Monday, January 13, 2025

¡Cuánto cuesta NO hacerlo!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

13-1-2025

 


¡Cuánto cuesta NO hacerlo!

https://senaldealerta.pe/cuanto-cuesta-no-hacerlo/

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¡No hay que preguntar ¿cuánto va a costar hacerlo, sino cuánto va a costar NO hacerlo!? repetía constantemente Haya de la Torre y todo indica que es útil reiterar la interrogante en los días actuales de caos, nubarrones, figurones y mediocridad por todos lados.

 

¿Cuánto cuesta hacer una auditoría a los principales funcionarios del Estado, para separar a los rateros profesionales, estafadores con nombre y apellido, que ganan por 10 y gastan por 100 y que evidencian en sus descarados signos de riqueza?

 

¿Cuánto va a costar no hacerlo?

 

¿Cuánto va a costar el prolijo examen de gastos, sector por sector, en las compras que hace el Estado y que no pase como con las mascarillas durante la pandemia que se compraban a los consorcios asiáticos que vendían basura que no sirvió contra la plaga?

 

¿Cuánto costó no hacerlo? ¡La espantosa cifra de 250 mil peruanos muertos por pésima atención de salud en todo el país!

 

¿Cuánto va a costar el escrutinio, parlamentario por parlamentario, de gastos, haberes, posesiones mobiliarias e inmobiliarias, incremento de patrimonio en Perú y en el extranjero, inexplicables cuentas bancarias con abultados ingresos regulares en paraísos fiscales?

 

¡Cuánto costó no hacerlo hasta hoy y por eso la comprobación de trenes de vida desenfrenados, con viajes al por mayor, con entidades morales inexistentes y hasta ineptos para hablar un castellano rudimentario para sus “exégesis políticas”!

 

¿Cuánto va a costar la revisión milimétrica de esos contratos con “seguridad jurídica” detrás de los cuales se esconden coimas, sobornos, dineros sucios con depósitos en cuentas numeradas y exclusivas?

 

¡No hay duda, Perú es el país del siempre después, nunca antes! Reaccionamos horrorizados si linchan a un alcalde o a cualquier autoridad. Las exégesis abundan y casi todas aciertan en el análisis: ¡no parece muy difícil interpretar el descontento, el divorcio Estado-país, la antinomia gobierno-pueblo y resaltar el profundo como estúpido desprecio que tienen quienes están en la administración pública por el resto de la Nación.

 

¡Es hora de despertar del letargo imbecilizante que nos ha reducido a sociólogos, antropólogos, periodistas, psicólogos y politólogos que en realidad parecemos egregios mariscales de derrotas y fracasos!

 

Somos ferozmente buenos para analizar porqué se produjo la masacre o cómo el Estado no atiende a las poblaciones lejanas. Pero también ostentamos el dudoso privilegio de ser inútiles para emprender reformas genuinas y ser cobardes para señalar con el dedo acusador a los traidores y ladrones que abundan en la burocracia, en el Congreso, en los ministerios y en la cosa pública en general.

 

¡No hay política sin moral! ¡Política deshonesta, plagada de mentiras, demagogia a raudales y engaños, sólo es truco y magia de peluqueros sociales y farsantes!

 

No hay partidos, sólo clubes de amigos a quienes seduce no el cambio del país ni de su gente, sino los buenos estipendios y goces que da el Congreso.

 

No hay ideas, sólo armazones que se usan para la ocasión y de acuerdo al facilismo que otorga una globalización desnacionalizante y pulverizadora de cualquier civismo o apego creador a la tierra, a la historia y a nuestras tradiciones constructoras de país central en América Latina.

 

¡Instruyamos a nuestros jóvenes en el reto que desafía y, a la vez, forjemos conciencias libres que aprendan a triunfar desde pequeños! ¡No a las verdades a medias que dicen nuestros políticos inmorales!

 

Mientras que seamos el país del después y nunca del antes, veremos nuestras fronteras, no sólo físicas, invadidas por los países limítrofes y enajenada nuestra noción de historia y Ande indisoluble del peruano desde siempre.

 

Si se tratara de una enciclopedia actualizada en torno a quejas y lamentaciones, las más pintorescas, aburridas y prosaicas, ¡Perú se alzaría con todas las preseas! Desde el nacimiento a la tumba, los ayes, signan el devenir nacional.

 

Por alguna sinrazón la cultura y sus expresiones en todos los estratos sociales discurren por el cansino lamento, el ay estentóreo y el pesimismo hecho el pan nuestro de cada día.

 

Nótese las primeras planas de los diarios, el comentario en las radioemisoras y el reportaje en torno a los ajusticiamientos con muerte en cualquier parte del país. La trama sangrienta no sorprende ni asombra. Quien siembra vientos (gobierno ineficiente), cosecha tempestades.

 

Pero también ostentamos la dudosa “fortaleza” de ser inútiles para emprender reformas genuinas y ser cobardes para señalar con el dedo acusador a los traidores y ladrones que abundan en la burocracia, en el Congreso, en los ministerios y en la cosa pública en general.

 

¡Cuánto va costar ponernos al día en los códigos morales de solidaridad, fe, disciplina y, sobre todo, acción constructiva de un Perú justo, libre y culto!

 

¿Cuánto va a costar NO hacerlo? ¡Ni más ni menos, el Perú de nuestros días!

 

 

 

 

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