Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
23-8-2025
¡Descalabro y aguda ceguera política!
https://senaldealerta.pe/descalabro-y-aguda-ceguera-politica/
Nuestros políticos o quienes se llaman a sí mismos como
tales, carecen de visión constructora de civilidad.
Los legiferantes son odiados por la ciudadanía y pretenden
subirse los sueldos por encima de los S/ 34 mil soles y no hay argumento que
resista el análisis más simple: deberían pagar al Perú por ocupar un escaño.
Gran porcentaje de los que están en la cosa pública, no
conocen el Perú y su miopía es atroz. No ven más allá de su nariz.
Están huérfanos de un horizonte por más años que los de su
mandato y su falta de cultura para el diálogo, la polémica y el contraste de
ideas, genera que la sociedad civil los rechace sin mayor distingo.
El grito de ¡Que se vayan todos! merodea calles y plazas,
cruceros y avenidas del Perú.
Algunos bobos, atrincherados en forma precaria en el
Congreso, pretenden un descalabro a la carta: siguen en funciones los
legiferantes en coexistencia “pacífica” con el gobierno de doña Dina Boluarte.
De un universo de 130 representantes, no menos de 120 son
parte de esa mazamorra indigesta que la gente repudia.
El pacto tácito y factual cuanto que descarado, se repite a
cada momento.
La señora presidente, doña Dina, tiene patente de corso para
irse de turismo a donde quiera. ¡No importa que su prestigio esté por los
suelos y que fuera del país, no se la tome en serio!
El plan siniestro del oficialismo es terminar el mandato, si
logran reelegirse en senadores o diputados, “excelente” o de lo que se trata es
de “asegurar” el blindaje para las investigaciones copiosas que se vienen y por
su participación dolosa en mil y un negociados.
¿Por qué no hay escuelas de gobierno en los mal llamados
partidos, en realidad nada más que clubes electorales angurrientos de puestos y
colocaciones? La taifa vulgar y la angurria pasajera domina el minúsculo
cerebrito de quienes creen estar predestinados a manejar el porvenir de 33
millones de peruanos.
El resultado no puede ser más clamorosamente horrible: la
gente abomina de la política y no quiere comprometerse con nada.
Pero así, se deja el país a los pícaros, atorrantes, analfabetos
funcionales y rateros que sin distingo mayor, sólo manejan las uñas largas para
negociados y componendas. Claro que con el dinero público. ¿Qué tiene en común
esta larga fauna de logreros?: ¡su aguda ceguera política!
Confundir los destinos personales y desde esa precaria
tarima, “leer” al resto del país, no es más que una majadería de muy mal gusto.
¿Cómo se fiscalizan los abusos mil que se cometen en los
poderes públicos? Por ejemplo, el Judicial, con libramiento de medidas
cautelares absolutamente abusivas que involucran a personas ajenas al problema
puntual.
¿Y cómo se corrige con reparaciones integrales, toda la
maraña de atropellos que se cometen por jueces o salas que reciben la
influencia poderosa de estudios de abogados tramposos?
Más que usuario judicial, el peruano de a pie, cuando cruza
el umbral de cualquier sala, está condenado a las angustias más atrabiliarias
posibles. En lo penal, con amenaza de cárcel. En lo civil, con enajenaciones o
embargos.
¿Quiénes aceitan estos mecanismos en que el poder, no la
justicia o parsimonia, inclinan los fallos hacia los más angurrientos?
El inaceptable caso de las empresas de comunicaciones merece
algunas líneas. Cortan el servicio y para su reparación, pueden pasar meses. Lo
que no demora y llega puntualmente es la factura mensual. Si olvida honrarla
¡le cortan el servicio!
La tecnología tiene un lado perverso. Uno habla con robots
que responden para lo que están programados. Si alguien tiene cuestionamiento distinto
¡ni imagine! que le van a entender, simplemente ¡se apaga la comunicación!
Una de esas empresas no suministraba, a pesar de múltiples
reclamos, la línea pagada.
El cliente, harto de esperar, se cambió de firma e hizo uso
de la portabilidad telefónica.
¿Adivinen qué ocurrió? Empezaron por decenas las llamadas
del antiguo proveedor con ofertas al 50%, descuentos especiales para la compra
de celulares, la creación de tratamiento especial y demás bobadas.
Tiene que existir la suerte que mentes lúcidas se pongan de
acuerdo en un plan mínimo de metas comunes para el país, por 10-20 años y
¡fuera los golpistas de todo signo!
Los jóvenes necesitan ideas y estímulos, para ponerlas en
práctica con la garantía de un porvenir fuente de recursos y también de
compromiso con el Perú. ¿Por qué se van muchos nuevos profesionales a buscarlo
en otros países?
El éxodo no es peruano, en toda Latinoamérica hay hambre de
puestos de trabajo y los países que sí piensan, no dudan en aprovechar todo ese
talento y les extienden visas de trabajo, acceso a bancos y préstamos para
casas y autos y el resultado es obvio: la “exportación” de jóvenes hábiles
produce riquezas en sus destinos y no en sus tierras originales.
La aguda ceguera política mata tanto como cualquier epidemia.
Hace 204 años que tenemos esta bronca.
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