Apoyo sin apoyo
El local aprista de Miraflores ostenta un llamativo cartel: "Mishky (rico) menú: 5 soles". El letrero en quechua y castellano aparece cerca de otro en el que se anuncia un curso de oratoria (especialidad de la casa). Otro aviso ofrece atención odontológica, a cargo sin duda de un dentista de extracción popular.
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En ese local, sito en la cuadra 46 del Paseo de la República, no hay seña alguna del apoyo aprista a la revocación de Susana Villarán. Si no fuera por el menú, la casa estaría deshabitada de día y de noche.
Ese vacío, que se repite en todos los locales del aprismo, me hace recordar lo que era el comedor popular del APRA a comienzos de los años 30 del siglo pasado. Quedaba en la calle Ormeño del jirón Carabaya. Yo era muy pequeño, pero con mi madre y mis hermanos gozábamos con la calidad de la minuta (menú en francés), de muy bajo precio.
El acierto de esa iniciativa se reflejaba no solo en el alimento nutritivo, sino también en la nutrida concurrencia. Los comensales eran gente pobre del Cercado de Lima.
En aquellos lejanos tiempos el aprismo era un movimiento de ancha militancia urbana, con bases multitudinarias y mística de combate. Sus banderas eran las del antiimperialismo y de la reforma agraria, y las de los derechos proletarios. Sus fundadores, como lo recordaría Haya de la Torre más de una vez, se habían forjado en el movimiento obrero, orientado por luchadores anarquistas. Sus líderes eran jóvenes: Haya de la Torre tenía 36 años, Manuel Seoane tenía menos años aún.
Los tiempos han cambiado. El momento aquel era anterior a la gran persecución contra el APRA y contra los sectores populares en general.
La comparación con aquella realidad masiva resulta dramática, particularmente hoy en que el APRA celebra el Día de la Fraternidad y en los días en que la cúpula del partido ha prometido su apoyo a la campaña contra la alcaldesa de Lima.
La dirigencia aprista había informado que cien locales de su partido estaban a disposición de los promotores del sí revocador. Prometió, además, cien mil personeros. A mal palo se arrima la mafia. El ausentismo en los locales del partido de Haya da a estos un aire fúnebre.
La cúpula aprista ha ofrecido apoyo a los revocadores, pero ella carece de apoyo. Quizá el gran elector,Alan García, pese a toda su astucia, no se ha percatado de la corrosión causada por la corrupción. Ya no es la época en que sorprendió al país con su juventud, sus arrebatos oratorios y sus promesas. No estamos en los días en que apadrinaba a Jorge del Castillo, y, con el cuento del tren eléctrico, lo catapultaba a la alcaldía de Lima. El APRA de García apoya ahora a una mafia. ◘
Ese vacío, que se repite en todos los locales del aprismo, me hace recordar lo que era el comedor popular del APRA a comienzos de los años 30 del siglo pasado. Quedaba en la calle Ormeño del jirón Carabaya. Yo era muy pequeño, pero con mi madre y mis hermanos gozábamos con la calidad de la minuta (menú en francés), de muy bajo precio.
El acierto de esa iniciativa se reflejaba no solo en el alimento nutritivo, sino también en la nutrida concurrencia. Los comensales eran gente pobre del Cercado de Lima.
En aquellos lejanos tiempos el aprismo era un movimiento de ancha militancia urbana, con bases multitudinarias y mística de combate. Sus banderas eran las del antiimperialismo y de la reforma agraria, y las de los derechos proletarios. Sus fundadores, como lo recordaría Haya de la Torre más de una vez, se habían forjado en el movimiento obrero, orientado por luchadores anarquistas. Sus líderes eran jóvenes: Haya de la Torre tenía 36 años, Manuel Seoane tenía menos años aún.
Los tiempos han cambiado. El momento aquel era anterior a la gran persecución contra el APRA y contra los sectores populares en general.
La comparación con aquella realidad masiva resulta dramática, particularmente hoy en que el APRA celebra el Día de la Fraternidad y en los días en que la cúpula del partido ha prometido su apoyo a la campaña contra la alcaldesa de Lima.
La dirigencia aprista había informado que cien locales de su partido estaban a disposición de los promotores del sí revocador. Prometió, además, cien mil personeros. A mal palo se arrima la mafia. El ausentismo en los locales del partido de Haya da a estos un aire fúnebre.
La cúpula aprista ha ofrecido apoyo a los revocadores, pero ella carece de apoyo. Quizá el gran elector,Alan García, pese a toda su astucia, no se ha percatado de la corrosión causada por la corrupción. Ya no es la época en que sorprendió al país con su juventud, sus arrebatos oratorios y sus promesas. No estamos en los días en que apadrinaba a Jorge del Castillo, y, con el cuento del tren eléctrico, lo catapultaba a la alcaldía de Lima. El APRA de García apoya ahora a una mafia. ◘
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