¿La Iglesia católica romana realmente
obtenía algo de esos viajes? ¿Qué beneficios, se derivaban de ese
excepcional ejemplo de evangelización que había empezado en enero de
1979 con visitas a México y República Dominicana y continuado luego
sin cesar?
"Soy un peregrino-mensajero que desea recorrer el mundo para cumplir
el mandato que Cristo dio a los apóstoles cuando los envió a
evangelizara todos los hombres y todas las naciones. "Desde que Juan
Pablo II pronunció esas palabras en España, en noviembre de 1982,
había pasado 580 días y noches en el camino, en el aire, de lado a
lado de los océanos y mares del mundo. Casi un año y medio del papado
íntegro de Wojtyla se dedicó a llegadas y salidas y, en el ínterin, a
la predicación, la oración y, en todos los sentidos de la
pontificación.
Estas actividades, entre otras, provocaron extravagantes elogios de
una interminable fila de admiradores. "El hombre del siglo…Profeta del
nuevo milenio…Conciencia del mundo." Las estadísticas del papado de
Wojtyla, cuántos viajes, el número de encíclicas, el número récord de
beatificaciones, de canonizaciones, las multitudes récord que
asistieron a la misa papal en Filipinas, en Polonia, eran
constantemente sacadas a relucir por el Vaticano. Pero una estadística
oficial nunca se mencionaba: ¿cuánto había costado? ¿Acaso el papa no
debía haber seguido el ejemplo de sus predecesores y pasado más tiempo
en Roma?
Esta pregunta se formuló en el Vaticano casi desde el principio del
pontificado de Wojtyla. Un alto miembro de la curia romana me dijo en
1981 que ésta estaba sumamente preocupada por el "excesivo e
innecesario uso de recursos humanos y financieros". Si la curia
hubiera sabido entonces con cuánta frecuencia los vuelos papales
surcarían los cielos en el futuro, habría podido hacer una
manifestación de protesta en la plaza de San Pedro. Como ya se señaló,
el papa mismo planteó el asunto durante su primera visita al
continente africano en 1980.
Algunas personas creen que el papa no debería viajar tanto. Que
debería quedarse en Roma, como antes. A menudo oigo ese consejo, o lo
leo en los periódicos. Pero aquí los lugareños dicen: "Gracias a Dios
que usted está aquí, porque sólo viniendo podría saber de nosotros.
¿Cómo podría ser nuestro pastor sin conocernos? ¿Sin saber quiénes
somos, cómo vivimos, cuál es el momento histórico por el que
pasarnos?" Esto me confirma en la creencia de que es momento de que
los obispos de Roma se vuelvan sucesores no sólo de Pedro, sino
también de San Pablo, quien, como sabemos, nunca podía quedarse quieto
y estaba siempre en movimiento.
Exactamente ¿qué tan efectivo era el papa como mensajero? Descartando
los excesos del Vaticano, las exageraciones locales y las hipérboles
de los medios de comunicación, es indiscutible que el poderosamente
carismático Wojtyla atraía a vastas multitudes cuando hacía sus
"peregrinaciones". La cifra global acumulativa de asistentes a las
misas y reuniones públicas asciende a cientos (de millones, si no es
que a miles de millones de personas.) Las palabras que Wojtyla
pronunció suman un total similar. El costo financiero es más difícil
de evaluar. En noviembre de 1980 el papa realizó una visita de cinco
días a la entonces Alemania Occidental; el costo para los
contribuyentes de ese país se fijó oficialmente en 10 millones de
dólares. En 1982 el papa hizo una visita de seis días al Reino Unido;
el costo se fijó oficialmente en 6 millones de libras esterlinas. En
1987 hizo una visita de 10 días a Estados Unidos, estimada en 26
millones de dólares. El Vaticano pagó los pasajes de primera clase de
los 12 miembros del grupo papal, mientras que los contribuyentes y
católicos estadounidenses pagaron el resto. Mucho tiempo después de
ese viaje, numerosas diócesis batallaban aún con grandes cuentas por
pagar. El costo de otros viajes al extranjero se ha estimado
oficialmente en 2 millones de dólares diarios. Tomando esta cifra como
promedio, el costo de los viajes del papa al extranjero desde octubre
de 1978, costo que nunca fue pagado por el Vaticano, fue superior a
los 1,100 millones de dólares. Es indudable que la gran mayoría de los
viajes papales tuvieron un efecto inmediato en su audiencia, y que
grandes multitudes establecían un lazo instantáneo con el hombre del
país lejano. Sin embargo, el efecto a largo plazo fue mínimo. El
público estaba preparado para amar al hombre, pero de la misma manera
estaba preparado para ignorar su mensaje. En casi todos los países, la
inmensa mayoría de los católicos romanos resultarían ser muy
resistentes a las enseñanzas del papa Juan Pablo II. Aun en un país
históricamente tan católico como Irlanda, donde más del 90 por ciento
de la población asistía a misa una vez a la semana, las creencias
estaban cambiando drásticamente.
Estudios, investigaciones y encuestas de opinión realizados ahí a
principios de 2001 por el sacerdote, escritor y sociólogo
estadounidense Andrew Greeley confirmaron que las actitudes de Irlanda
ante la religión estaban cambiando. Ése fue el país al que durante dos
días y medio de 1979 el papa tomó enteramente por asalto. Se calcula
que a la primera misa papal en Phoenix Park, Dublín, asistieron 1,2
millones de personas, más de un tercio de la población total. Al
hablar ante esa enorme comunidad, el papa instó a Irlanda, país que
durante siglos había enviado a miles de misioneros al mundo, a
redescubrir su fe, a "convertirse".
En Drogheda, lugar arreglado por razones de seguridad, a unos 50
kilómetros de la frontera con Irlanda del Norte, Juan Pablo abogó por
el fin de la violencia sectaria, el fin de los asesinatos, perpetrados
en forma blasfema no sólo en nombre del nacionalismo, sino también de
versiones rivales del cristianismo. Invocó el quinto mandamiento: "No
matarás". Rechazó la descripción de que se libraba una guerra
religiosa entre católicos y protestantes. -Éste es un conflicto entre
personas movidas por el odio, y el cristianismo prohíbe el adío."
Dirigiéndose no sólo a los 300,000 reunidos en Drogheda, sino también
a todo país, el norte y el sur, hizo un enérgico y muy personal ruego:
De rodillas les pido que abandonen los senderos de la violencia y
vuelvan a los caminos de la paz (…) La violencia destruye la obra de
la justicia (…) Más violencia en Irlanda solo postrará y arruinará al
país que ustedes dicen amar y los valores que dicen estimar.
Dondequiera que fue se le aclamó con atronadores aplausos,
ensordecedores vivas y extasiados cánticos. Su última misa en Limerick
atrajo a más de 250,000 personas. El ruego del papa a esos hombres
violentos no tuvo el menor efecto o influencia en los hechos. Los
asesinatos, los indignos bombazos contra civiles, la humillación, la
intimidación y el odio continuaron sin cesar. En cuanto al catolicismo
irlandés, el número de los fieles siguió disminuyendo.
Los cambios en las creencias, conductas y actitudes que los estudios
del padre Greeley registraron no eran ciertamente los que el papa
tenía en mente cuando exhortó a los irlandeses a "convertirse". "Si
las medidas apropiadas del catolicismo son la fe y la devoción,
entonces los irlandeses siguen siendo católicos", observó el padre
Greeley. Su investigación determinó que 94 por ciento de los
irlandeses creían en Dios, 85 por ciento en el cielo y los milagros y
78 por ciento en la vida después de la muerte. Sin embargo, "si, por
otro lado, las medidas apropiadas de la fe son la aceptación de la
autoridad de la Iglesia y la adhesión a la ética sexual de la Iglesia,
entonces los irlandeses ya no son católicos", dijo Greeley, y añadió:
"Pero entonces tampoco lo es ningún otro pueblo de Europa, incluidos
el italiano y el polaco". Sus cifras indicaban que sólo 40 por ciento
creía que el aborto siempre era malo, sólo 30 por ciento, que el sexo
prematrimonial siempre era malo, y sólo 60 por ciento, que las
relaciones entre personas del mismo sexo siempre eran malas. Más
significativamente aún, sólo siete por ciento de los nacidos en la
década de 1970 tenía mucha confianza en la Iglesia, aunque 70 por
ciento La tenía en el cura local.
Una encuesta posterior realizada en septiembre de 2003 por RTE, la
radiodifusora y televisora estatal de Irlanda, confirmó los hallazgos
del padre Greeley. Demostró que sólo 50 por ciento de los católicos en
Irlanda asistían a misa cada semana, 75 por ciento creían que el
celibato sacerdotal debía abolirse, 60 por ciento, que el sacerdocio
debía abrirse a las mujeres, y 38 por ciento rechazaban el concepto de
la infalibilidad papal.
Una encuesta de Zogby de 2002 indicó que el padre Greeley tal vez
tendría que añadir pronto a Estados Unidos entre los países "ya no
católicos". Esa encuesta determinó que 54 por ciento de los
estadounidenses estaban a favor de que los curas se casaran, mientras
que 53 por ciento pensaban que debía haber sacerdotisas, 61 por ciento
aprobaban el control natal artificial, un colosal 83 por ciento
pensaba que era moralmente incorrecto discriminar a los homosexuales,
e incluso sobre el aborto casi un tercio discrepaba de que siempre
fuera moralmente incorrecto. En contradicción con esas cifras, en la
misma encuesta no menos de 90 por ciento pensaba que el papa hacia una
buena labor en el mundo como líder de la Iglesia.
El hecho de que tantos encuestados discreparan de la posición de la
Iglesia sobre una amplia variedad de asuntos clave era una asombrosa
ilustración de la paradoja central del papado de Karol Wojtyla.
Compraban sus libros, sus CD, sus vídeos; se congregaban por millones
en los parques, campos y estadios de fútbol del mundo cuando celebraba
misa, pero un número creciente de ellos no seguían su enseñanza ni la
doctrina de la Iglesia sobre un cada vez mayor número de asuntos. La
forma de cristianismo de Wojtyla era crecientemente irrelevante, y las
evidencias no se reducían a las encuestas. En Australia, los hechos
hablaban por sí solos. Entre 1971 y 2006, las bodas católicas en una
iglesia habían disminuido más de 50 por ciento, de 9,784 a 4,075.
En Estados Unidos, el número de sacerdotes más que se duplicó, hasta
58,000 entre 1930 y 1965. Desde entonces ha caído a 45,000, y sigue
descendiendo. Para 2020, de seguir las tendencias actuales, habrá
menos de 31,000, y más de la mitad de ellos serán mayores de 70 años.
En 1965, uno por ciento de las parroquias estadounidenses no tenía
cura. Para 2002, 15 por ciento -3,000 parroquias- carecían de él. En
ese mismo período, el número de seminaristas disminuyó 90 por ciento.
El mismo sombrío panorama se repetía en las cifras de monjas y
miembros de órdenes religiosas católicas. Casi la mitad de las
secundarias y preparatorias católicas han cerrado en los últimos 40
años. La asistencia semanal a misa oscila entre 31 y 35 por ciento.
Las cifras de anulación han aumentado de 338,000 a 501,000.
Dondequiera que se mire, la historia es la misma, pero la Iglesia
católica estadounidense seguía proclamando que en el mismo período, de
1965 a 2002, el número de católicos en el país habla aumentado 20
millones.
El mito de una membresía mucho mayor es perpetuado no sólo en Estados
Unidos, sino también globalmente. La definición que hace la Iglesia de
un católico romano -una persona bautizada- choca con el hecho de que
cientos de millones de supuestos católicos rechazan subsecuentemente
las enseñanzas de la Iglesia sobre una enorme variedad de asuntos, y
al hacerlo, pese a lo que diga su fe de bautismo, dejan de ser
católicos romanos. Un católico romano no practicante es un ex católico
romano o, para decirlo con la jerga vaticana, un católico romano
relapso.
En Gran Bretaña están muy avanzados los planes para abolir el actual
juramento que se hace antes de testificar en un tribunal. En el futuro
no contendrá ninguna referencia a Dios. En Estados Unidos, en octubre
de 2003, luego de una larga batalla legal que culminó en la Suprema
Corte, fue confirmada la decisión de un tribunal federal por la que se
prohibió la exhibición de los Diez Mandamientos en el edificio del
poder judicial del estado de Alabama. Esa decisión reafirmaba la
separación entre la Iglesia y el Estado. Mientras que el papa creaba
más y más santos, a cada vez menos niños se les ponían los nombres de
aquéllos. En el devotamente católico romano Chile, las píldoras
abortivas del día siguiente se distribuyen gratis. Vandalismo, robo,
narcotráfico, piromanía, ritos paganos y "conducta inadecuada en el
altar mayor" se han vuelto tan comunes en las iglesias británicas que
hoy muchas de ellas permanecen cerradas fuera de las horas de
servicio, con cámaras de circuito cerrado de televisión encendidas.
Simultáneamente, los templos católicos en Escocia registran su más
baja asistencia en la historia, de apenas 12 por ciento. El obispo Joe
Devine, de Motherwel, observó: "la población católica he disminuido,
pero no ha sido vencida. El ocultismo desempeña cierto papel en ello,
pero el principal problema es que la gente ve televisión o juega
futbol en lugar de ir a la iglesia". El papa tenía una opinión más
tajante: "Escocia es un país pagano".
El cardenal Keith O'Brien, un hombre al que Wojtyla había ascendido
recientemente, coincide con ello. "Existe el riesgo de que Escocia se
vea reducida a un estado de bacanal en el que lo único que interese a
todos sea su propio placer y acostarse con quien sea." En enero de
2003, el principal clérigo católico de Gran Bretaña, el cardenal
Cormac Murphy O'Connor, se refirió drásticamente a una mucha mayor
crisis de fe: "Gran Bretaña se ha convertido en un país sumamente
pagano".
Sí hay, embarazos no deseados en Gran Bretaña, no los hay suficientes
en Italia. En L'Osservatore Romano en octubre de 2001, el teólogo
Gino Romano intentó hallar la razón del hecho de que Italia, seguida
muy de cerca por la católica España, tenga la más baja tasa de
natalidad en Europa. Culpó a las "medidas italianas (…) El sostenido
aumento del divorcio refleja el impacto de un ciclón de secularismo y
consumismo". Llamó también a realizar "nuevos esfuerzos para permitir
a las jóvenes parejas tener más de un hijo".
Ese teólogo italiano, lo mismo que la Liga de Mujeres Católicas de
Gran Bretaña, lamentó el hecho de que la mayoría de los adolescentes,
pese a creer aún en el valor del matrimonio, prefieran esperar a que
sus relaciones y otras aspiraciones hayan madurado. Se ejerce así el
derecho a decidir abortar. El matrimonio tradicional entre los 15 y 18
años con tres o más hijos al cumplir los 20 es una perspectiva con
decreciente atractivo en Europa.
Ha habido un completo rechazo a la enseñanza de la Iglesia sobre el
control natal. La mayoría también ha rechazado la enseñanza de la
Iglesia sobre el divorcio y el aborto. Mientras renombrados filósofos
católicos discutían públicamente con el papa y los jesuitas acerca de
la existencia del infierno, las masas católicas estaban más
interesadas en el aquí y ahora y en un estilo de vida muy contrario a
las constantes admoniciones del papa. También discrepaban de la de la
Iglesia sobre los sacerdotes casados y las sacerdotisas.
Dos tercios creen además que la Iglesia católica debería retornar a la
práctica de que los sacerdotes y la comunidad elijan a los obispos de
su propia diócesis. Los italianos ven con profundo cinismo el hecho
de que el papa no haya eliminado la corrupción financiera de la
década de 1980. En esa década, cuando realizó una visita a Nápoles,
ciudad que padecía de gran cantidad de privaciones, fue recibido con
una enorme pancarta que proclamaba: "La rica Nápoles da la bienvenida
a su pobre papa". Los italianos eran asimismo cínicos respecto al
extraordinario número de viajes al extranjero que el papa y su séquito
habían hecho. Esto confirmaba en la mente de muchos la imagen de una
Iglesia muy rica que dilapidaba el dinero de la gente.
Algunas de las críticas públicas eran injustas y mal informadas. Las
visitas dentro de Italia frecuentemente rendían ganancias. Los
funcionarios del Vaticano no tenían empacho en pedir una cuota de
servicio si recibían la solicitud de un alcalde o dueño de una fábrica
para que el papa Juan Pablo los visitara. Cuando Carol de Benedetti
(en su calidad no de miembro del Banco Ambrosiano, sino de director
general de Olivetti) se preparaba para una visita papal a su fábrica
de máquinas de escribir en Ivrea, fue notificado de que se requería
una contribución. El hombre del Vaticano sugirió 100,000 dólares, y
más tarde De Benedetti extendió el cheque a nombre del papa, a quien
lo entregó en privado durante su visita. Esta anécdota se me refirió
hace unos años, y la consideré apócrifa hasta verla citada por Carl
Bernstein y Marco Politi luego de que entrevistaron a De Benedetti.
Posteriores investigaciones confirmaron que muchos otros hombres de
negocios italianos fueron obligados a depositar algo en la charola del
Vaticano.
Pero ni el contribuyente italiano ni el Vaticano pagaban los 2
millones de dólares de gastos diarios de los viajes al extranjero. Los
siguientes ejemplos son la regla, no la excepción.
El papa y sus más cercanos colaboradores nunca consideraron la
posibilidad de que el extendido desplome del catolicismo pudiera
deberse, al menos en parte, al Vaticano. Para ellos, la respuesta se
encontraba invariablemente en la corrupción de la sociedad secular
antes que en la corrupción de aquellos en los que la sociedad secular
había buscado alguna vez una guía moral. Como comentó Wojtyla a los
obispos belgas, el descenso de la práctica religiosa en su país era
"particularmente inquietante", y él no tenía la menor duda de las
razones de ello. Era el problema de "una sociedad que pierde de vista
sus tradicionales puntos de referencia, promoviendo el relativismo en
nombre del pluralismo".
En ocasión de una visita a Roma de un grupo de obispos franceses, el
papa los alentó a hacer frente a "la secularización de la sociedad
francesa, que a menudo adopta la forma de rechazo, en la vida pública,
de los principios antropológicos, religiosos y morales que han marcado
profundamente la historia y cultura de esa nación". El papa señaló a
los obispos franceses su preocupación por el declive de vocaciones
sacerdotales. "Desde hace muchos años su país ha visto una grave
crisis de vocaciones: una especie de errancia en el desierto que
constituye una auténtica prueba de fe para los pastores y los fieles
por igual." Siguió una larga lista de recomendaciones. Los obispos
franceses estaban demasiado cohibidos para apuntar que ellos ya habían
sido previamente sometidos a esa prueba, sin éxito.
En diciembre de 2004, un estudio de 18,000 ciudadanos franceses fue
realizado por el diario católico La Croix y el instituto encuestador
CSA. En él se confirmó que en Francia la Iglesia católica se
aproximaba a su desintegración. Mientras que 64.3 por ciento de los
franceses se describen como católicos, sólo 7.7 por ciento de los
entrevistados dijeron asistir a la iglesia una vez al mes. De éstos,
28 por ciento eran mayores de 75 años, y la abrumadora mayoría eran
mujeres rurales de escasa instrucción. Francia tiene hoy 17,000
sacerdotes diocesanos, la mitad de los que existían en 1980. También
las parroquias muestran una disminución de 50 por ciento.
A los franceses tal vez les habría consolado saber que no eran los
únicos. El papa impartió la misma lección a la mayoría de sus obispos.
Dijo a los holandeses: "Su país ha experimentado un intenso proceso de
secularización durante 30 años, que se ha extendido a la Iglesia
católica como reguero de pólvora y que desafortunadamente continúa
marcando a la sociedad holandesa". Luego, en noviembre, de 2004, el
cardenal Adrianis Simonis, de Utrecht, ofreció lo que se ha convertido
entre los obispos católicos en Europa en una popular explicación del
derrumbe del cristianismo.
"Hoy descubrimos que estamos desarmados de cara al peligro islámico."
Tras señalar que incluso jóvenes nacidos y crecidos en los Países
Bajos se habían vuelto musulmanes, el cardenal asoció el ascenso del
Islam con "el espectáculo de extrema decadencia moral y declinación
espiritual que ofrecemos " a los jóvenes.
El cardenal Poupard, presidente del Consejo Pontificio, francés
trabajaba en el Vaticano, ofreció una visión más amplia de la
desintegración cristiana.
El ateísmo militante y organizado de la era comunista ha sido
reemplazado por la indiferencia práctica, la pérdida de interés en la
gestión de Dios y el abandono de prácticas religiosas, especialmente
en el mundo occidental.
Entre los problemas que la Iglesia debía enfrentar, continuó, estaban
"la globalización de la cultura de masas, la influencia de los medios
electrónicos y la aparición de nuevas sectas". Lamentó la ausencia de
medios eficientes para la difusión de la fe". Temía que la perdida de
fe pudiera "conducir al desplome de la cultura, con peligrosas
consecuencias para la sociedad. La época más amenazadora para el
hombre no es aquella que niega la verdad, sino a la que no le preocupa
la verdad".
Lo cierto es que la Iglesia católica tiene medios muy eficientes para
propagar la fe. Los medios católicos son un gigante global con una
pléyade de agencias de noticias, periódicos y compañías de radio y
televisión comprometidos con la línea oficial de la Iglesia católica
romana en todos los órdenes. Todo esto tiene como sede una sola
ciudad, y gran parte de ello se reproduce en muchas ciudades alrededor
del mundo. Tan sólo el Opus Dei tiene más agencias de medios en todo
el mundo que Rupert Murdoch. Lo último que falta en la Iglesia
católica moderna son medios eficientes.
"Rome Reports", por ejemplo, es una agencia de noticias de televisión
centrada por completo en el papa y la Iglesia que vende segmentos de
programas en inglés, español y portugués a televisoras de Asia, África
y América Latina. Su director, Yago de la Cierva, es miembro del Opus
Dei. Radio María es una estación tanto de radio como de televisión que
transmite globalmente. Famiglia Cristiana es una publicación semanal
editada por los Padres de San Pablo. La Conferencia de Obispos
Italianos tiene su propio periódico, Avvenire (Porvenir), y una
estación de televisión vía satélite que retransmite mediante docenas
de estaciones católicas locales. Telepace es otra estación de
televisión católica. La Universidad Católica del Sagrado Corazón
publica la revista Vita e Pensiero (Vida y Pensamiento). Mondo e
Missione es la revista mensual del Instituto Pontificio de Misiones
Extranjeras. Mensuarios católicos rivales son Nigriz1a (Negritud),
Missione Oggi (Misión Hoy), Il Timone (El Timón) e Inside the Vatican
(Dentro del Vaticano). Está además la agencia de noticias Zenit. Y la
agencia en línea Asia News, que publica en italiano, chino e inglés.
Luego están, por supuesto, las agencias de medíos del Vaticano que
incluyen una oficina de prensa controlada por el miembro numerario del
Opus Dei Joaquín Navarro-Valls; una página en internet en seis idiomas
con boletines diarios y un extenso conjunto de archivos. El diario
L'Osservatore Romano; el Centro de Televisión del Vaticano; el
Servicio de Información del Vaticano; Fidsl, la única agencia en línea
de la Congregación de la Doctrina de la Fe, cuyo servicio en siete
idiomas también incluye el chino; la Librería Editrice Vaticana, que
publica todas las declaraciones oficiales de la Santa Sede, y por
último las revistas y boletines publicados por las diversas oficinas
del Vaticano.
Los obispos no pueden dormir buscando al enemigo. El socialismo ha
sido añadido al Islam y el comunismo, aunque la verdad es que muchos,
del papa para abajo, nunca han podido distinguir al socialismo del
comunismo. El ya desaparecido secretario de Estado cardenal Casaroli,
quien realmente debía haber estado mejor informado, cayó en la trampa
al comentar los problemas de México. Es indudable que cuando los
obispos españoles hagan su siguiente visita ad limina a Roma, se
declarará culpable al actual gobierno socialista de todos los
problemas de la Iglesia española. Una encuesta de fines de 2004 que
mostró que 61 por ciento apoya la propuesta del gobierno de legalizar
el matrimonio homosexual y que una mayoría de 72 por ciento pensaba
que el Estado debía dejar de darle a la Iglesia española casi 100
millones de libras esterlinas al año, indicaría que la mayoría de los
españoles están con su gobierno y no con la Iglesia católica.
Nuevas leyes en preparación en España están diseñadas para dar a otras
Iglesias cristianas, a judíos y musulmanes algunos de los privilegios
que hoy disfruta en exclusiva la Iglesia católica romana. La Iglesia
católica española se ha colocado entonces en la línea frontal de la
oposición política al gobierno democráticamente electo, al que no
puede hacerse responsable del extraordinario derrumbe de la fe
católica que ha ocurrido en España. En un país donde 90 por ciento (de
la población se "declara" católica romana, dos tercios —66 por ciento—
no son practicantes. Para tomar un solo caso particularmente cercano
al corazón de Karol Wojtyla, en la predominantemente católica España
las encuestas señalan que 40 por ciento de la población cree que el
aborto es un derecho fundamental, y un 24 por ciento adicional cree
que debería tolerarse. Esto resultó de una encuesta realizada antes de
que los socialistas llegaran al poder, cuando el país era dirigido por
un gobierno de derecha. En la España presente, más de 50 por ciento de
los embarazos ocurridos en jóvenes de entre 15 y 17 años se
interrumpen.
El papa ha reconocido que el reto concierne no sólo al catolicismo,
sino también al cristianismo en general. En un discurso en la Academia
Pontificia de Cultura, en marzo de 2002, dijo: "Nuestros
contemporáneos inmersos en círculos culturales a menudo ajeno a toda
dimensión espiritual de la vida (…) Los cristianos debemos reparar el
daño causado por esa ruptura de la relación entre la fe y la razón".
Sin embargo, su solución era una espada de doble filo. "Es necesario
crear un sistema educativo dedicado a un serio estudio antropológico
que tome en cuenta quién es el hombre y qué significa la vida". Tales
estudios han existido desde hace mucho tiempo e investigaciones
adicionales en este campo reforzarían al menos la posición de los
humanistas.
Uno de los obispos de Nicaragua hizo una propuesta más radical. En un
sermón de Navidad, el obispo Abelardo Guevara abordó la crisis de la
vida familiar. Denostó a las violentas bandas de adolescentes que
habían forzado a la diócesis a cancelar la tradicional misa navideña
de gallo. "Necesitamos recuperar urgentemente la unidad familiar y los
principios espirituales. Nuestra sociedad se está viniendo abajo a
causa de la falta de esas virtudes." Dirigiéndose a todos los padres
de su comunidad, el obispo continuó: " Ustedes deben estar dispuestos
a hacer todo lo posible por proteger los valores de su familia.
¡Destruyan a balazos el televisor si es necesario para mantener en
raya los anti valores!"
A principios de diciembre de 2001, el exorcista oficial de la Diócesis
de Roma, el padre Gabriele Amorth, descubrió que la amenaza no
provenía de la pantalla chica, sino de la grande. Su preocupación eran
las películas y los libros de Harry Potter. Este sacerdote presidente
de la Asociación Internacional de Exorcistas, creía que una gran
fuerza maligna influía esas obras. "Detrás de Harry Potter se oculta
la rúbrica del rey de las tinieblas, el diablo. El exorcista explicó
que esos libros contienen innumerables referencias a la magia, "el
arte satánico", y que intentan hacer una falsa distinción entre magia
negra y blanca, cuando en realidad esa distinción "no existe, porque
la magia es siempre un recurso del demonio"
Dondequiera que se mire, el cristianismo en todas sus formas parece
estar de retirada. En América Latina -el continente de la esperanza
del Vaticano-, funcionarios de salud de 20 países se reunieron en
México a fines de 2001 en una conferencia de tres días con más de 250
participantes para contribuir a que los gobiernos latinoamericanos
establecieran -un libre intercambio de ideas- sobre la posible
legislación del aborto. A esos países predominantemente católicos les
preocupaba el gran número de abortos secretos que resultaban en la
muerte de mujeres embarazadas. La cura se estimaba en "6,000 vidas al
año". En marzo de 2000, en la patria del papa, el presidente polaco,
Alexander Kwasniewski, vetó un proyecto de ley que había puesto en
vigor nuevas y más estrictas medidas contra la pornografía. El
presidente declaró que ese proyecto de ley "reduciría injustamente las
libertades personales". En un país en el que 90 por ciento se
consideran católicos romanos practicantes. Los votantes se dividieron
en partes iguales ante la acción del presidente.
Pese a todos esos signos de decadencia, las cifras oficiales del
Vaticano catalogan el papado de Wojtyla y sus viajes compulsivos como
un resonante éxito. Las cifras globales de católicos bautizados en el
mes de diciembre de 1997 eran de poco más de mil millones, los cuales
siguen aumentando. Las cifras globales, por ejemplo, para el año
terminado el 31 de diciembre de 2000 muestran un incremento en el
número de católicos de poco menos de 12 millones en el año
precedente. Pero, como siempre, el diablo está en los detalles. En lo
tocante al continente europeo, las cifras indican una caída poco más
de 1.5 millones. El número de sacerdotes, hermanos y hermanas también
descendió en Europa. Grandes áreas de crecimiento en la mayoría de las
categorías se registraron en todos los demás continentes excepto
Oceanía, pero todas las cifras se basaban en el bautismo y no tomaban
en cuenta si las personas implicadas realmente practicaban o creían en
la fe católica.
Si la misión de Juan Pablo II de evangelizar el mundo había de
triunfar en algún lado, éste debía ser sin duda Italia. Aparte del
hecho de que estaba rodeado de italianos por todas partes, hizo los
más tenaces esfuerzos por cubrir cada Strada, piazza, villaggio, cittá
y cada santuario sagrado de Italia. Realizó 726 visitas pastorales a
las diversas parroquias de su diócesis personal de Roma, y otras 140
visitas pastorales en Italia más allá de las fronteras de Roma.
Predicó, oró y habló en general a la nación italiana casi cada día
durante 25 años. Cada ciudadano, cada hombre, mujer y niño estuvo
completamente expuesto a las opiniones de Juan Pablo II sobre una
extraordinaria diversidad de temas, particularmente los relacionados
con la enseñanza de la Iglesia católica.
Las cifras oficiales señalan que la población de Italia es
abrumadoramente católica romana. Casi 80 por ciento se considera
católica. Entre quienes discrepaban de ello estaba el propio papa ya
desaparecido. En 1996 llamó a la "evangelización" de Roma, que el
Vaticano considera una ciudad pagana. Voluntarios fueron de puerta en
puerta en un intento por persuadir a los ciudadanos de la capital de
"retornar a la Iglesia". Trascendió que muchos jamás puesto el pie en
San Pedro.
La disminución de la tasa italiana de natalidad va de la mano con la
caída de bodas por la Iglesia. El cardenal Julián Herranz, peso pesado
de la curia y presidente del Consejo Pontificio de Textos
Legislativos, juzga que parte de la razón de ello es el alto costo de
una boda por la Iglesia, pero reconoce el más profundo factor de "la
pérdida de sentido religioso en la sociedad". La Iglesia católica en
Italia sufrió una demostración nacional de esa pérdida en 1984, cuando
la fe católica romana fue relegada y dejó de ser la religión oficial
de Italia.
A Juan Pablo II se le ha descrito correctamente como el "papa más
mariano de la historia", pero su obsesivo amor por la madre bíblica de
Cristo y su deseo de despertar una genuina espiritualidadmariana lo
hicieron alarmantemente vulnerable a toda explotación de la leyenda de
María. Esa era una vulnerabilidad que se formó muy pronto en la vida
de Karol Wojtyla. Al volver a casa de la escuela el 13 de abril de
1929, el niño de ocho años fue enfrentado por uno de sus vecinos en el
patio, quien le dijo bruscamente: "Tu madre ha muerto". Emilia tenía
apenas 45 años de edad, y había sufrido frecuentes y terribles
dolores, causados por una miocarditis y nefritis (aguda inflamación
del corazón y los riñones) durante 15 años.
Cuando Wojtyla era joven hablaba de su madre con amoroso afecto al
recordar su invaluable, irreemplazable papel en esos primeros años de
su vida. Más tarde hubo un cambio de tono, y la amargura reemplazó al
amor mientras él recordaba lo preocupada que había estado su madre por
su enfermedad y el poco tiempo que había tenido para dedicarle a él.
El chico perdió a la persona más importante de su vida a una edad
dolorosamente temprana. Esto fue crucial, sin duda, en la formación de
su paradójica personalidad y la obsesión mariana que dominó su visión
de las mujeres.
Wojtyla hablaba y escribía regularmente como si el único papel de las
mujeres seculares fuera la maternidad, Su incesante hostilidad contra
el aborto aun en el caso de una mujer violada, su veneración por las
mujeres que habían muerto dando a luz en vez de abortar y salvar su
vida, son un eco de la tradicional enseñanza católica que prevalecía
al momento de la prematura muerte de su madre.
Privado de afecto maternal en una etapa desesperadamente temprana de
su desarrollo, Wojtyla estaba rodeado asimismo por una cultura que
veneraba profundamente a María, la madre de Cristo. El héroe de la
infancia de Wojtyla, Pío IX, había declarado la doctrina de la
Inmaculada Concepción de María, "la virgen madre de Cristo". En
Polonia, María tiene muchos nombres, muchos títulos. Aparte de la
universal Virgen María, Wojtyla también podía rezar a la Madre
Santísima, Reina del Cielo y la Tierra, Esposa Virgen, Madre Dolorosa,
Refugio de los Pecadores, Consoladora de afligidos, la Virgen Negra de
Czestochowa y el título que sobre todos los demás, aseguraba que ella
fuera inexorablemente identificada con el nacionalismo y la patria
polacos, Reina de Polonia, María, Madre de Dios.
Una amiga de toda la vida de Wojtyla, Halina Kró1ikiewicz-kwiatkowska,
recuerda: "Siempre corríamos a la iglesia. Y en la iglesia rezábamos,
por lo general a la Virgen María". Eugeniusz Mroz, otro amigo de la
infancia, recuerda la muerte de Emilia.
El nos impresionó con su paz interior. Creía que esa pérdida era
voluntad de Dios. El departamento de Wojtyla estaba en el segundo
piso. La habitación de su madre nunca se usó después de su muerte. A
veces, cuando Karol estaba estudiando, tomaba un descanso, entraba a
la habitación de su madre y rezaba. El Santo Padre conservaba una
fotografía especial que siempre llevaba consigo, dondequiera que
fuera. Nunca se separaba de esa fotografía, ni siquiera en largas
peregrinaciones. En ella aparece de niño en brazos de su madre.
Tres días después del funeral de su madre, el padre llevó a sus dos
hijos a una peregrinación al santuario mariano de Kalwaria
Zbrzydowska. Señalando un famoso cuadro de la Virgen María, le decía a
Karol: "Ésta es tu madre ahora". A todo lo largo de su vida, Karol
Wojtyla regreso a ese lugar, donde, en la víspera de la festividad de
la Asunción, los polacos creen que la Santísima Virgen muere cada año
y subirá al cielo. Luego de una vigilia de toda la noche, himnos y
oraciones, celebran el triunfo de María sobre la muerte y su ascensión
al cielo. El niño de ocho años quizá no haya recibido todo el consuelo
que necesitaba en ese tiempo, porque 10 años después escribió estos
versos:
Sobre tu blanca tumba
brotan las flores blancas de la vida.
¡0h! ¿cuántos años han pasado
sin ti? ¿Cuántos años?
Sobre tu blanca tumba,
cerrada hace años,
algo parece elevarse,
inexplicable como la muerte.
Sobre tu blanca tumba,
madre, mi amor sin vida...
Hasta fines del siglo IV la devoción a María se mantuvo en segundo
plano, pero en realidad ya se le había visto aparecer tiempo atrás. En
el siglo III, mientras Gregorio Taumaturgo lidiaba con, doctrinas
teológicas poco antes de incorporarse al sacerdocio, se le apareció la
Santísima Virgen, acompañada por San Juan. Ella instruyó a San Juan
revelar a Gregorio el "misterio de la piedad". Juan obedeció
cumplidamente, "enunció una fórmula perfecta y desapareció". A finales
del siglo IV, Agustín se sintió compelido a protestar contra "el
extravagante e infundado elogio de María. Esta especie de idolatría
(…) está muy lejos del grave carácter de la teología, es decir, de la
sabiduría celestial'. Uno se pregunta qué haría Agustín, quien junto
con Pablo fue el que más hizo por dar forma al cristianismo, ante la
"idolatría" de toda la vida por María de Karol Wojtyla.
A lo largo de los siglos ha habido repetidos reclamos de visiones de
María, conversaciones con ella, milagros de ella y estatuas suyas que,
derraman lágrimas de sangre, muchos de los cuales han sido
oficialmente reconocidos por la Iglesia católica romana. Esas
manifestaciones particularmente en Lourdes y Fátima, han obrado
drásticos cambios en los lugares implicados y áreas circundantes. Sea
o no que hayan ocurrido milagros es materia de constante debate, pero
sin duda el perfil de la Iglesia ha crecido, la fe de muchos se ha
fortalecido y grandes cantidades de dinero se han generado por ello.
A principios de junio de 1981, Medjugorje era una pobre aldea rural en
Bosnia-Herzegovina, en la entonces Yugoslavia. El 24 de junio, seis
adolescentes croatas hicieron variables afirmaciones de haber visto a
"Gospa", la Santísima Virgen María. Al menos tres de los niños también
afirmaron, haber visto al niño Jesús en brazos de su madre. Al día
siguiente volvieron a ver la imagen de María, quien esta vez conversó
con ellos. Las apariciones y conversaciones continuarían todos los
días, y supuestamente continúan hasta el presente. No todos los seis
niños siguen siendo privilegiados; para fines de 2003, sólo tres de
ellos continuaban recibiendo mensajes diarios.
Diez años después de las primeras supuestas apariciones en Medjugorje,
el Departamento de Estado de Estados Unidos solicitó a su embajada en
Belgrado que "actualizaciones sobre Medjugorje se incluyan en los
diarios informes de situación de la embajada". Sucesivos gobiernos
estadounidenses se habían interesado crecientemente en Medjugorje. Un
cable particular enviado en octubre de 1991 alertó a la embajada en
Belgrado del hecho de que "justo en ese momento hay 30 peregrinos
estadounidenses en Medjugorje, con una tal Hermana Mary de Filadelfia.
Otro grupo de 50 peregrinos, encabezados por la Hermana Margaret
planea viajar allá desde Nueva York. Ann está tratando de atajar a
este grupo. Disculpa por favor si escribo mal el nombre de ese maldito
lugar. Y digo maldito en serio. Ann se ha enterado también de que los
niños de Mediugorge han abandonado la ciudad, aparentemente por
instrucciones de la Virgen María".
Diez años antes de ese tráfico de cables desde las embajadas
estadounidenses tanto en Roma como en Belgrado ya se transmitían
inquietudes por las supuestas apariciones en Medjugorje. En septiembre
de 1981, el embajador Wilson envió al secretario de Estado, el general
Alexander Haig, un detallado informe sobre una conversación entre un
visitante estadounidense y el cardenal Franjo Seper, entonces prefecto
de la Sagrada Congregación de la Fe y principal consejero del papa
sobre Yugoslavia. El cardenal Seper había expresado honda preocupación
de que el renacimiento religioso desatado en la mayormente croata
población de Medjugorje y el área circundante provocara mayores
tensiones entre la Iglesia y el Estado y el resurgimiento del
nacionalismo croata. Los hechos demostrarían que los temores de Seper
eran fundados. El cardenal Seper dijo también a su visitante
estadounidense:
El Vaticano no comentará ni investigará la reportada aparición (...de
la Virgen María, ya que eso está bajo la jurisdicción de los obispos
locales. Creo que ellos temerán la punitiva reacción del gobierno
yugoslavo, y por lo tanto no harán nada.
En eso, al menos, el cardenal estaba equivocado. El obispo Zanic, de
Mostar, habiéndose formado inicialmente la opinión de que aquellos
niños eran sinceros, realizó una investigación y rápidamente cambió de
parecer, condenando todo el asunto por considerarlo un engaño y
"alucinaciones histéricas". La inequívoca condena del obispo, con
plena autoridad del Vaticano, debería haber puesto fin a la cuestión.
Pero como en el caso de algunas de las supuestas visiones previas de
la madre de Cristo, personas con diferentes agendas habían empezado a
ver un gran potencial.
La orden franciscana se había visto envuelta durante muchos años en
una serie de desacuerdos cada vez más enconados en la diócesis de
Mostar, juzgaba a muchas parroquias de su exclusivo dominio, mientras
que el obispo y Roma disentían, así que la orden había sido forzada a
su pesar a someterse a la autoridad del Vaticano. Entonces,
electrizado el campo con las historias de María y sus diarios mensajes
a los seis niños, la orden franciscana tomó rápidamente el control del
fenómeno.
La aparición les dijo a los niños que debía ser conocida como Reina de
la Paz. Sus mensajes diarios, que sólo los seis niños podían oír,
tenían temas recurrentes: "Hagan la paz. Oren. Hagan ayuno.
Confiésense". Se recibieron además varias instrucciones y mensajes muy
específicos, pero desde el principio los franciscanos los excluyeron
de la divulgación general y los transcribieron para apuntalar su
intento de impedir una mayor reducción de su influencia en la
religión. Esta agenda se vio sumamente favorecida por la explotación
espiritual y comercial de los fieles, los necesitados y las personas
sencillas y curiosas que se dirigieron en tropel a Medjugorje. Los
mensajes secretos" también fueron usados por los franciscanos en sus
intentos por poner fin a las guerras tribales étnicas y religiosas de
clanes que durante siglos habían formado parte de la vida cotidiana.
El sitio de las apariciones originales se ubicaba en el pedregoso que
conduce a la cima del monte Podbrdo. En beneficio de los turistas,
éste fue rápidamente rebautizado como Colina de las Apariciones.
Pese a que esa montaña fue declarada área vedada por las autoridades
comunistas, las visiones continuaron, aunque esta vez antes la misa
nocturna en una de las salas laterales de la iglesia local. Por una
feliz coincidencia, ese lugar estaba cerca del estacionamiento, y el
terreno era mucho menos hostil para los ancianos, enfermos y débiles
que pronto llegaban de todas partes.
En dos años las autoridades habían adoptado una opinión mucho más
ilustrada de la Virgen María de Medjugorje. La montaña fue reabierta,
y los terrenos de la iglesia y un área circundante quedaron
disponibles para la confesión y la oración. Las confesiones eran
continuas, así que se llevaron confesores extra para satisfacer la
demanda pico. ¿Qué había alterado la posición del régimen comunista?
Belgrado había terminado por darse cuenta de que había "oro de
turistas" por obtener de la Reina de la Paz. Los franciscanos
negociaron con el régimen y 500,000 dólares al año empezaron a llegar
las arcas del gobierno central. Ésa era apenas una fracción del dinero
que se recibía a manos llenas. El "oro de los turistas" se convirtió
en una fiebre del oro en los Balcanes.
Para 1990, los franciscanos aseguraban que más de 18 millones de
visitantes habían ido a Medjugorje desde aquella noche de principios
de junio de 1981. El hecho de que al menos algunos de los seis niños
se hubiera escabullido en la ladera de la montaña para fumar un
ilícito cigarro se había reescrito como "búsqueda de ovejas perdidas".
Esto se hacía deliberadamente eco de los niños Pastores de Fátima,
que, a diferencia de Medjugorje, ha sido reconocida por el Vaticano
como caso genuino.
Hay en la cercana Mostar un banco muy pequeño. A principios de la
década de 1980 era insignificante en términos, bancarios
internacionales, pues ocupaba el lugar mundial número 2,689, pero
Hrvatska Banka DD Mostar poseía características muy inusuales. La
posición política y comercial de un banco puede determinarse por la
calidad de sus corresponsales,los bancos hermanos que actúan nombre en
varios países alrededor del mundo. El diminuto Mostar, que albergaba
las cuentas de la orden franciscana y también era en parte propiedad
de ella, tenía a la crema y nata del mundo bancario entre sus
corresponsales: Citibank, Deutsche, ABN-Armo C Brussels, Lambert, Nat
West, BCI Skand, Enskilda, CSFB, Tokyo, Cassa di Risparmio,Bayerische
y Bank of America eran unos cuantos de esos jugadores de grandes
ligas, entre los que Citibank actuaba como corresponsal en Nueva York
y Londres. A un consultor bancario eso le pareció "muy extraño. Un
banco tan pequeño con una lista de corresponsales de alta categoría.
La propiedad de ese banco era compartida entonces por varios bancos
con nombres ilustres, entre ellos Unicredíto Italiano Génova. Uno de
los miembros del consejo de administración grupo de compañías que
controlaba a Unicredito, Franzo Stevens, era considerado en los
círculos bancarios como uno, de los "hombres de confianza" del
Vaticino. Su presencia en un consejo de administración suele
entenderse como un indicio de que el Banco del Vaticano tiene un
interés financiero ahí. Evidentemente, el pequeño banco de Mostar
estaba haciendo, algo muy bien. Desde mediados de 1981 hasta el día de
hoy, ha actuado como el centro neurálgico financiero de la
multimillonaria empresa erigida sobre las supuestas apariciones de
Medjugorje. Este banco fue absorbido hace unos años por el rápidamente
creciente grupo bancario Zagrebacka. Los franciscanos controlan la
operación de Medjugorje desde su universidad en Steubertiville, Ohio.
Hay grandes centros promotores de Medjugorje en varias localidades de
Indiana, Ohio y Alabama.
No obstante, el Vaticano ha evitado repetidamente enfrentar de manera
abierta el tema de Medjugorje. Ninguna declaración pública sobre las
supuestas visiones diarias ha sido hecha jamás por ningún funcionario
del Vaticano, pese a que varios cardenales, obispos y otras luminarias
han citado formalmente la completa aprobación papal. Entre ellos está
monseñor Maurillo Kreiger.
Le dije al papa: "Voy a ir a Medjugorje por cuarta vez". Él concentro
sus ideas y dijo: "Medjugorje. Medjugorje. Es el corazón espiritual
del mundo". El mismo día hablé con otros obispos brasileños y el papa
a la hora del almuerzo, y pregunté a este último: "Su Santidad, ¿puedo
decirles a los visionarios [los seis niños que aseguran ver a la
Virgen María] que usted les envía su bendición?" Él contestó: "Sí.
Sí", y me abrazó.
De acuerdo con el padre Gianni Sgreva, el Santo Padre me escuchó, se
acercó a mí y me dijo al oído, instándome a no olvidarlo: "No se
preocupe por Medjugorje, porque yo pienso en Medjugorje y rezo por su
éxito todos los días".
En conversación privada con uno de los videntes, Mirjan Soldo, se
supone que el propio papa dijo: "Si no fuera papa, ya estaría en
Medjugorje confesando". Se asegura que el papa respaldó esas
"apariciones" en al menos otras 12 ocasiones. Por otro lado, está la
inequívoca declaración de monseñor Renato Boccardo, jefe de protocolo
del papa. Durante el viaje de éste a Croacia en 2003, monseñor
Boccardo fue interrogado insistentemente sobre los rumores de que el
papa podía hacer algún comentario de las supuestas apariciones y,
asimismo, de que quizá iría a Medjugorje. Respondió: "En ningún
momento se ha planteado el asunto de que el papa vaya a ir a
Medjugorje, ni se ha hecho la menor alusión a ello".
Es curioso que en el inicial torrente de palabras y mensajes que
aparentemente fluyeron de la aparición no haya habido una sola palabra
sobre el intento de asesinato del papa o la "intervención" mariana en
la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981. Aún más inexplicable es
que la Virgen María no haya hecho ningún comentario sobre la
consagración de Rusia a ella por el papa y sus obispos del mundo
entero el 25 de marzo de 1984. Éste fue un acto que supuestamente la
Virgen María había solicitado en forma específica al aparecer ante uno
de los visionarios de Fátima en junio de 1929. También había prometido
que ese acto sería seguido por la paz mundial y el fin del ateísmo. El
papa optó por interpretar el tercer mensaje de Fátima como
directamente relacionado con el ataque en su contra.
El análisis de ese tercer mensaje indica que es mucho más probable que
se haya referido al inmediato predecesor de Wojtyla, Albino Luciani, a
causa al menos de que presumiblemente predice el asesinato de un papa,
no el intento de asesinato de un papa. De la misma forma, las palabras
del "tercer secreto" podrían interpretarse como una predicción del
asesinato del arzobispo Óscar Romero en El Salvador.
La obsesión mariana de toda la vida de Karol Wojtyla quizá haya
empañado su juicio sobre los sucesos de Medjugorje. Desde 1981 el
Vaticano ha defendido su inacción acerca de esas presuntas apariciones
diciendo que espera el pronunciamiento del obispo local. La opinión
del obispo Pavao Zanic, de Mostar, de que las apariciones, eran
"alucinaciones histéricas" fue confirmada en 1982, cuando él mismo
estableció una comisión diocesana para investigar más. En 1984, la
Conferencia de Obispos de la antigua Yugoslavia declaró que los
líderes católicos, incluidos sacerdotes y monjas, no podían organizar
peregrinaciones oficiales a ese santuario hasta que su autenticidad
fuera establecida. En 1985 el Vaticano coincidió con esa posición. Los
turistas, mientras tanto, seguían llegando a montones a Medjugorje. En
1981, el obispo Zanic se dirigió a una abultada comunidad de
parroquianos y peregrinos en la iglesia local de Santiago Medjugorje.
Afirmó que las visiones eran falsas, y continuó:
Mediante todas mis oraciones, mi trabajo e investigación, he
perseguido una sola meta: el descubrimiento de la verdad.
Se dice que Nuestra Señora empezó a aparecerse en Podbrdo, en el monte
Crnica; pero cuando la policía prohibió ir ahí, ella entró a las
casas, sobre las cercas, a los campos, a los viñedos y tabacales,
apareció en la iglesia, en el altar, en la sacristía, en el coro, en
la azotea, en el campanario, en los caminos, en el camino a Cemo, en
un automóvil en un autobús, en un carruaje, en algunos lugares de
Mostar, en más lugares de Sarajevo, en los conventos de Zagreb, en
Varazdin, en Suiza, en Italia, otra vez en Podbrdo, en el monte
Krízevac en la parroquia, en la rectoría de la parroquia, etc. Y
seguramente ni siquiera he mencionado aún la mitad de los lugares de
las supuestas apariciones, así que una persona sensata que venera a
Nuestra Señora naturalmente se preguntaría: "Amada Madre de Dios, ¿qué
están haciendo contigo?"
El 10 de abril de 1991, la Conferencia de Obispos de Yugoslavia (con
un solo voto en contra) apoyó a Zanic, declarando: "Con base en la
investigación realizada hasta ahora, no puede establecerse que se esté
frente a apariciones o revelaciones sobrenaturales". El obispo, Zanic
se retiró en 1993. Su reemplazo, el obispo Ratko Peric, inició su
propia investigación sobre las apariciones. También él las declaró un
engaño y llamó mentirosos a los visionarios. Aun así, el Vaticano se
niega a hacer un pronunciamiento. Aun así, la explotación espiritual,
financiera y física continúa. Y el dinero sigue llegando a manos
llenas a las cuentas bancarias tanto franciscanas como vaticanas. Como
explicó un miembro de la Secretaría de Estado del Vaticano: ¿un
fraude? Claro que es un fraude, pero el dinero es genuino".
Hubo dos guerras que implicaron a Gran Bretaña y Argentina libradas
durante 1982. Una de ellas está bien documentada, y fue detonada
después de que la dictadura militar argentina invadió las islas
Malvinas y las reclamó como parte recuperada de su nación. Tras el
fracaso de varias iniciativas diplomáticas, los británicos que había
ocupado las islas durante unos 200 años, pronto estaban en guerra.
Cuando el papa visitó el Reino Unido entre el 28 de mayo y 2 de junio,
el combate estaba en su apogeo, pero para entonces, otra guerra,
sostenida, en forma muy privada, había sido librada y ganada. Los
ganadores fueron el papa; el cardenal primado de Inglaterra, Basil
Hume, y los obispos británicos. Los perdedores fueron una camarilla de
cardenales españoles, argentinos y brasileños y el integrante de
extrema derecha de la curia romana.
El papa sabía mucho antes de esa crisis que la curia estaba repleta de
hombres de filosofía francamente fascista. Estos individuos no son un
fenómeno nuevo, ni éste se limita a algunos de los residentes,
españoles y argentinos. Aún se les puede encontrar entre una amplia
muestra representativa de sacerdotes, obispos y cardenales de una
extensa gama de países latinoamericanos y de varios Estados europeos.
Tales sujetos aspiraban, y aún aspiran, a recuperar para la Iglesia
católica el grado de control que Roma ejercía en el más distante
pasado, un control sobre cada aspecto de la vida nacional, en feroz
reacción contra el socialismo y el igualitarismo democrático. Sus
predecesores crearon la Jarcia Vaticana, por medio de la cual miles de
nazis, fascistas y sus colaboradores, que debían haber sido sometidos
a juicio por todos los crímenes concebibles que perpetraron durante la
Segunda Guerra Mundial, escaparon de la justicia y encontraron una
nueva vida en América Latina y Estados Unidos.
Los fascistas dentro de la Iglesia no murieron ni desaparecieron tras
la muerte de Mussolini. Estaban ahí antes de él; ahí siguen: Salieron
a la luz en 1982; y pese a su gran desventaja, el papa los desbordó
por el flanco y predominó sobre ellos.
El viaje papal al Reino Unido llevaba planeándose unos dos años. La
dictadura militar argentina emprendió deliberadamente su aventura en
las Malvinas para coincidir con ello un hecho pasado por alto o
ignorado por sus fervientes partidarios en el Vaticano. El obispo
Marcello Carvalheira, de Brasil, fue uno de los que criticaron
abiertamente la planeada visita a Gran Bretaña.
Mientras continúe las hostilidades en el Atlántico del Sur, la visita
del papa no sería un gesto amistoso para el pueblo latinoamericano. Un
pecado original se cometió cuando los británicos invadieron las islas
Malvinas.
El embajador de Argentina ante la Santa Sede cabildeó intensamente
para garantizar que esa visitase se cancelara. El secretario de Estado
del Vaticano, Agostino Casaroli, y su asistente, el cardenal español
Martínez Somalo, aprovecharon todas las oportunidades para instar al
papa a retractarse de ese viaje. El nuncio papal en Argentina, el
arzobispo Ubaldo Calabresi, invitado regular a la mesa de la junta
militar, preguntó al papa cómo era posible que viajara a Gran Bretaña
mientras los británicos derramaban sangre argentina.
A todo lo largo de los años del régimen militar, ninguno de esos
miembros de la jerarquía católica mostró preocupación por el
derramamiento de sangre argentina por la junta militar, jamás levantó
un, ledo cuando hombres y mujeres católicos eran torturados hasta el
borde mismo de la muerte y llevados después en helicópteros,
acompañados por curas que les administraban los últimos sacramentos
cuando las víctimas eran arrojadas al Atlántico. El cardenal Basil
Hume, con una sugerencia digna del rey Salomón, neutralizó por sí solo
gran parte de la oposición cuando sugirió al papa anunciar planes para
una visita a Argentina. La curia, mayoritariamente hostil al viaje al
Reino Unido, argumentó que llevaría años planear esa visita. El papa
ignoró las protestas y aceptó la sugerencia de Basil Hume. Anunció
que eso era exactamente lo que haría.
El regocijo de los fieles católicos del Reino Unido no fue nada
comparado con la reacción de los ejecutivos de Papal Visit Ltd., la
compañía creada por la Iglesia católica para administrar los viajes
papales. Igualmente aliviados se sintieron los hombres del
International Marketing Group (IMG) de Mark McCormack, quienes habían
sido contratados para prestar asesoría financiera.
Más acostumbrados a comercializar el potencial de estrellas deportivas
corno Bjorn Borg y Jack Nicklaus, los hombres de McCormack fueron
rápidamente notificados de que todo debía hacerse "con el mejor gusto
posible". Anuncios que decían "Bienvenido a Coventry" en el misal
oficial con un tiraje inicial de 1.3 millones, ejemplares, se juzgaron
"inconsistentes con la razón pastoral (la visita). En cambio,
catálogos de pedidos por correo pasaron la prueba y se enviaron a cada
parroquia, escuela y organización social católica del país. Había más
de 200 artículos para escoger, cada una de ellos con la imagen del
papa, incluidas velas, platos de latón, cucharitas, caramelos,
relojes, bancos plegables, cubiertos, libros, adornos, medallas y
cristalería. Todos los artículos vendidos generaban 10 por ciento de
regalías para ayudar a sufragar el costo del viaje. Sólo mucho después
se reveló que 20 por ciento de esas regalías fueron a dar a los
bolsillos de IMG. Nada se pasó por alto. Trusthouse Forte obtuvo el
contrato para suministrar a los fieles tazas de té y alimentos durante
las diversas escalas. También en este caso la Iglesia obtenía regalías
sobre cada taza de té vendida, como lo hizo en todas las demás
comodidades oficiales que implicaron un cobro.
Al igual que en la mayoría de los viajes de Wojtyla, los medios,
fueron abrumadoramente amigables y el viaje fue saludado como un gran
éxito pastoral. El impacto pastoral se redujo enormemente en Escocia,
donde la asistencia y el entusiasmo llegaron al máximo, cuando los
asistentes a la misa al aire libre en Glasgow fueron sometidos a
registros físicos y mantenidos a más de 800 metros de distancia del
papa.
Excluyendo Escocia, las cifras de asistencia contaron una historia
diferente. Las autoridades eclesiásticas habían sobrestimado
seriamente el número de personas que querrían escuchar al papa
condenar continuamente el conflicto de las Malvinas con oblicuas
referencias a la guerra en general. En ese entonces, cerca de 90 por
ciento del Reino Unido apoyaba la acción del gobierno de Thatcher. La
mayoría tampoco deseaba oír condenas del aborto y de la "mentalidad
anticonceptiva". A la misa papal en Heaton Park, Manchester,
asistieron 200,000 personas, en tanto que la Iglesia había previsto un
millón. Ésta había dicho que se atendería a 750,000 en Coventry, pero
menos de la mitad de esa cantidad efectivamente se presentó. Este
escaso entusiasmo se reflejó en el desastre económico que la visita
produjo para muchos comerciantes en Inglaterra y Gales. Quedaron sin
venderse retratos enmarcados del papa, 20,000 latas de Coca-Cola y
1,000 almuerzos envasados. Las bajas ventas resultaron en grandes
pérdidas para la Iglesia católica romana en Inglaterra y Gales. Años
después, ésta aún intentaba recuperar parte del costo de 6 millones de
libras esterlinas de ese viaje.
El "gran éxito pastoral" fue confirmado como una fantasía de medios
cuando, dos décadas más tarde, el principal clérigo católico, de Gran
Bretaña describió a esta nación como "país pagano". El propio papa
externó su opinión sin palabras: nunca volvió a Gran Bretaña, a
diferencia de Argentina, que visitó de nuevo en 1987.
Ni los británicos ni los argentinos hicieron el menor caso a los a
menudo conmovedores ruegos del papa de detener los combates. Estos
solo terminaron cuando Gran Bretaña ganó la guerra. En unos cuantos
meses fue como si el papa nunca hubiera estado ahí, las comunidades en
las iglesias de todo el país siguieron reduciéndose, y en Argentina la
derrota bélica logró lo que las súplicas del papa de detener la
contienda no habían conseguido. El jefe de la junta militar, el
general Galtieri, fue prontamente destituido, y se dieron los
primeros, pasos para elecciones libres. Con la elección de Raúl
Alfonsín en diciembre de 1983, la democracia fue finalmente
restaurada.
Aunque a muchos laicos y clérigos católicos les pasmaba cada vez más
la comercialización del papado de Wojtyla, la opinión del arzobispo
Marcinkus de que "la Iglesia no puede administrarse con Ave Marías"
prevaleció.
Como me dijo un importante miembro estadounidense de la curia "Estamos
hablando de un producto. La fe católica es el mejor producto del
mundo. Claro que hay que comercializarlo. Para poder vender cualquier
producto, hay que comercializarlo".
Con Juan Pablo II, el Vaticano se convirtió en una corporación moderna
en busca de dólares, y lanzó historietas que contaban la infancia y
juventud de Karol Wojtyla, CD y vídeos de música aprobada, "oraciones,
homilías y cantos, especiales en video como el Padre Nuestro. El
Vaticano ha abrazado sinceramente la internet, lo que detonó un feroz
debate para determinar quién debía ser su santo patrono. Boletos para
misas papales se venden en línea o por medio de agencias, o uno puede
seguir el rezo de la misa en el tradicional latín desde la comodidad
de su hogar a través de la red. Confesarse vía la red está prohibido
en la actualidad, pero ésta es una cuestión que indudablemente volverá
a plantearse en el futuro. Ya no es necesario viajar a Roma para oír
al papa recitar el ángelus: esta oración, más la regular audiencia
general del papa de los miércoles, están disponibles ahora en el
ciberespacio. (El debate concerniente al santo patrono de la red se
resolvió finalmente a favor de San Isidoro de Sevilla, cura del siglo
VI. Su principal derecho a la fama fue la creación de un diccionario
en 20 volúmenes con un concepto de árbol similar una primitiva base de
datos. Un fuerte rival fue San Pedro Regalado, cura del siglo y del
que se decía que aparecía en dos lugares al mismo tiempo, en los
monasterios de La Aguilera y El Abrojo Un atributo excelente cuando se
navega en la red.
Inevitablemente, el libro más vendido del papa, Crossing thres bold to
Hope (Cruzando el umbral de la esperanza), se produjo en multimedia, y
podía conseguirse en CD-ROM; en forma asimismo inevitable, la Iglesia
católica romana se pronunció acerca de los pecados que podían
perpetrarse en la red. En febrero de 2001 se anunció: "Los mensajes de
correo electrónico de naturaleza carnal y las relaciones ilícitas en
línea son pecado". Había nacido el pecado virtual.
Mientras la década de 1990 se acercaba a su fin, la Iglesia católica
seguía mostrando su determinación de requerir un máximo de patrocinio.
En México, en enero de 1999 el mensaje ya no fue el Evangelio. Fue el
patrocinador. Muchas semanas antes de que el papa llegara para una
visita de cinco días, carteles y anuncios espectaculares transmitían
el claro mensaje de que el Santo Padre había aceptado el reto Pepsi:
rechazando "la neta", se había revelado como un miembro totalmente
liberado de la Generation Next. "Pepsi siempre fiel", se leía en los
gigantescos anuncios junto a amplificadas fotografías del papa.
Para ayudar a pagar su cuarto viaje a México, la Iglesia hizo
incontables tratos de patrocinio, centrados todos ellos en la imagen
del papa. Éste contribuyó a vender de todo, desde refrescos y
computadoras hasta papas fritas. La cadena de pastelerías El Globo
presumiblemente no pagó suficiente para una "colocación exclusiva de
producto porque cerca de 100 inmensos espectaculares patrocinados por
el pan Bimbo demandaban a los ciudadanos "alimentar el espíritu" y las
cajas de efectivo de la panadería rival. Mercedes-Benz proporcionó dos
papamóviles, Hewlett-Packard aportó las computadoras y Electropura
obsequió casi dos millones de litros de bebidas.
Veinticinco compañías que patrocinaron ese viaje de cinco días como
"colaboradores oficiales" asumieron 75 por ciento de los gastos del
viaje. El papa, a semejanza de San Pedro Regalado, podía hallarse
simultáneamente en varios lugares. Estaba en la botella que uno
llevaba en la mano, en su bolsa de papas fritas, en la estampilla que
se adhería a la tarjeta postal para decirles a quienes se habían
quedado en casa que ojalá estuviesen ahí. Los comediantes locales se
dieron vuelo. Uno rebautizó al refresco como "Papsicola", otro
preguntó públicamente si el apretado programa de apoyo comercial del
papa le dejaba tiempo para rezar y, con toda seriedad, un vocero de la
Iglesia a sabiendas de que en español también se llama papa a la papa
frita, creyó necesario confirmar a los 86.3 millones de católicos
romanos de México que el Santo Padre "no celebraría la misa vestido de
papa frita".
Pese a tal confirmación, a muchos devotos católicos mexicanos les
entristeció profundamente tan craso comercialismo, y desdeñaron todo
el asunto como un viaje de patrocinio corporativo.
Un activista político que durante años había atacado repetida y
enconadamente al gobierno mexicano por usar la tortura, el secuestro y
la violencia organizada para reprimir a una población cada vez más
desesperada, observó acerca de la visita papal: "Los romanos siguen
igual. Cuando no hay pan, tienen circo".
En el séquito papal y el cuerpo de prensa acompañante, los defensores
de los viajes del papa solían detenerse en momentos específicos.
Recordaban a la mujer ucraniana arrodillada sola en el lodo consolada
visita del papa a su patria; al obrero polaco que dijo a su amigo que
había interrumpido un discurso papal en el viaje de 1979: "Cállate,
que el papa me está hablando". Recordaba a la mujer que agonizaba de
sida en una casucha en la India y que hallaba consuelo en su recuerdo
del momento en que el papa la había estrechado, o al hombre
desempleado que caminó toda la noche para oír al papa durante su
visita al Reino Unido. Estas personas y muchas más innegablemente
obtuvieron fuerza y alivio de esos momentos.
A otros en el séquito papal y el grupo del Vaticano les repugnaban las
trazas de triunfalismo y la superficialidad de estrella pop que
rodeaban a los viajes papales. Las concentraciones del Día Mundial de
la juventud fueron comparadas con los mítines nazis en Núremberg, con
la misma "intensa devoción fanática por un gran líder". Otros más
creen que los constantes viajes centralizaron la autoridad en la
Iglesia católica en forma espectacular y sin precedente". Tras el
inquietante espectáculo de la visita del papa a Eslovaquia en
septiembre de 2003, comenté las implicaciones con varios residentes
del Vaticano. Un príncipe de la Iglesia me aseguró que el espectáculo
había continuado y continuaría porque el papa desea que siga. El actor
dentro del Santo Padre se resiste a morir. Simplemente se rehúsa a
dejar el escenario. Es un hombre terminalmente drogado por la
adulación del público.
En varios países ese público ha disminuido drásticamente a lo largo de
los años; en otros, dice el director administrativo de una
organización encuestadora, se "está reduciendo a una tasa alarmante".
La Iglesia puede recibir poco alivio del hecho de que, aparte de los
evangélicos carismáticos, también otras secciones de la fe cristiana
han exhibido un decremento tanto en comunidades como en número de
sacerdotes. Los católicos romanos han sufrido la mayor tasa de
disminución entre todos los grupos religiosos en muchos países. El
número de sacerdotes practicantes en el Reino Unido ha caído de un
máximo de la posguerra de 7,714 en 1964 a 5,040 en 2003. En contraste,
actualmente hay 30,000 psicoterapeutas practicantes en el Reino Unido.
En Irlanda, sólo un seminario católico sigue abierto. En 2004 produjo
apenas ocho nuevos sacerdotes.
En abril de 2003, una encuesta entre cerca de la mitad de los
sacerdotes que aún quedaban en Inglaterra y Gales reveló que 60 por
ciento de ellos creían que la relación sexual con una mujer casada no
debía impedir a los sacerdotes el ministerio activo, 21 por ciento,
que la homosexualidad no debía ser un impedimento, y 43 por ciento "se
oponían activamente" a la enseñanza de la Iglesia sobre la
anticoncepción. Inevitablemente, un vocero de la Conferencia Nacional
de Sacerdotes cuestionó la metodología de ese estudio, pero un año
después la jerarquía católica romana no había producido ninguna
evidencia que refutara esos hallazgos.
La actual situación de los sacerdotes católicos romanos en el Reino
Unido es verdaderamente terrible. Grupo continuamente decreciente que
enfrenta cada vez más cinismo e incredulidad, los curas luchan por
sobrevivir en condiciones tercermundistas, sin fondos de pensiones,
salario nacional, decreciente asistencia que resulta i restringidas
contribuciones de quienes aún acuden a la iglesia y 5 diócesis
encabezadas en cada caso por un obispo autónomo nombrado por Wojtyla.
Paradójicamente, en teoría el número de católicos romanos en el mismo
periodo aumentó de 4 millones en 1963 a cerca de 5 millones en 2000,
pero, como en otros países, muchos de ellos sólo son católicos
nominales que rara vez, si alguna, entran a una iglesia. Durante el
mismo período, el número de católicos romanos en Gran Bretaña que
asistían a misa disminuyó de 2.63 millones en 1963 a menos de 1 millón
en 2000. Una encuesta sobre los valores europeos efectuada a
mediados de 2003 muestra lo profundo y amplio de ese curioso doble
criterio en toda Europa. Frente a dos simples preguntas: "1 ¿Pertenece
usted a alguna denominación religiosa?", y 2: "¿Asiste usted a
celebraciones religiosas una vez al mes o más?", ningún país europeo
produjo nada semejante a un juego de cifras coincidente. En Italia las
cifras fueron 82.2-53.7 por ciento. En la patria del papa, Polonia,
95.7-78.3 por ciento. En Gran Bretaña la disparidad entre personas
religiosas nominales y practicantes fue de un enorme 83.4- 18.9 por
ciento. El cristianismo puede seguir reclamando que es la principal
religión en Europa aun si esas cifras ocultan un muy grande porcentaje
de supuestos cristianos. Pero desde 1978, cuando Karol Wojtyla fue
nombrado papa, y sin importar cómo se barajen y corten las cifras, el
número de católicos romanos practicantes en Eu-ropa ha caído en más de
un tercio.
En Estados Unidos, la revista Time llevó a cabo una encuesta en 1994
en coincidencia con su otorgamiento al papa del título de "Hombre del
Año". La encuesta reveló que 89 por ciento de los católicos
estadounidenses creían posible discrepar del papa en cuestiones
doctrinales y aun así ser buenos católicos (posición que él habría
rebatido vigorosamente). También indicó que tres cuartas partes de los
católicos romanos estadounidenses querían tomar sus propias decisiones
sobre el asunto del control natal. Respecto a la asistencia a misa,
los fieles estadounidenses mostraron la misma elasticidad que los
autosuficientes europeos. Sólo 41 por ciento de quienes se
consideraban católicos romanos en Estados Unidos dijeron asistir a la
misa semanal. En Canadá, estudios recientes sugieren que menos de 20
por ciento de los católicos romanos nominales realmente van a la
iglesia cada semana, y la cifra cae a 12 por ciento de quienes tienen
entre 15 y 24 años de edad. Para hallar buenas noticias para la Santa
Sede es preciso mirar al Tercer Mundo.
El Vaticano había anticipado durante varios años que el Año santo del
Milenio sería una posible mina de oro, pese a la declaración del papa
al dar por formalmente concluido el Año Santo cerrando la Puerta Santa
de San Pedro: "Es importante que tan insigne acto religioso sea
completamente disociado de cualquier semejanza de ganancia económica".
De hecho, la "ganancia económica" obtenida ese año fue tan grande que
el papa anunció que, una vez solventados todos los gastos, el saldo se
donaría a la caridad. La máquina de comercialización del Vaticano
había andado un largo camino desde que el rostro del papa adornó las
bolsas de papas fritas mexicanas. Reproducciones de mapas celestes de
Tolomeo pintados a mano con chapa de oro de 22 quilates podían
adquirirse a 1,400 dólares de la Colección de la Biblioteca del
Vaticano (y aún pueden conseguirse en línea); o, para ese esperado y
feliz acontecimiento, un traje de gala para bebé desde 105 dólares por
un minúsculo esmoquin de satén mate de poliéster, color blanco.
Los patrocinadores del Jubileo también estuvieron muy lejos de la
total tacañería de años anteriores. Telecom Italia, a cambio de
derechos exclusivos y un logotipo del Jubileo, aportó más de 80
millones de dólares de servicios telefónicos y de internet, incluida
la instalación de una conexión segura de internet entre la Santa Sede
y sus 120 embajadas en todo el mundo.
Los peregrinos podían elegir entre muchísimas cosas, desde relojes de
platino de 17,500 dólares hasta las bendiciones papales en pergamino
por una bicoca de 48 dólares o los servicios de Ferragom por 125
dólares. La suprema propaganda comercial para el Jubileo fue
inevitablemente hecha por el papa. Para estimular a los turistas o
peregrinos, anunció que Dios honraría indulgencias obtenidas mediante
"peregrinaciones pías" a "Roma, Jerusalén y otros lugares designados".
Con esta oferta, el papa hizo retroceder el reloj casi 500 años, hasta
Martín Lutero y la pre reforma. Terminado el Año Santo, el Vaticano,
habiendo donado debidamente una ganancia a una obra de caridad que se
rehusó a revelar y que por lo tanto permaneció en el anonimato, tuvo
la oportunidad de reflexionar en el futuro.
Con sus más de 400 millones de católicos, América Latina es, sin duda,
el "continente católico" en los primeros años del nuevo milenio. Más
de un miembro de la curia me lo ha descrito como "el continente de la
esperanza". Representando alrededor de 42 por ciento de la totalidad
de los católicos, tanto nominales como practicantes, en el mundo suele
vérsele como la nueva base de poder de la fe, al tiempo que Europa se
desliza cada vez más hacia el "ateísmo". Siendo así, uno esperaría que
el papa y quienes lo rodean prodigaran gran cuidado y atención a la
región. Pero lo cierto es que, en términos católicos, América Latina
está por detrás del resto del mundo. En América del Norte, con 68
millones de católicos, hay un sacerdote por cada 1,072 católicos. En
América del Sur, con sus 400 millones de fieles, hay uno por cada
7,200 católicos. Aun África se halla en mejor situación, con un
sacerdote por cada 4,393 católicos.
Semanas después de su nombramiento como papa, Wojtyla había
identificado la teología de la liberación como una de las mayores
amenazas para la Iglesia católica romana. El hecho de que gran parte
de esa teología sea notoriamente similar al cristianismo primitivo
habla con elocuencia del estado de cosas que imperaba en esos días en
la Iglesia. En 1987, el entonces secretario de Estado, Agostino
Casaroli, en el curso de una reunión confidencial con los miembros del
segundo gobierno de Reagan, detalló la posición de la Iglesia sobre
América Latina:
El Vaticano desea ver una verdadera democracia en cada país
latinoamericano. Pero esto significa democracia en el más pleno
sentimiento de la palabra, el cual incluye sociedades social y
económicamente justas.
Casaroli compartió después sus preocupaciones sobre el futuro de la
religión en los países más pobres, donde la pobreza y la injusticia
pueden llevar a los fieles, e incluso algunos clérigos, al socialismo.
Ciertamente, al Vaticano le preocupan los propugnadores de la teología
de la liberación. Pero más nos preocupan las condiciones concretas de
injusticia económica y social. Estamos particularmente inquietos por
México, donde creemos que es posible una revolución radical y
antirreligiosa.
Para fines de la década de 1990, la amenaza identificada, y muy real,
era el correspondiente ascenso de las sectas religiosas y el
capitalismo mientras los católicos de América Latina empezaban a
adoptar religiones alternas y, simultáneamente, el mensaje de los
centro comerciales. En octubre de 2002, los obispos brasileños
realizaron sus visitas ad limina a Roma. El hecho de que
representaban, a un país en el que, al menos nominalmente, más de 80
por ciento eran católicos romanos debería haber asegurado que su
audiencia con el papa fuera una experiencia mucho más satisfactoria
que la sufrida por sus colegas europeos. Desafortunadamente para los
brasileños, el papa, si no es que su curia, era perfectamente que su
curia, era perfectamente capaz de distinguir entre nominales y
practicantes. "Brasil debe redescubrir su herencia cristiana (…) "
Tras demandar liderazgo en el país católico más populoso del mundo, el
papa instó a sus obispos a "combatir las dificultades que amenazan con
oscurecer el mensaje de la Iglesia".
Pese a las severidades del papa y su secretario de Estado contra la
teología de la liberación, los misioneros en activo, enfrentados a las
realidades cotidianas, ya sea en América Latina, los remotos confines
de África o las vastas tierras altas del sudeste asiático, suelen
operar con una mezcla de socialismo y teología de la liberación entre
los oprimidos, los dominados y las sociedades menospreciadas. A menudo
pagan el más alto precio por ello. En 2001 fueron asesinados 33
misioneros católicos. Otros católicos perdieron la vida en disturbios
en Nigeria, una masacre en Paquistán y durante ataques de extremistas
islámicos en las islas Molucas de Indonesia. Los misioneros enfrentan
crecientemente la hostilidad institucionalizada y leyes prohíben la
conversión religiosa, siendo la India el país en imponer más
recientemente estas restricciones. En septiembre de 2003 la Suprema
Corte federal de esa nación resolvió que no hay "ningún derecho
fundamental a convertir". En China, cualquiera sorprendido
introduciendo una Biblia al país enfrenta cárcel. Conforme a la ley de
la sharia, la fe islámica exige la pena de muerte para quienes se
convierten a otro credo. Aunque esa ley no se aplica de amplio en la
mayoría de los países dominados por musulmanes, ciertamente mantiene
bajas las cifras de conversión. Las líneas de batalla entre los dos
credos abrahámicos se delinean más claramente con cada año que pasa, y
difícilmente el judaísmo es más tolerante con la competencia en el
mercado. Hacer proselitismo entre niños en Israel es un delito penal.
En diciembre de 2001, cuando un estudiante israelí de sexto grado
llevó una Biblia a la escuela que un misionero le había dado, uno de
los maestros la quemó públicamente frente a todo el grupo.
Ante tan amplias muestras de hostilidad, el papa y su gobierno central
en Roma parecían mucho más interesados en refugiarse más aun en el
pasado creando cada vez más santos y exigiendo que el cristianismo y
su contribución a Europa fueran plenamente reconocidos en la
Constitución de la Unión Europea. El papa nunca dejaba de cabildear
sobre este asunto cuando se se le daba la oportunidad de hacerlo. Se
quejaba amargamente de "la marginación de la religión" en la Unión
Europea.
Cuando 2003 llegaba a su fin, el asunto del reconocimiento del
cristianismo en esa Constitución había empezado a obsesionar al papa.
Constantemente se quejaba de aquella omisión y formaba a sus fuerzas.
La revista jesuita Civiltá Cattolica intervino con un ataque en el que
declaraba que esa omisión era "una clara deformación ideológica". Los
jesuitas estaban sumamente insatisfechos con un preámbulo que hacía
una "alusión genérica a la herencia religiosa sin ningún
reconocimiento claro del hecho histórico de que la herencia
judeocristiana fue uno de los principales factores en el desarrollo de
una cultura europea común". Tal omisión es "un silencio que habla en
forma significativa, y siempre lo hará de esa manera".
El Vaticano redobló sus esfuerzos con un vigoroso cabildeo de las
predominantemente católicas España, Portugal y Polonia. El papa
declaró apasionadamente que la respuesta a los problemas de Europa
reside "en un retorno a sus raíces cristianas, que son la fuente de su
fuerza original. Esas raíces ofrecen una indispensable contribución al
progreso y la paz". Los críticos recuerdan que esa misma Europa generó
asimismo en los últimos 2,000 años no sólo el Holocausto, sino también
una aparentemente interminable lista de guerras, y sugieren que el
cristianismo tiene mucho que responder por ello. En junio de 2004 el
papa perdió la discusión, pues el Parlamento europeo concluyó que
Europa era principalmente un continente secular, parecer que ha
recibido el apoyo de algunos sectores imprevistos.
La Iglesia católica cree haber sido fundada por Dios y que es guiada
por Dios. La mayor ironía del pontificado del fallecido papa Juan
Pablo II es que, durante su período como representante de Dios en
muchas partes del planeta, tanto el comunismo como su mortal
adversario, el cristianismo, se vieron en gran medida reducidos a la
insignificancia. El cardenal Cormac Murphy O'Connor, actual líder de
la Iglesia católica romana en Inglaterra y Gales, describió a Gran
Bretaña como un país donde "prevalece el ateísmo tácito. Su opinión
era compartida por el entonces jefe de la Iglesia anglicana el
arzobispo George Carey.
El ex cardenal Joseph Ratzinger, cercano amigo y confidente del papa,
director de la Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano
-versión moderna de la Inquisición- y uno de los hombres más poderosos
e influyentes no sólo en el Vaticano, sino en la Iglesia católica
romana entera aun antes de su elección como papa, comentó
recientemente acerca de su patria: "El cristianismo debe comenzar de
nuevo en Alemania". En Francia, el cardenal Jean-Marie Lustiger
presidía lo que él mismo describió como una "Iglesia remanente". Uno
de los más brillantes teólogos de la Iglesia Italiana, el obispo
Alessandro Maggiolini, publicó en fecha reciente el libro titulado El
fin de nuestro cristianismo. Maggiolini cree que las fuerzas que están
debilitando a la Iglesia no proceden de fuera, sino que nacieron y
florecieron dentro de la Iglesia misma. Muchos en las altas esferas
del Vaticano tienen una amplia variedad de explicaciones para lo que
ven como la mayor calamidad en la historia de la Iglesia. Entre ellas
están "ver demasiada televisión... el consumismo, las prácticas de la
New Age... la modernidad... los 'transitorios placeres del alcohol,
las drogas y el sexo recreativo... los permisivos años 60... el
rocanrol...".
La perniciosa y persistente saga del abuso sexual de niños,
adolescentes y mujeres por sacerdotes es, en palabras del papa, culpa
"de la sociedad moderna de ustedes, que está corrompiendo a mis
sacerdotes". La responsabilidad de los diversos delitos financieros
perpetrados por los del Banco del Vaticano "no tiene nada que ver con
la Santa Sede; el banco no forma parte de la Santa Sede", de acuerdo
con el cardenal Szoka. Lo cierto es que el papa es dueño del banco. El
cardenal Castillo ve al Vaticano como víctima de una conspiración.
Aquí en Italia hay una gran influencia masónica en algunos bancos y en
algunos periódicos, y ellos atacan a la Santa Sede y al IOR "el Banco
del Vaticano en todo".
El cardenal Martini amplió el ataque para exonerar al Estado de la
Ciudad del Vaticano, la Santa Sede y la Iglesia católica romana y
aseveró: "Deberíamos culpar a la sociedad en su conjunto".
La humillación colectiva de la jerarquía católica tras el rechazo por
el Parlamento Europeo, en asociación con el adicional rechazo europeo
de un buen amigo del papa, Rocco Butiglione, por sus opiniones sobre
la homosexualidad y el aborto, ha provocado una reacción muy poco
cristiana. El periodista italiano Vittorio Messori condenó, lo que
considera "anti catolicismo" por tratarse de:
Un sustituto del antisemitismo... Antes, los negros, las mujeres, los
judíos y los homosexuales eran objeto de sarcasmo y crítica. Hoy
afortunadamente esos grupos ya no pueden ser atacados, pera no veo por
qué otros tengan que ser agredidos.
El cardenal Ratzinger volvió a la carga para declarar que la acción
del Parlamento Europeo "tiende a reforzar las percepciones islámicas
de Europa como sociedad decadente. Lo que ofende al Islam es la falta
de referencia a Dios, la arrogancia de la razón, lo cual provoca
fundamentalismo".
El arzobispo Domingo Castagna, de Argentina, profirió la advertencia
de que "en algunos países tradicionalmente católicos, como España y
México, existe una abierta e inmisericorde campaña de
descristianización".
El presidente del Consejo Pontificio para la justicia y la Paz
coincidió. "La oposición a la Iglesia católica está dominada por las
nuevas santas inquisiciones, llenas de dinero y arrogancia." Estas
influyentes camarillas, en opinión del cardenal, "tratan de asegurar
que las voces del papa y la Iglesia católica no sean escuchadas a
menudo, especialmente en el marco de los países ricos y acomodados".
Miembros del Vaticano dan muchas razones del espectacular derrumbe del
cristianismo, y de la fe católica romana en particular pero nunca
consideran ni remotamente que eso podría tener alguna relación con el
pontificado del desaparecido papa Juan Pablo II o con la particular
posición de la Iglesia sobre varias cuestiones. La actual cifra global
de unos 1,100 millones de católicos romanos, con base en todos los
datos disponibles, sería de menos (de la mitad si se extrajeran de
ella los católicos romanos meramente nominales, los cristianos
"eficientes" que practican su fe, en palabras del papa Benedicto XVI,
"a la manera de hágalo usted mismo".
Mientras 2004 llegaba a su fin, Karol Wojtyla seguía desafiando a los
porteros que durante dos o tres años se habían estado preparando,
para despachar por todo el mundo la noticia de su muerte. Su
flexibilidad seguía sorprendiendo a muchos en el Vaticano. El diario
funcionamiento de la Iglesia católica estaba en manos de otros, y la
aportación papal a numerosas decisiones llegaba a través de su
secretario el ya arzobispo Dziwisz. Esto había convencido a muchos de
los cínicos de que "el otro papa" se había convertido en el poder
frente al trono, pero sólo tratándose de las minucias de los asuntos
de estado. Todas las grandes decisiones políticas estaban en suspenso
permanentemente mientras la Iglesia católica romana continuaba a la
deriva.
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