Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
19-7-2025
¡En esta oficina NO se roba ni asalta a nadie!
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¿Porqué en lugar
de iniciativas demasiado polémicas y tardías, el doble canto del himno patrio,
por ejemplo, no se instala una banderola gigante en todos los ministerios y
oficinas del Estado que diga que ¡En esta oficina NO se roba ni asalta a nadie!
Entonces, de
ministro al último empleado o dependiente de una cartera, tendrán que caminar
por los senderos correctos, muy, pero muy lejos de las acostumbradas prácticas
de rapiña que convierten a quien no lo hace, en un tonto de campeonato.
No sólo les paga
el pueblo peruano a los que trabajan en la cosa pública y en sus diferentes
escalafones, sino que están profundamente obligados a respetar el derecho de
sus pagantes: el pueblo. Cuando el usuario requiere servicios al Estado, el
empleado sólo debe servir al cliente porque para eso ¡le pagan!
Probablemente el
pesimismo institucional ya elaboró su dictamen negativo: ¡esto no tiene cura y
no lo arregla nadie! ¡Comencemos desterrando esa falta de ánimo y voluntad
correctivas! ¡Mientras que el usuario exija con cortesía firme y conocedor de
su condición de empleador, todo está en orden!
¿No hay empleados
cuya labor puede ser mejor alineada a los mecanismos de control interno y
supervisión de la calidad del servicio al cliente? Un escritorio, un bien
entrenado inspector recibirá y entregará copia de todas las denuncias que el
público desee hacer, dando cuenta de irregularidades. El usuario merece
protección. Y si el testimonio es inexacto o inane, una multa para castigar
estas aberraciones.
Los ministros y
gerentes de las empresas públicas, deben ir, al entrar a sus dependencias a
saludar a las mesas de inspección, como primera y fundamental tarea diaria.
El Himno Nacional
se aprende -no siempre bien- desde la infancia. Más bien hay que enseñar a los
niños y jóvenes a crear la magia que esa música y letra nos traen por la
alusión al emblemático conjunto de regiones que conforman al Perú.
¿Se opondrían los
reglamentaristas y anacrónicos a letreros gigantes que clamen contra el robo y
el asalto? De repente, pero ¿no es hora de ir cambiando costumbres fallidas y
ejercitar la fina protesta del espíritu nacional para vivir mejor y más
modernamente?
Decenas de miles
de quejas se quedan en el plano administrativo interno y los malos empleados y
funcionarios no reciben el castigo justo y ejemplar por su mal comportamiento
con el usuario.
Los fondos que
colectan los impuestos que paga una parte aún pequeña de contribuyentes, sirve
para la honra de sueldos y salarios de obreros y empleados en la cosa pública.
También y en mayores cifras, a los que tienen altos puestos. Casi siempre hay
desvergonzada sintonía en jerarquía y maltrato. ¡Esto tiene que terminar!
¿Hay escuelas que
formen al estudiante para cuando ocupe cargos públicos? En los grandes países
sí hay esta clase de academias y eso dinamiza la garantía que será
excelentemente atendido, sin cortapisas ni engaños de los funcionarios.
¿Qué club
electoral, alias partido político, entrena a sus cuadros para el servicio al
público en caso de llegar a ser gobierno de cualquier índole, nacional,
regional o municipal? Que se sepa ¡ninguno!
¡Pero sí es
posible apreciar la resurrección de muertos vivientes que abandonaron los
catafalcos y pretenden ser diputados o senadores! ¿Quieren servir al país?
¡Pamplinas, quieren volver al tráfico de influencias y garantizar a las (sus)
nuevas generaciones, vida muelle, viajes, diplomas, homenajes y clubes
exclusivos o casas de playa!
Quien fue
diputado, alcalde, gobernador o presidente ¡a la universidad a aulas magnas a
dar clases gratuitas sobre su ejercicio de representación! Evitaríamos
encontrarnos con verdaderos monumentos a la estolidez e ignorancia balbuceando
en los escaños disparate tras disparate!
La
retroalimentación desde el ágora partidaria a probables puestos en la
administración pública, enriquecería su práctica neutral, sin carnés políticos,
equitativa y, sobre todo, honrada. ¿Y qué mejor símbolo que esa banderola
gigante que condena, precisamente el robo, y abomina de los asaltos?
Escribió Manuel
González Prada en Nuestros legisladores, Horas de Lucha, 1906:
“¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser
cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles,
feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas
circunscripciones.
Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta
años las funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o
la diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro
mundo.
Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del
Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y
las propinas extras, como por los favores y canonjías que merodean para sus
ahijados, sus electores y sus parientes.
Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su
larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder
Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos,
una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la
Nación”.
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