Noviembre en la memoria de la Patria
por Delfina Paredes; delfinacha@hotmail.com
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6-11-2020
El mes de noviembre guarda fechas de
sucesos históricos que nos recuerdan acontecimientos ciméricos, así como
abismales pesadumbres.
2 de noviembre de 1879
El invasor desembarca en Pisagua.
Llega al amanecer en 4 buques y 40 embarcaciones menores. En dos oportunidades
nuestras fuerzas aliadas al mando del Comandante Isaac Recabarren (Perú) y el
coronel Pedro Villamil, (Bolivia), rechazan el desembarque. Luego de siete
horas de resistencia los invasores consiguen su intento, provocando un gran
incendio en el puerto que compromete todo el salitre almacenado, destruyendo
viviendas y apoderándose del ferrocarril.
4 de noviembre de 1780
Con la captura de Antonio Arriaga,
Corregidor de
Esta rebelión preparada durante diez
años con la participación activísima de Micaela Bastidas, familiares y
relacionados cercanos, estuvo íntimamente ligada al trabajo de los hermanos
Tomás y Nicolás Ccatari, y posteriormente al de Julián Apaza (Túpac Ccatari) en
el Alto Perú.
4 de noviembre de 1816
Nace en Lima el coronel Francisco
Bolognesi Cervantes que participó en la batalla de Tarapacá como jefe de la
Tercera División del ejército y entregó su vida en la batalla de Arica después
de combatir “Hasta quemar el último cartucho”.
10 de noviembre de 1780
En la plaza de Tungasuca, y ante una
multitud de personajes notables, curas doctrineros, criollos, mestizos,
caciques, runas de
Túpac Amaru, asume con este acto que
ya no hay camino de retorno y avanzará en su propósito hasta el sacrificio de su muerte y de la
mayor parte de su familia.
La influencia de este levantamiento,
sin embargo, se extiende por Oruro, Tupiza, Choccaya, Potosí, Tucumán, Arica. En
Nueva Granada, Venezuela, Panamá y Ecuador se suceden sublevaciones levantando
el nombre de Túpac Amaru.
10 de noviembre de 1836
Nace en Ayacucho, Andrés Avelino
Cáceres Dorregaray, cuya vida ejemplar y resistencia a todas las adversidades,
mantuvo y mantendrá por siempre
11 de noviembre de 1854
Nace en la provincia de Calca,
Clorinda Mato de Turner, reconocida ampliamente por sus novelas AVES SIN NIDO e
ÍNDOLE, tuvo el valor de atreverse a criticar la costumbre institucionalizada
por todas las autoridades citadinas y rurales, de exaccionar y esclavizar
a los runas: hombres y mujeres oriundos
de esta tierra, más conocidos como “la indiada”.
Pero, Clorinda, mujer patriota y
combativa es, además, la primera que reivindica en su obra teatral IMA SÚMAC, a
Túpac Amaru, cuyo nombre y memoria permanecían proscritos.
Asimismo se siente comprometida con
18 de noviembre de 1780
Batalla de Sangarará
La huestes insurgentes se encuentran en Sangarará -Provincia de
Acomayo- con las españolas encabezadas
por Tiburcio Landa, enviado desde el Cusco y el Corregidor de Quispicanchis,
Cabrera; apoyados por los caciques traidores Sahuaraura y Chillitupa. Se desata
la batalla y
deciden éstos protegerse dentro de la
iglesia, llevando dos pequeños cañones al interior del templo. Túpac Amaru,
envía en dos oportunidades emisarios, solicitando su rendición. No obtiene
respuesta, se entabla la lucha y el grupo rebelde obtiene la célebre victoria de
Sangarará.
19 de noviembre de 1879
Batalla o semi-batalla de San
Francisco, como la titulan algunos
historiadores.
Un hecho fortuito en el empeño de los
soldados por beber agua, luego del extenuante recorrido desde Pisagua e
Iquique, produce unos disparos de fusil que de inmediato es respondido con
cañonazos por los invasores chilenos, instalados en el cerro y desata un
desconcertado ataque entre uno y otro ejército.
El comandante Ladislao Espinar, jefe
de
27 de noviembre de 1879
¡Tarapacá! Victoria de lo imposible,
victoria a contracorriente de leyes biológicas y físicas.
¿Puede alguien creer que un ejército
agotado por la marcha, exánime por el hambre, descalzo, llagado, piojoso, esté
en condiciones de librar una batalla y ganarla? ¿Lo hubiera hecho Napoleón?
¿Aníbal? ¿Mac Arthur? No lo creemos, que ellos conocieron derrotas en
condiciones menos precarias.
El mismo Coronel Cáceres nos informa.
“Nuestros artilleros que abandonaron sus cañones en la retirada de San Francisco,
formaban una columna de infantería a órdenes del coronel Castañón. Caballería,
no teníamos. El escuadrón de gendarmes carecía de caballos y formaba igualmente
una columna de infantería. Nuestras fuerzas de Tarapacá estaban constituidas en
su totalidad por hombres a pie. Carecíamos no sólo de municiones, sino de
subsistencia y de vestuario”.
El enemigo apareció en las alturas
del poblado alrededor de las ocho de la mañana del día 27. El coronel Cáceres,
tomó de inmediato una determinación temeraria: el batallón Zepita, bajo su
mando y el Dos de Mayo al mando del coronel Manuel Suárez, empezaron la
ascensión.
La batalla duró todo el día; en
marchas, ataques y contraataques se capturaron ocho cañones del enemigo.
Con serenidad increíble, Cáceres fue
dirigiendo las acciones a las que se fue sumando el resto del ejército, entre
los que estaban el Batallón Iquique con el coronel Alfonso Ugarte, el Batallón
Guardias de Arequipa que comandaba el coronel Francisco Bolognesi y donde
participaba Mariano Santos.
Muchos soldados y jefes cayeron en la
refriega, como el coronel Manuel Suárez, el comandante Zubiaga, el mayor Pardo
y Figueroa, el oficial Juan Cáceres -hermano de Andrés- y por supuesto los
Quispe, los Condori, Apaza, Vilca… El coronel Isaac Recabarren fue sacado
herido y aún mal repuesto volvió a ocupar su lugar de lucha.
La batalla culminó en una victoria
increíble. Cuando el sol se iba extinguiendo en el ocaso, el extenuado,
victorioso ejército peruano, malenterró a sus muertos y reemprendió su marcha
hacia la base Arica-Tacna.
¡Que disyuntiva tan lacerante para
todos los combatientes… Haber hecho correr de Tarapacá, al invasor y no poder
quedarse allí, en nuestra tierra, para seguirla defendiendo! Allí estaba el
aislamiento desolador, la certeza de que ningún refuerzo llegaría desde Arica. Hilarión
Daza con tres mil hombres y armamento, ya había retornado a Bolivia.
Así pues, el ejército vencedor de
Tarapacá, dejaba ese espacio de la Pachamama, regando las arenas con lágrimas y
sangre; con la garganta estrangulada por la duda de ¿hasta cuándo quedaría
Tarapacá a merced del invasor?
A medida que las últimas pisadas de
la retaguardia se iban hundiendo en las arenas, las negras sombras de una larga
noche descendían sobre esa heredad de
¡Gloria eterna a los héroes de Tarapacá!
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