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Date: 2010/3/5
Subject: Chimu - "Odio la traición, desprecio las cobardías, condeno a los ladrones"
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"Odio la traición, desprecio las cobardías, condeno a los ladrones"
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
5-3-2010
Cuando conocí a Víctor Raúl era yo muy joven, no me fue extraño por que en mi hogar tuve siempre la referencia directa de mi padre que lo conoció en la hacienda de Motil en el modesto hotel de mi abuelo, donde se alojó, durante la campaña electoral de 1931. La conversación que sostuvo con el jefe, siendo adolescente, lo impactó de tal manera que al producirse poco tiempo después la Revolución de Trujillo, julio 1932, no vaciló en integrar el grupo de obreros apristas de las minas de Quiruvilca, en la sierra de La Libertad, que defendieron la retirada de los revolucionarios deteniendo a las tropas volando el puente de acceso a la mina y resistiendo hasta que la superioridad en número y armas del Ejército enviado tras los luchadores sociales, así como la muerte de varios de los obreros, determinó que escaparan y se escondieran de la persecución desatada.
El testimonio que permanentemente escuché en casa fue también el de una terca lealtad al ideal y al hombre que lo encarnaba, a pesar de la persecución y prisión que mantuvo cercada a la familia de mi padre. Siendo niño y con mis hermanos, todos de la mano de papá y mamá, asistíamos a las manifestaciones en el local del partido y en las plazas donde el pueblo aprista se concentraba para escuchar el mensaje esperanzador de Haya de la Torre y de otros líderes como Manuel Seoane. No tuve riquezas, pero sí la atención y el amor de padres que me inculcaron valores como la honestidad en versión de acero templado y no en pose, como lamentablemente practican muchos con una sobredosis de soberana hipocresía propia del cinismo humano y que hace del valor mencionado una prenda escasa.
Este relato apretado, mi verdadera fortuna, es mi credencial de presentación y garantía y es la mejor explicación, alejada totalmente de la retórica falsa y sensualista de los farsantes, del porqué de mi lucha por rescatar el aprismo verdadero.
Mi cercanía a Víctor Raúl no fue, pues, efímera o inventada como lo hacen otros para fabricarse un pasado de maquillaje. A lo largo de 12 años de trabajar con él, aprendí el significado de la rectitud, la docencia y la decencia en la política; y también, y aunque algunos no lo crean o entiendan, la rebeldía contra la injusticia social de los poderosos y explotadores que todo lo tuercen para su propio beneficio. Esta es mi carta ciudadana para predicar que se puede ser honesto en la política, en contraste con los políticos deshonestos y traficantes de la angustia y esperanza del pueblo y que es, por lo tanto, deber imperativo de conciencia enfrentarse, a estos últimos, con coraje y desenmascararlos a pesar de lo desigual que pueda ser la batalla.
Aprendí a rechazar la limosna que reciben los que tienen alma de esclavos y alquilan o venden su conciencia por un plato de lentejas y se enrolan con gusto en las filas de la traición. En esos años fui testigo de excepción, durante la dictadura militar, cómo muchos perdían la fe y se dejaban comprar con puestos bien remunerados y alardeaban de la traición a sus juramentos de lealtad y hoy día ocupan nuevamente puestos de confianza en premio a su felonía, reeditando su vieja vocación por la apostasía. Irónico resulta escucharlos hablar de lealtad y consecuencia a quienes sólo mostraron debilidad y deslealtad sin un ápice de pudor o vergüenza. Son los mismos que me califican de radical o resentido por que odio la traición, desprecio la cobardía y condeno a los ladrones y entreguistas.
Acepté postular a la secretaría general del partido, no porque sufrí de un rapto de vanidad o me sentí predestinado para la gloria fácil de la que hacen gala los soberbios; asentí porque había que dar la cara y enfrentar al traficante que se había infiltrado en nuestras filas y también, a la vez, renunciar a mi tranquilidad que a veces puede llevarnos a la complicidad y poder sustentar mi indignación frente a la claudicación de los dirigentes y de los miembros del gobierno.
Denuncio y denunciaré la desviación ideológica que ha puesto al partido al servicio de la derecha y seguiré condenando la corrupción que ha permitido el enriquecimiento ilícito de muchos pseudo apristas que ahora quieren seguir aferrándose a los puestos dirigenciales para cubrirse las espaldas de futuras denuncias. Creo en la humildad -y siempre la he practicado- por eso detesto la soberbia y la autosuficiencia que distingue al alanismo. Mi humildad la sustento en una economía de sobrevivencia y en mi espíritu y de lo cual me siento orgulloso, no duermo a salto de mata, pero vayan con cuidado si quieren interpretarlo como sinónimo de debilidad o de temor; no fui educado en la complacencia, en la cobardía, ni en la obsecuencia. La lucha verdadera templó mi ánimo y mi combate no quedará en un congreso fraudulento, sólo la muerte detendrá mi empeño.
Alerto a la militancia del partido: el congreso de marras es una farsa como lo he denunciado oportunamente y he explicado las razones de esta aseveración y llamo la atención de los dirigentes de base y delegados que acudirán a dicho evento; estamos frente a una coyuntura histórica que definirá la suerte del futuro del partido, o lo rescatamos o pereceremos con él.
Ni los cubileteos de delegaturas, ni los viáticos, ni los hoteles preparados, ni las francachelas que se organizarán, podrán impedir que el partido y la opinión pública conozcan de los enjuagues que se cohonestarán para permitir el continuismo vergonzoso.
El lema aprista dice claro y contundente: Prepárate para la acción y no para el placer. Preguntar a los dirigentes actuales si entienden o siguen el consejo, es un asunto molestoso para los sinverguenzas.
Ya no hay lugar para las medias tintas ni para el conformismo, la verdadera unidad y fraternidad no se da en la concupiscencia. Se da en la lucha por los intereses de los más pobres con una acción transparente y revolucionaria para alcanzar la justicia social.
El continente indoamericano nos estará observando: o estamos con Haya de la Torre en sus ideas y su ejemplo o estamos con el "perro del hortelano" en sus negociados y entreguismo.
No hay alternativa, o estamos con los TLCs asimétricos o defendemos la economía nacional.
La encrucijada actual nos pone, o al lado de la corrupción y la inmoralidad o la combatimos y erradicamos, siguiendo el legado hermoso de nuestros héroes y mártires.
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