¿Qué es el Sumaq Kawsay? (IV)*
por Javier Lajo; javierlajo@hotmail.com
11-8-2016
Cuando Europa “descubrió” América, se encontró frente a
frente con una utopía real, con un «saber vivir bien» del indígena americano
que hizo germinar en la mente del intelectual europeo la idea de que otro mundo
era posible. 287 años después del desembarco de Colón, un líder indígena del
Cusco, en el año 1779, el Inka José Gabriel Tupac Amaru, proclama para la
historia, el “Primer bando anti-esclavista” de la humanidad, es decir desde una
sociedad tildada como “de salvajes”, lanza las primeras ideas anti-esclavistas,
que luego en el largo proceso de las revoluciones “americana” de 1776 y
francesa en 1789 “maduran” los derechos del hombre y del ciudadano y recién en
1948 en la ONU-París, se convierten en los
“derechos humanos”. El ideario de
la revolución francesa, la constitución americana, el socialismo utópico y el
ecologismo, constituyen pues, algunos de los intentos del europeo por
implementar en una sociedad individualista, mercantilizada y estratificada ese
vivir bien y con dignidad (sumaq kawsay) del indio americano. Y pensar que
hasta el día de hoy, existen intelectuales (¿?) que afirman que aquí hubo un
“imperio” y que la sociedad inka fue un sistema “esclavista”.
Estudiosos de la "colonialidad" y de nuestra
historia como el sociólogo Aníbal Quijano y luchadores anti-colonialistas como
el economista Virgilio Roel, dicen que cuando los europeos pisaron territorio
Inka vislumbraron o se imaginaron “una Utopía” porque “no vieron gente
hambrienta” o “gente pobre”, y explican esto apelando a la eficiencia agraria
de los pueblos Inkas, a los avances en la generación de germoplasma nativo,
etc. Estas afirmaciones, aunque son avances importantes de la definición del
tema, no son suficientes para comprender plenamente la cultura andina, y mucho
menos para comprender lo que significa el Sumaq Kawsay.
En Europa, desde que Américo Vespucio, comenzó a informar a
sus empleadores de la familia De Medici lo que “veía” en tierras continentales,
se comenzó a forjar la imagen del nuevo continente, como la tierra de una
“utopía real”, de la que se ocuparán después, influidos también por lo que
escribió el Inca Garcilaso de la Vega, intelectuales como Pedro Mártir de
Anglería, Bartolomé de las Casas, Mitchel de Montaigne, Voltaire, d’Alembert,
Campanela, Francis Bacón, Fourier y Proudhon, estos últimos dos impactados por
Morelly (un asiduo lector del Inca Garcilaso), que según Edgar Montiel fue el
fundador nada menos que del Socialismo Utópico y del Ecologismo.
Es decir, que desde el primer informante que fue Vespucio,
lo que se dijo de la utopía americana, causó tal revuelo en Europa que fue por
ello que nuestro continente después llevaría su nombre. La sensación que
ocasionaron las cartas de Américo Vespucio en Europa, hacían decir a sus
habitantes con asombro: “así son las tierras de Américo”, y que luego se
simplificó a “tierras de América”, según sugiere Montiel.
Posteriormente, los libros del Inca Garcilaso fueron
verdaderos bestsellers en una Europa que hacía poco había descubierto la
imprenta. “La Florida del Inca” fue traducida a muchos idiomas y tuvo 20
ediciones en pocos años, un verdadero fenómeno de la literatura renacentista.
Su obra cumbre, “Los Comentarios Reales de los Incas”, reales por su realismo o
veracidad y no por ningún monarquismo, según aclara Montiel, definitivamente
influyó y alteró profundamente la conciencia de la élite intelectual europea y
renacentista, consolidando la “imagen utópica” generada por Vespucio, incorporándoles
las ideas seminales de lo que después fueron el socialismo utópico, el
socialismo “científico”, además del ambientalismo y ecologismo nacientes. Otros
autores que fueron influidos por estas Ideas utópicas o “paradisiacas” que van
desde Vespucio hasta el Inca Garcilaso, fueron Montesquieu, sobre todo en su
obra El Espíritu de las leyes, Tomás Moro, en su libro Utopía, y Diderot, entre
otros pensadores e ideólogos de la revolución francesa.
Y no solamente se trata de que los europeos “no observaron
hambrientos ni infelices” cuando invaden el territorio Inka, sino que estas
Ideas Utópicas germinaron como semillas en terreno abonado, en toda la Europa
renacentista, lo que les permitió a los intelectuales europeos percibir algo
del “sumaq kawsay” como “buen vivir” de los pueblos indígenas, por lo que
recién pudieron imaginar, es decir, tener pautas de un mundo mejor real y
posible, como en el caso de lo que sería una sociedad utópica o “socialista”,
en el lenguaje de Louis Boudin uno de los autores e intelectuales formadores de
opinión en aquellos tiempos en Europa.
Estas ideas utópicas o “paradisiacas” las podemos resumir en
siete grandes conceptos que hasta el día de hoy no han dejado de rebotar en la
conciencia de los revolucionarios y románticos, en aquellos que hicieron la
revolución norteamericana (1776) y la revolución francesa (1789); pues si
Montesquieu, Voltaire y Diderot, ideólogos de la toma de la Bastilla, fueron
lectores del Inca, el gran Rousseau lo fue de las cartas de su amigo Lafayette,
el que le envió finalmente copia de la llamada Constitución Americana, que fue
una copia de la Constitución Confederativa de las cinco naciones Iroquesas. Las
siete grandes ideas utópicas que han sido sugeridas por Montiel, son las
siguientes, y que aquí solo las enumeramos muy brevemente:
- “La libertad reyna…”.
Frente a las sociedades monárquicas y feudales, ¿de qué libertades podían
disfrutar los europeos?, pero aquí también hay un reclamo más puntual por
la libertad de conciencia y la libertad religiosa, con una clara “ansiedad”
por la libertad sexual.
- “Existe el hombre bueno…no
hay jerarquías, y las mujeres andan desnudas…”. (Claro que hablaba de
climas tórridos y tropicales como los de Centro América) Aquí se debe
entender que no hay el tipo de jerarquías absolutistas como las europeas.
Su opinión sobre la desnudez de las mujeres está referido a que las
mujeres no son asaltadas y violadas, porque no hay represión sexual como
en Europa; al respecto Abel Posse escribe: “el oro y las perlas dejaron de
ser la única atracción; en adelante los invasores encontrarían un gran
consuelo. El otro oro fueron los cuerpos, todas las clases sociales en
España -incluidos los eclesiásticos- pronto supieron de esta atracción,
del oro secreto”;
- “No hay propiedad individual…”;
que es un cuestionamiento a la propiedad privada absoluta y por tanto al
“individuo” mismo.
- Las flores y plumas valen
más que el oro y la plata…”. Recién se dan las pautas en su imaginario de
que pueden existir sociedades con valores totalmente diferentes al oro y
la plata, lo cual se denominó después: “relativismo cultural”.
- La organización estatal es
colectivista. No hay imperios, ni “naciones” sino confederaciones.
- Hay un control de la
natalidad. Se da un equilibrio entre producción económica y reproducción
de la vida humana.
- Existe una sociedad
organizada en cruz (Tawa en lengua Quechua) cuya fuerza motriz es el
trabajo.
Es decir, los “utopistas”, captan la imagen que en América
existía una práctica social de “la felicidad por el trabajo colectivo”.
En este mundo de la utopía, “el trabajo” dejó por siempre de
ser un castigo. Una cultura como la Andina que consideró (y practica aún) el
trabajo colectivo como “práctica festiva”, como alegría cotidiana, tiene en
esta “práctica laboral celebradora” y colectiva el fundamento del Sumaq Kawsay.
…………………………………….
*(Extracto corregido del artículo sobre el "Sumaq Kawsay",
aparecido en la revista "DEBATES" del Instituto de Ciencia y
Tecnología ICT, N° 12, Nov. 2013, de la URP-Lima)
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