Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
21-8-2025
¡Pese a miserias e incompetencia, Perú existe!
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El caos, la
violencia a balazo limpio, el desorden institucional, la inmoralidad, la
miseria e incompotencia en la cosa pública de todos los gobiernos y en el
proceso de un Estado náufrago, signan la vida cotidiana del Perú.
De capitán a paje,
todos se quejan. Muy pocos hacen y organizan los parapetos contra estas taras
vergonzantes que empequeñecen a un país enorme.
¡Perú es más grande
que sus problemas! Pero ¿se ha preguntado, amigo lector, qué hace porque las
cosas cambien? Si se esconde en el lamento fácil, traiciona al Perú.
Pero, con mayor
responsabilidad todos aquellos sobre los que recae algún tipo de mando,
dirección, gerencia, gobierno. A ellos hay que reclamarles. Desde el timón
municipal, gubernamental regional o nacional, tienen la misión de ¡no fallar!
Por eso pertinente
citar algunas reflexiones imprescindibles.
¿Aprenden nuestros políticos o estudian in extenso sobre el
país como inmenso conglomerado de más de 30 millones de habitantes y con un
imprescindible destino constructor y de futuro? No parece que fuera así. Por
tanto tampoco inspiran confianza a la ciudadanía, menos provocan respeto y, en
cambio, sí muestran gruesas fallas culturales o de sindéresis en su
comportamiento público.
¿Qué, en cambio, sí hacen estas personas? Los que se reputan
oradores, pese a voces aflautadas, dicción menos que deficiente e incapacidad
para concatenar un párrafo y medio seguido, es a “hablar”. Y por lo general sus
naderías son de altos quilates ridículos. El gesto, ademán, modulación de voz
no improvisan ni sustituyen las gruesas carencias.
Escribí en ¿Qué es un político peruano?*,
del 19-10-2010, afirmé y hoy ratifico:
“Con excepciones contadas, un logrero cuyo mejor éxito constituye, no el
bien de la nación en sus preteridas mayorías nacionales, sino el lucimiento
frente a cámaras televisivas, micrófonos radiales y medios escritos urbi et
orbi.
Su mejor blasón es la incultura y desconocimiento de que da cuenta hasta
en la inflexión de la voz ora espontánea ora delicadamente diafragmática. Vive
navegando en la epidermis y olvida el coágulo social que anida explosivo en
todas las regiones del Perú.
El 95% de los políticos peruanos, dice cualquier cosa por ignorancia, descarada desinformación puntual
e histórica.
Y con pesar, habida cuenta de las décadas pasadas, hay que insistir en
que poco o nada ha cambiado y la regresión no puede ser más infeliz para el
Perú.
Hay genuinos iletrados que “opinan” sobre temas constitucionales o
económicos y no son diestros en cualquiera de esas dos disciplinas. Mejor dicho
no son hábiles en nada, salvo en cobrar cada fin de mes sus elevados
emolumentos.
Y el Congreso persiste tozudo. La especie que el “el pueblo los eligió
por cinco años” no puede ser más deleznable. Para la gente común y corriente el
Parlamento es un estorbo más o menos costoso, un ágora en el que compiten por
quién dice más barbaridades o se comporta como tribu caníbal para engullirse al
adversario”.
¿Por qué, año tras año, los señalamientos son los mismos y es poco o
nada lo que se hizo para su erradicación? Por el contrario, la inacción signa
nuestro comportamiento común.
Si en el ámbito público la mediocridad es evidente y deleznable, no se
libra el sector privado de ostentar las mismas taras o peores, amparada por la gestión
de los abogángsteres que judicializan las deudas, las llevan a juicios
interminables y para lograr la prescripción.
El círculo vicioso y delictivo se cuenta por miles. Gobiernos
entreguistas, funcionarios traidores, hueleguisos enquistados e infiltrados y
mudez del burócrata que se creyó el cuento del refrán: “si del mundo quieres
gozar: ver, oír y callar”.
Se nos viene el 2026, un año de consulta y voto. Y el desarreglo y
tormentas que padecen los clubes electorales es monstruoso. La sartén le dice a
la olla, no me tiznes, y el delincuente y criminal, acusa a otros criminales y
delincuentes. ¿Quién tiene la razón? ¿No será que unos y otros tienen igual
carga de verdad sobre sus malas costumbres?
La queja no basta. Es medrosa, además esconde una timidez inadmisible
para combatir a la delincuencia. El llamado enérgico a limpiar el país, debe
nacer desde el hogar, enseñando a los niños a cruzar por las esquinas y a
reconocer a los que incurren en actos innobles.
Los jóvenes profesionales
debieran encontrar centros laborales donde aplicar sus conocimientos adquiridos
con el estudio. Deber del Estado y la industria privada, crear la demanda de
puestos a todo nivel.
Estas llamativos y muy ausentes
cuestionamientos, rara vez son materia de análisis, discusión y solución. La
psicología peruana es pródiga en el ocio y en el culto a la inercia: “que
venga, lo que deba venir”.
Ninguna agrupación debate sobre
la posición geopolítica del Perú con cinco fronteras ni en torno a la política
energética.
Entre otras cosas, estas
ignorancias en los hombres públicos, solo consiguen que el hombre y mujer
común, se aleje más de la política y su quehacer y fiscalización.
Pero ¡son esos espacios dónde se
cocinan los grandes latrocinios contra el pueblo peruano!
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