Saturday, May 07, 2011

La falacia santiaguina

La falacia santiaguina

Por: Hugo Guerra
Sábado 7 de Mayo del 2011

Pese a la maledicencia oficial chilena, debemos reconocer el éxito de nuestra diplomacia al establecer definitivamente los límites marítimos con Ecuador.

Aceptar la carta náutica que Quito depositó en marzo pasado en la ONU contribuye a que nuestros límites norteños queden perfectamente establecidos, y contribuye a fortalecer la posición en el diferendo marítimo con Chile.

En 1952 y 1954 el Perú, Ecuador y Chile suscribieron acuerdos orientados a evitar incidentes provocados por los pescadores artesanales. El alcance de dichos instrumentos fue, además, concertar la explotación y conservación de las riquezas del Pacífico sur y convenir sobre el tratamiento de una zona especial marítima.

Como explica el ex canciller De la Puente Radbill, "en este último convenio (1954) se argumenta que la zona especial se crea porque las dificultades de las embarcaciones de poco porte tripuladas por gente de mar, con escasos conocimientos de náutica o que carecen de los instrumentos necesarios para determinar con exactitud su posición en alta mar, producen, con frecuencia, de modo inocente y accidental, violaciones de la frontera marítima". Y en ninguno de los documentos se mencionan conceptos como soberanía o delimitación.

Ecuador –desde su propia perspectiva, aunque con apremio chileno sobre la presunta "urgencia" de hacerlo– formuló, en agosto del 2010, una carta náutica, es decir, una representación a escala de sus aguas navegables y regiones terrestres adjuntas. Dicha carta, correlativa con el decreto interno 450, la remitió a la ONU en marzo último, pero en el entendimiento de que se trataba de un documento carente de efectos vinculantes internacionales. El documento sobre el cual Lima sí fue informada, solo en apariencia parecía incómodo. Los ecuatorianos usaron como criterio para proyectar sus límites marítimos el paralelo geográfico (cosa que se menciona en los documentos de 1952 y 1954 solo para fines pesqueros) y eso supuestamente coincidía con la absurda tesis chilena.

Sin embargo, la situación es muy diferente en nuestras fronteras norte y sur. En el caso del Ecuador, el Perú acepta que el paralelo fije la frontera debido a la presencia de islas. Por tanto, el paralelo geográfico que pasa por Boca Capones es nuestro límite.

Pese a tal precisión desde Chile se intentó manipular política y mediáticamente el caso. Santiago intentaba empujar a Quito para que, además de remitir su carta náutica a la ONU, acudiera ante La Haya para definir su postura respecto a los tratados limítrofes marítimos con el Perú. Eso hubiera significado meter a Ecuador en el diferendo marítimo peruano-chileno. Frente a esas maniobras nuestra diplomacia discurrió prudente. Ante la pertinencia de cerrar los pendientes fronterizos Torre Tagle anunció que haría una detenida evaluación técnica. Luego, el canciller García Belaunde anunció que la decisión de reconocer, o no, el planteamiento ecuatoriano se haría antes de terminar el gobierno actual.

Antes, el 9 de junio del año pasado, el presidente García remitió una misiva confidencial al presidente Correa precisando que "a mérito de lo que expresamente señala el texto, la segunda parte del artículo IV de la Declaración sobre zona marítima, adoptada en Santiago el 18 de agosto de 1952, aborda un supuesto únicamente aplicable al caso del Perú y Ecuador. Tal supuesto responde a una circunstancia concreta derivada de la presencia de islas bajo soberanía de un Estado signatario, cuya proyección marítima a una distancia de doscientas millas marítimas está limitada por el paralelo geográfico. Por ello, el paralelo geográfico a partir del punto en que la frontera terrestre llega al mar, en Boca de Capones (03º23'33.96''LS), solo es aplicable al Perú y Ecuador […] no existen problemas de límites con Ecuador […] el procedimiento iniciado en la CIJ se refiere exclusivamente al límite marítimo entre el Perú y Chile, donde se presentan características y circunstancias distintas".

Indebidamente la prensa santiaguina filtró aquella misiva. Pero, con el reconocimiento de su carta náutica, Quito queda total y absolutamente fuera de cualquier litigio, y eso es una clara derrota para los chilenos, quienes querían usar como falaz argumento el tema ecuatoriano en la dúplica a nuestra demanda ante La Haya. Más aun, la ratificación de límites con el Ecuador favorece la posición peruana, al consignarse que los acuerdos de 1952 y 1954 están referidos únicamente a la pesca y no a los límites marítimos.

Por lo tanto, preocupan las reacciones falsamente triunfalistas del presidente Piñera y resultan repudiables las expresiones falaces y groseras de algunos políticos chilenos como los senadores Pizarro, Larraín y Tuma, quienes siempre alientan políticas antiperuanas y confrontacionistas que no se condicen con el trámite jurídico que se ventila ante la Corte Internacional de Justicia.

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